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Somos hongos: científicos descubren genes humanos que saltaron de otras especies

Ciencia

Por: pijamasurf - 03/16/2015

La simbiosis parece ser la fuerza que mueve a la evolución. La transferencia horizontal de genes nos permite reflexionar sobre la identidad y la pertenencia a un mismo proceso biológico entre diferentes especies en la Tierra

genetransfer

Imagen: http://www.economist.com/news/science-and-technology/21646197-human-beings-ancestors-have-routinely-stolen-genes-other-species-genetically

El ser humano no es un individuo, es un organismo colectivo, un simbionte, el resultado de la coevolución de millones de especies --muchas de las cuales habitan dentro de él formando un complejo sistema microecológico. Somos naturalmente seres transgénicos.

La multiplicidad de orígenes de los genes "humanos" no es algo nuevo para la ciencia. En los últimos años hemos visto la explosión de la microbiología en su mapeo del microbioma humano. Esto es, los miles de millones de células y genes codificados por virus, bacterias y otros microorganismos que componen el cuerpo humano. Una investigación reciente, sin embargo, se ha enfocado en detectar genes que han sido transferidos horizontalmente. Es decir, que han brincado de una especie a otra --generalmente usando virus o bacterias como vehículos de transferencia.

"Aparentemente, lejos de ser una rara ocurrencia, la transferencia horizontal de genes ha contribuido a la evolución de muchos, quizás todos los animales y es un proceso activo, lo que significa que debemos de revaluar lo que pensamos que es la evolución", dice Alastair Crisp, de la Universidad de Cambridge.

Los resultados de la investigación sugieren que los seres humanos tienen al menos 145 genes que han adquirido de otras especies. Aunque estos genes son menos del 1% de los genes totales del ser humano, esto nos hace darnos cuenta de otra forma de nuestra parte bacteria, hongo, alga u otras. Una comunión filogenética.

En la investigación se analizaron nueve especies diferentes de primates, 12 diferentes especies de moscas y cuatro especies diferentes de gusanos, además del ser humano. Se compararon los genes que se repiten en diferentes especies y se estudió lo que se conoce como el transcriptoma: las moléculas mensajeras de RNA que reciben instrucciones para hacer proteínas de los genes. Esto les permitió saber que estaban registrando genes activos y no fósiles informáticos.

El equipo liderado por Crisp notó, por ejemplo, que un grupo de nuestros genes involucrados en la síntesis del ácido hialurónico, un vital pegamento celular parte del tejido conectivocolágeno, proviene de un hongo. Otro grupo de transgenes foráneos están involucrados en el sistema inmune. El sistema antígeno ABO que define los grupos sanguíneos para transfusiones parece provenir de una bacteria. Un gen asociado con la masa corporal y la obesidad parece originarse en un alga marina.

Aunque la transferencia horizontal de genes nos puede parecer algo nuevo y quizás poco significativo, es posible que sea parte central de la evolución de la vida. Algunos biólogos consideran que las células eucariotas se originaron endosimbióticamente. Es posible que la mitocondria era una bacteria que fue asimilada al interior de la célula, lo que hace que nuestro origen sea esencialmente plural, un acoplamiento de diferentes especies que se benefician de un intercambio biológico. Y, como dijera Stephen Jay Gould, en una versión más literal del Génesis: "Primero fue la bacteria".

Casos de genes saltarines, o transposones, abundan en la naturaleza. "Genes de bacterias acaban en plantas; genes de hongos acaban en animales; genes de ranas y serpientes encuentran lugar dentro de vacas y murciélagos. Parece que el genoma de casi cualquier especie es un mosaico construido con genes prestados de diferentes formas de vida", señala el biólogo Ferris Jabr. La naturaleza, en su empuje hacia la diversidad, es esencialmente promiscua, y la información copula y se copia entre especies con poco recato. La mayoría de estos saltos genéticos parecen haber producido adaptaciones sin muchos sobresaltos, tal vez evolutivamente necesarias, aunque aún dentro del sistema operativo estocástico que la ciencia supone es la ley de la naturaleza. Intervenciones transgénicas del ser humano en plantas o animales. obedeciendo quizás a otros intereses, no son recibidas de la misma forma por la mayoría de la sociedad humana. Existen argumentos interesantes en contra de la modificación genética (tal vez la epistasis), pero el el argumento de que "no es natural" no es algo que se sostenga.

Curiosamente la sociedad humana, que delimita lo que es perceptible y permisible, puede que sea un constructo indirectamente ingeniado por las bacterias que viven dentro de nosotros y codifican más de 90% de los genes con los que cuenta el cuerpo humano. "Es mejor para los humanos estar en grupos sociales, pero también es mejor para las bacterias", explica el microbiólogo John Cryan."Todo lo que incrementa el potencial de que se pase un gen y se esparza es lo que mueve a la evolución. Existir en grupos sociales permite esto tanto para los humanos como para las bacterias". Cryan especula que las bacterias de nuestro intestino jugaron un papel primordial en desarrollar la personalidad social humana, argumentando que estas bacterias son capaces de influir en nuestros comportamientos y participan en la síntesis de hormonas y neurotransmisores  que determinan nuestra sociabilidad (hay numerosos casos en los que microorganismo llegan a controlar mentalmente a seres humanos, al menos de manera parcial).

Somos hongos, ciertamente, aunque somos sobre todo bacterias, virus, archaea, algas y en realidad una gran cantidad de especies con las que intercambiamos información genética y epigenéticamente en bucles de retroalimentación. "La ontogenia recapitula la filogenia", dijo Ernest Hackel; en nuestro cuerpo se puede trazar la vida como un sólo proceso simbiótico de 4 mil y pico millones de años. Somos extensiones y expresiones de la Tierra, el superorganismo que agrupa, integra, informa y da coherencia a todos los otros organismos planetarios. ¿Es egoísta el gen, o la evolución es un deporte de equipos?

Bajo esta luz quizás no suenen tan disparatadas las "alucinaciones reales", de Terence McKenna, el bardo psiconauta quien creyó escuchar en su interior la voz del hongo que le hablaba, un hongo inteligente que tenía memoria de miles de millones de años, que recordaba su origen en las estrellas y quería ayudar al ser humano.