Antes que el derecho a una niñez estilo Disney, los niños deberían tener el derecho a vivir en paz, sin importar dónde vivan. Los niños palestinos han tenido infancias especialmente duras: UNICEF estima que más de 400 mil niños muestran signos de estrés postraumático, debido a los constantes bombardeos, a la inestabilidad de sus modos de vida, a la orfandad, etcétera.
El recrudecimiento de las hostilidades en la Franja de Gaza ha dejado unas 2 mil víctimas fatales, incluyendo a más de 500 niños. La cifra de heridos rebasa los 10 mil, y la de niños, los 3 mil. Los esfuerzos humanitarios de UNICEF se han centrado en enviar profesores para atender las necesidades psicosociales de los niños; este ejercicio dio como resultado una serie fotográfica de contradictoria belleza.
Los niños dibujan desde salones de clase en ruinas o desde hospitales para refugiados. Los trazos son similares a los de un niño en cualquier otra parte del mundo: paisajes naturales, edificios surcados por ríos, una casa, mariposas y pájaros, luz del Sol. Los niños sostienen su visión del futuro en medio de la destrucción, mirando a la cámara con una mezcla de sospecha, temor y esperanza: una mirada difícil de definir, enigmática y directa, que apela directamente al espectador.