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El kratom produce sensaciones gratas y evita el dolor, como el opio; por el momento es legal y podría ayudar a combatir adicciones

 

product_102Una planta pariente del café que ha sido usada por siglos en el sureste asiático empieza a despegar entre psiconautas y adictos a los opiáceos, particularmente en Estados Unidos. El kratom (Mitragyna speciosa) puede ser consumido como un té o también masticando sus hojas; produce una sensación de placer y sirve como analgésico y estimulante. 

Actualmente el kratom es legal en la mayoría de los países (en Tailandia se prohibió hace décadas, pero se podría volver a legalizar debido a que no parece producir daños notorios); se puede conseguir en bares de kava (el kava kava es otro high legal importado de Pacífico asiático) o pedir por internet.

La tradición medicinal de esta planta la prescribe para reducir el dolor, contra la diarrea y para disminuir la dependencia al opio; legendariamente, también como un afrodisíaco para prolongar el acto sexual. Es el uso como sustituto de sustancia opiáceas --algunas de las más adictivas del mundo-- el que ha catalizado la reciente ola de kratom y el que ofrece mayor potencial. El kratom se acopla a los mismos receptores moleculares en el cerebro que la morfina y uno de sus alcaloides también se acopla con los receptores de serotonina, lo cual lo hace especialmente útil para combatir la enorme depresión que suele producir la abstinencia de drogas como la heroína. Los usuarios de Erowid que describen sus experiencias con kratom suelen considerarlas relativamente ligeras y disfrutables.

Para muchos toxicómanos, el opio hace de la existencia una indolente procesión --aunque también, una sofisticada contemplación--, de la vida --en palabras de Cocteau--, una perenne "caída horizontal". Dejar los opiáceos es la cruz de numerosos adictos que tienen que batallar sustituyéndolos con otras drogas, muchas veces con otros fármacos igualmente poderosos y con numerosos efectos colaterales. Debido al dolor ablativo y al ansia existencial que provoca dejar los opiáceos, los adictos pueden pasar décadas en un vaivén de recaídas ("paciencia de la adormidera, quien la ha fumado, fumará", escribió Cocteau). El kratom se une a sustancias como la ayahuasca y la ibogaína, que representan importantes salvoconductos para dejar los opiáceos de una manera integral, en este caso de una manera más suave y gradual, sin tener que enfrentar a los usuarios con el terror existencial sanador de potentes psicodélicos.

La farmacéutica Sigma-Aldrich ha desarrollado la primera versión sintética farmacológica del kratom para tratar específicamente a adictos.

Esperemos que el kratom se mantenga legal, ya que empieza a haber una ola de pánico --de fear-mongering-- que hace eco entre amas de casa y medios amarillistas conservadores.