Jerry Seinfeld destroza a la industria de la publicidad en su noche más importante con brillante (e incómodo) discurso
Por: Luis Alberto Hara - 10/08/2014
Por: Luis Alberto Hara - 10/08/2014
Oscar Wilde dijo que "si quieres decirle la verdad a las personas, hazlas reír porque de otra forma te matarán". El comediante de stand-up, en la tradición del bufón, es la única persona a la que se le permite criticar y hablar de los temas incómodos incluso en casa de las personas o grupos que critica (el Caballo de Troya entra vestido de botarga). Un gran ejemplo de esto es el reciente discurso de aceptación del comediante Jerry Seinfeld en los premios Clio, que celebran a la industria de la publicidad.
Entre risas cortadas que no llegaban al estrépito de las risas grabadas en los sitcoms pero que soltaban tensión, Seinfeld dijo: "Me encanta la publicidad porque me encanta mentir", iniciando así una sarcástica retahíla en la que expresó con gran lucidez la problemática moral que escinde a la publicidad: hacer que las personas compren cosas que no necesitan apelando a todo tipo de emociones y sensaciones a través de imágenes aspiracionales:
En la publicidad todo es como quisieras que fuera. No me importa que en realidad el producto que compro no será como lo anuncian, en el tiempo entre ver el comercial y ser dueño del producto soy feliz, y eso es lo que importa. Díganme lo grandioso que será. Lo amo. No necesito estar feliz todo el tiempo. Sólo quiero disfrutar del comercial. Quiero esa cosa. Sabemos que el producto va a ser una basura. Lo sabemos. Porque vivimos en este mundo, y sabemos que todo apesta. Todos creemos: "Hey, tal vez este no será una basura". Somos una especie con fe. Estúpida pero con fe.
Seinfeld agregó, con mordaz ligereza, poniendo el dedo en la llaga inmoral de la publicidad:
Creo que pasarse la vida tratando de engañar a personas inocentes para que se gasten sus ingresos en servicios y artículos de baja calidad que no nos representan es un excelente uso de su energía.
Luego Seinfeld bromeó con que está por escribir un libro llamado Materialismo espiritual, al cual hizo falsa publicidad (y donde ficticiamente imaginamos que revela los secretos para hacerse rico burlándose de la publicidad o con la estrategia de hacer publicidad meta, que supuestamente critica a la publicidad, porque eso es un buen negocio) y dijo: "Creo que el materialismo tiene una mala reputación; no se trata de la cantidad de dinero... si las cosas que compras no te hacen feliz es que estás comprando las cosas equivocadas".
Su discurso de aceptación pasará a la historia de interent junto con el cómicamente lacerante monólogo de Bill Hicks en el que exhorta a los publicistas a suicidarse por el bien del mundo: