¿Y si eliminamos las contraseñas de nuestra Wi-Fi y compartimos la señal?
Por: Pedro Luizao - 06/25/2014
Por: Pedro Luizao - 06/25/2014
La frase "la información quiere ser libre" sintetiza, al menos en una porción considerable, el espíritu 'ideal' de nuestra época. En la medida en que rindamos culto activo a esta premisa –algo así como abrirte a los flujos de data, aprovecharlos y luego compartirlos o permitir que continúen su rumbo–, resonamos con un credo que parece más que apropiado en esta 'era de la información'.
Dentro de esta apertura generalmente consideramos la información archivos de data que, idealmente, debiésemos compartir sin restricciones. Pero pocas veces tomamos en cuenta los accesos a ese cauce a través del cual fluye esta información, y aún más rara es la consideración del papel que nosotros podríamos jugar para favorecer ese acceso libre. Es decir, de vez en cuando surgen campañas o iniciativas que promueven que un determinado gobierno ofrezca internet gratuito a los habitantes de su país o de un sector de la población. Pero, si yo pago a un proveedor el servicio de internet, jamás considero abrir mi señal de Wi-Fi para que otros puedan conectarse y aprovecharla.
En la mayoría de los países las velocidades de conexión a la red dejan mucho que desear, así que mantener mi señal blindada contra extraños está lejos de garantizarme una experiencia plena. Por otro lado, el que alguien se suba a mi señal poco afectará mi propia de navegación –a menos que ese alguien sean 20 'alguienes' o que, por ejemplo, estén descargando grandes cantidades de data, bajando música y video.
Una herramienta contra la vigilancia
Pero, si recolectar un poco de dharma digital no es razón suficiente para animarte a abrir tu señal, existe al menos otro buen incentivo para hacerlo. Esta práctica, sobretodo si se populariza, dificultaría significativamente las labores de vigilancia, ya que la correspondencia entre identidad personal y dirección de IP dejaría de existir.
Para incentivar esta filosofía de apertura inalámbrica, la misma organización, la EFF --por cierto, una de las iniciativas pioneras en la defensa de la libertad de expresión y el derecho a la privacidad en contextos digitales-- lanzará el próximo mes un software creado para que compartas una porción determinada de tu red de Wi-Fi con cualquiera que esté próximo a tu módem. La iniciativa es parte de la campaña OpenWireless.org. y permitirá que el dueño del router mantenga una significativa preferencia sobre su propia señal --de 95%-- pero, a la vez, pueda compartir el resto con cualquiera.
Cabe señalar que han existido ya casos en los que se acusa a alguien de, por ejemplo, descargar pornografía infantil y luego resulta que en realidad se trataba del vecino colgado en su red. Para estos casos, una segunda fase del software planea canalizar la navegación de externos a través de redes anónimas, por ejemplo Tor, y así evitar ‘malentendidos’. Sin embargo, lo que se propone la campaña a mediano plazo es precisamente anular la correspondencia cultural y, por lo tanto, las posibles acciones legales que responsabilizan a una persona de lo que sucede en un IP determinado.
Relájate y comparte
Si aprecias internet y muchos de los fenómenos implícitos en este universo, favoreces la libertad de expresión y condenas la vigilancia corporativa o gubernamental, crees que la democratización del ‘conocimiento’ es un factor esencial para la evolución colectiva y/o te identificas con el mantra inicial de este artículo --“la información quiere ser libre”--, entonces quizá es buen momento para liberar ya tu Wi-Fi y, así, colaborar con la generosa orgía de data e interconexión que resultaría de una red inalámbrica ubicua. A fin de cuentas, la información quiere ser libre.