*

Un fotógrafo capta los artistas que entre la violencia crean en la frontera dividida por el muro: de Tijuana a Brownsville.

La vida en la frontera entre Estados Unidos y México es particularmente extravagante. El masivo tránsito de personas hace que la mezcla cultural en la región sea 'folkloriquísima'. Esta condición y la disparidad económica entre Estados Unidos y Méxic, generan también contrastes oscuros que abonan a la irrealidad del entorno. Al otro lado de la barda, del lado 'gringo' hay una cultura de rechazo y racismo a los migrantes, acaso como una extensión de las patrullas fronterizas a la caza de indocumentados.

La frontera México-Estados Unidos está inmersa en violencia, en gran medida por ser punto de intersección del tráfico ilegal que ingresa a la economía más grande del mundo. Y hoy que los cárteles de droga pelean las zonas de trasiego, cada vez más competidas por la construcción del muro, la violencia en los últimos años se ha disparado.

Entre tal caos, también hay sitio para crear. El arte como necesidad terapéutica de creación es un aliciente discreto pero vital en las zonas de conflicto. El fotógrafo Stefan Falke documenta las obras de personas que viven, crean, denuncian y convierten su percepción diaria en expresiones creativas. Su proyecto La Frontera: Artists Along the U.S.-Mexico Border, registra el trabajo de artistas a lo largo de la 'línea'. El trabajo de estos artistas nos invita a valorar la condición humana, pues la totalidad de las emociones, concebidas culturalmente como benéficas o nocivas,  puede mutar en inspiración.