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PS Recomienda: Peaking Lights, una risueña exploración musical

Por: Jaen Madrid - 01/11/2014

Mientras que la música de otras regiones del globo se aferraba a ciertos tintes oscuros del New Rock n’ Roll perverso, Aaron e Indra se inclinaron por los sonidos sinestésicos: hipnosis de esencia colorida y sabores caleidoscópicos en un día soleado de verano.

Antes de leer algo sobre Peaking Lights, es importante dejar correr alguna de sus canciones mientras se visualizan las ideas escritas, ya que el poder de la sugestión que una simple canción de este dúo californiano puede tener en la conciencia es, virtualmente, infinita.

A.C.I.D. (Aaron Coyes + Indra Dunis) apareció en los subterráneos fantasmas de 2009 con un material que rompía con el prototipo de la nueva Psicodelia, derivada del Blues americano. Posteriormente, bajo el sello de Not Not Fun, dieron a conocer su álbum 936, una mixtura de sonidos Lo-Fi espesos y ritmos aletargados, provenientes de una excéntrica influencia del reggae y la música étnica de las tribus perdidas del Amazonas –lograron así un sonido singular que iría perfeccionándose con experimentos en sintetizadores vintage y un gran puñado de percusiones en Dub Step. Mientras que la música de otras regiones del globo se aferraba a ciertos tintes oscuros del New Rock n’ Roll perverso (como se dio en el caso de bandas como Moon Duo, que salieron de la misma nubosidad de la época), Peaking Lights se inclinó por los sonidos sinestésicos supervenientes de la psicodelia hipnótica de esencia colorida y sabores caleidoscópicos en un día soleado de verano.

“La música es la voluptuosidad de la imaginación”, nos dice Delacroix, una alegoría perfecta para el mecanismo de composición de Aaron e Indra, ya que la improvisación juega un papel muy importante en la armonía de sus discos: canciones como “Hey Sparrow” nos dan la cálida confianza de no perdernos en esa hibernación de sonidos celestiales. Un proceso de composición que se da de forma natural según ellos y en el que podemos percibir su espectacular química como una pareja amorosa. Este equilibrio mental entre ser bandmates y esposos fue un experimento que atraería grandes resultados posteriores con el lanzamiento de su último LP, Lucifer (2012), bajo un nuevo sello, Weird World, y el nacimiento de su hijo Mikko que se lleva los créditos de gran parte del disco.

Este álbum, cuyo título recordemos que, antes de asimilarse con el mal, es en realidad el significado del “Portador de la Luz”, fue el resultado cristalino de esta serie de experimentos y euritmias alegres construidas a base de ritmos cálidos y atmósferas tropicales mucho mejor definidas. Es de elogiarse que además tuvieron la fineza de grabar una versión EP en Psych Dub, un material que no comprende más que sonidos ambientales y bajeos jamaiquinos, algo espléndido si se imagina unas vacaciones por las selvas amorfas del mundo.

Por cierto, lo que ellos posteriormente llamaron Dub Pop y Psych Dub, para describir su música, fue en realidad el perfeccionamiento de un gran sonido que no había sido rescatado aún de la escena Lo-Fi de bandas como Sun Araw, se había mantenido turbio y pasivo, en una grabación austera de videocasetera, esperando a dar a luz en algún surrealista de la aventura que lo deseara así.

Twitter de la autora: @barbedwiredkisss