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¿Qué es el paternalismo liberal y por qué podría hacernos más felices?

Por: Luis Alberto Hara - 12/19/2013

El paternalismo soft es una filosofía intervencionista que, bien manejada, puede mejorar diferentes aspectos de la vida, pero es necesario preguntarse a qué costo.

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El término paternalismo liberal paternalismo soft fue acuñado por el economista conductual Richard Thaler y el abogado Cass Sunstein, y posteriormente desarrollado en el libro Nudge ("Empujón"), para describir una ruta hacia mejores políticas públicas e individuos más felices, no sin ciertas problemáticas.

En términos simples, el paternalismo liberal afirma que incluso las personas competentes y bien informadas cometen errores cuando toman decisiones para sus propios intereses. Lo anterior aplica al interior de organizaciones privadas y en instituciones públicas, por lo que, según Thaler y Sunstein, deberíamos permitir que empresas y gobierno nos dieran un pequeño "empujón" de vez en cuando, sin por ello eliminar la libertad de acción.

La mejor forma de explicar esta filosofía política con raíces económicas es verla en un par de casos prácticos.

Algunas personas quieren donar sus órganos al morir y otras no. ¿Qué postura puede tomar el Estado? Según el paternalismo soft, hacer que toda la gente sea donadora por default aumentaría la tasa de donaciones gracias a un trámite extra que la gente tendría que hacer para salir del programa de donadores. En la actualidad, uno tiene que registrarse o portar una credencial si desea ser considerado donador de órganos al momento de morir; en el otro esquema, sería necesario portar una credencial para informar que no se desea donar órganos, por cualquier razón que el no-donador decida.

Otro ejemplo son las pensiones. Si los trabajadores son dados de alta en un sistema de pensiones, tendrían que hacer un trámite aparte si desean desincorporarse, si lo deciden. En un caso de estudio, 86% de los trabajadores de una empresa decidieron quedarse afiliados al sistema de ahorro para el retiro donde fueron colocados, a diferencia de 49% de afiliados que tenían en un principio.

La fórmula de oro del paternalismo soft parece ser: alterar el comportamiento de manera positiva mientras se preserve la libertad de elección. Sus aplicaciones prácticas, sin embargo, pueden también ser utilizadas por la publicidad: en el esquema tradicional de los menús en un restaurante, ves los platillos del lado izquierdo y los precios del derecho. Mucha gente busca simplemente lo más barato del menú y lo pide. Una forma de hacerlos gastar más y "elegir mejor" puede ser colocar pequeñas descripciones de la comida y justo debajo poner el precio; así, al menos la gente tendría que promediar entre varias opciones. 

En un aeropuerto de Amsterdam se "plantaron" moscas dentro de los urinales: esta sencilla medida redujo el trabajo de limpieza en un 80%. ¿Por qué? Porque de esta forma, los hombres se fuerzan inconscientemente a "apuntar" hacia la mosca dentro del mingitorio.

Pero como es fácil notar, este tipo de filosofía económica parte de una especie de "ingeniería de la conducta" que permite expresar fuertes dudas sobre la probidad y honestidad con que puede ser utilizada (más o menos como cuando la NSA dijo que no espiaba Internet y luego resultó que sí). Una regla del paternalismo liberal es que no debe ser coercitivo, ¿pero quién decide qué es coercitivo y qué no? ¿Las leyes que criminalizan la protesta pública o que absorben las disidencias autoorganizadas no serían una suerte de paternalismo de Estado que deja a los ciudadanos/niños con la capacidad de protestar, pero dentro de los horarios establecidos por los Estados?

Los impuestos a los "pecados" no son paternalismo soft: el impuesto al alcohol y al tabaco, por ejemplo, funcionan más bien como un castigo en contra de ciertos comportamientos considerados nocivos (lo cual es cierto); la prohibición a ciertas drogas como la cannabis tampoco cae dentro del paternalismo soft, salvo en ciertos casos, pues el consumidor no tiene la opción de consumirla o no.

Probablemente la reforma uruguaya con respecto a la regularización del consumo de cannabis funcione como un buen ejemplo de paternalismo suave: la sustancia es legal, y si alguien quiere puede adquirirla en una farmacia, pero a través de importantes trabas: el comprador debe ser mayor de edad y uruguayo (con lo que pretende evitarse el turismo de drogas); el gobierno lleva una rigurosa lista de tu consumo, y si pasas de ciertos estándares podrías pasar tiempo en una clínica de rehabilitación.

Sin embargo, el pero más grande que podríamos ponerle a esta filosofía es que el paternalismo implica que los trabajadores o los ciudadanos son niños que no pueden tomar decisiones por sí mismos, niños que necesitan de una guía firme pero flexible, como la de un padre salido de un modernísimo manual de paternidad. El Estado moderno probablemente no sea la institución más perfecta, pero entregar su rol a la administración de la conducta con fines económicos (incluso en pos de una felicidad definida en términos de mercado y consumo) no parece mucho más deseable que una franca tiranía.

Es cierto, mucha gente incurre en conductas autodestructivas con respecto a su trabajo o su vida emocional, pero hacerlo es también parte de su libertad. En otras palabras, somos libres no porque podemos decidir comprar drogas o hacer trámites, sino porque podemos decidir no hacerlo.