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Recordando a Katsushika Hokusai en su aniversario 253

Por: Luis Alberto Hara - 10/31/2013

Pijama Surf celebra el cumpleaños 253 del exquisito artista japonés, Katsushika Hokusai.

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El 31 de octubre de 1760 nació el autor de La gran ola de Kanagawa, la estampa japonesa que Pijama Surf ha elegido como imagen desde su nacimiento, por lo que no podíamos dejar pasar este día sin rendirle un pequeño homenaje a Hokusai.

En realidad, “Hokusai” no fue su nombre verdadero, y ya que estamos en el tema onomástico, es necesario mencionar que este obsesivo artista usó por lo menos 30 nombres distintos a lo largo de su carrera. Sí, es verdad que cambiar de nombre según la etapa artística por la que atravesaba el autor era una característica de los japoneses, pero lo que no es común es la cantidad enorme por la que pasó Hokusai. Esto se debe a que él mismo fue consciente de cada cambio que experimentaba su obra, además de que tenía grandes y longevos planes para sí mismo:

Desde los seis años se me presentó la manía por dibujar la forma de las cosas. Para cuando cumplí cincuenta, ya había publicado un universo de diseños, pero todo lo que hice antes de cumplir setenta años no vale un centavo. Cuando tenga setenta y cinco, habré aprendido algo acerca del patrón de la naturaleza, de los animales, de las plantas, los árboles, los pájaros, los peces e insectos. Cuando cumpla ochenta verás un verdadero progreso. A los noventa me habré adentrado en el misterio de la vida misma. A los cien seré un artista maravilloso. A los ciento diez, todo lo que he creado, un punto, una línea, saltará a la vida como nunca antes. A todos ustedes que vivirán tanto como yo, les prometo mantener mi palabra. Escribo esto en una edad anciana. Me solía llamar a mí mismo Hokusai, pero hoy firmo “El viejo loco por el dibujo”.

Así habló Hokusai desde la sabia postura que otorga la vejez, así como desde el arrebato creativo y la obsesión artística que lo caracterizaron: Hokusai dejó cerca de 30, 000 mil obras, entre pinturas en seda, impresiones en planchas de madera (como la serie de estampas que lo hicieron famoso en occidente y a la que pertenece La gran ola), ilustraciones de viajes, eróticas y para libros, manga (bocetos y caricaturas de la vida cotidiana de distintas clases sociales japonesas y que influenciaron los comics hoy conocidos como “manga”), manuales de arte, cuadros y bocetos.

Una de sus series de estampas más famosa fue 36 vistas del monte Fuji, a la que pertenece la emblemática gran ola. Es curioso que para los occidentales esta pintura representa el arte japonés por excelencia, sin embargo, según explica Andreas Ramos, ésta es lo menos japonés posible que se podía encontrar en esa época. ¿Por qué? Primero, por el contenido. La pintura tradicional japonesa nunca hubiera incluido a los pescadores en sus escenas, pues los pescadores pertenecían a una de las clases sociales más bajas y despreciadas, además de que en el estilo ukiyo-e, del que se hablará más adelante, no se solía pintar la naturaleza. Segundo, por la forma. Ni la perspectiva ni la gradación en la sombra del cielo habrían sido elementos a considerar en la tradición japonesa.

Hokusai hizo esta bella y equilibrada estampa una vez que ya había explorado otras técnicas y había encontrado un estilo personal. La serie pertenece a la década de 1820, cuando se considera que el artista había alcanzado el pico de su carrera. Con ella, introduce un giro que revoluciona el ukiyo-e y es que introduce los paisajes y la naturaleza a esta técnica.

El ukiyo-e o “imágenes del mundo flotante” fue un movimiento que nació (como Hokusai) durante el periodo Edo de la historia japonesa, un periodo que se caracterizó por tener a los shoguns como los jefes del poder político y militar y por mantener a Japón como un estado aislado de la influencia occidental, aislamiento contra el que Hokusai se rebelará en la medida que su manía por el arte lo llevara a necesitar conocer más y más. Este movimiento artístico estuvo conectado, sobre todo, a los placeres teatrales (muchas estampas fueron, de hecho, primero carteles), de los restaurantes y casas de té y de geishas, por lo que se representaban únicamente motivos relacionados con ese mundo (cortesanas y actores). Será el irreverente y sensacional artista que nos ocupa quien introduzca, tras ser expulsado de distintas escuelas de arte que cultivaban el ukiyo-e, los paisajes, animales y escenas de la vida cotidiana a esta técnica.

Además de su formación académica, obtuvo la inspiración de la pintura flamenca, de la que tomó esos elementos occidentales que ya se han mencionado, lo que provocó que artistas europeos como Van Gogh y Whistler estudiaran su obra y acuñaran un nuevo término, el Japonaiserie o “japonismo”, para hablar del intercambio entre la cultura japonesa y la europea. Desde entonces, la obra de Hokusai ha influenciado a muchos artistas, incluso su ola se extiende visiblemente hasta 2010, con la publicación de la novela de Robert Zelazny, 24 vistas del monte Fuji, por Hokusai, compuesta por 24 capítulos, cada uno inspirado en una estampa del artista.

De alguna manera, su profecía se ha cumplido: han pasado más de 110 años desde su nacimiento y su obra en efecto cobró vida, ya por sí misma, ya en la de otros artistas. Larga vida al viejo loco apasionado por el arte.

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