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Noruega devuelve a México los restos de la "mujer mono", sensación circense del siglo XIX

Por: Jimena O. - 04/02/2013

Debido a una enfermedad conocida como hipertricosis, Julia Pastrana recorrió el mundo a mediados del siglo XIX bajo motes como "la Indescriptible”, “la mujer oso”, “la mujer simio” y otros; ahora, en un acto de dignificación, el gobierno de Noruega devolvió sus restos a México para que termine así su vagabundeo circense.

Juliana-Pastrana-mujer-simio

A mediados del siglo XIX, la lotería de lo insólito tenía en Julia (o Juliana) Pastrana una de sus mejores cartas. Una mujer que por aspecto fue exhibida en distintas ferias del mundo con el mote “La Indescriptible”, al que se añadían varios epítetos que iban de “la mujer oso” a “la mujer simio” y otros menos fáciles como “la maravillosa híbrido”.

Nacida en 1834 en Sinaloa, en la costa mexicana del Pacífico, y, según refiere María Emilia Chávez Lara, creció como parte del personal doméstico del entonces gobernador Pedro Sánchez. Sin embargo, en un tránsito del cual no existe documentación al respecto, a los 20 años fue llevada al Gothic Hall de Nueva York como atracción de los curiosos. Al parecer la hipótesis más probable es que, en algún punto, la mujer fue adquirida por un tal Theodore Lent, empresario de dudosa reputación que bajo este nombre podría esconder un pasado criminal.

Físicamente, Pastrana medía poco menos de metro y medio, y lo más singular era el tupido vello oscuro que cubría prácticamente todo su cuerpo, rostro incluido, lo cual, aunado a sus facciones toscas, le valieron la comparación con un primate no humano. Como parte de su promoción se aseguraba que era hija de un ser humano y un orangután. Curiosamente, a Julia también la distinguía una voz incomparable, de mezzo-soprano, y el talento musical suficiente para tocar la guitarra.

mujer

“Simplemente era horrible por la abundancia de pelo negro que crece en su frente y barba, pero su figura es muy bella y graciosa […] y su pequeño pie y tobillo tan bien torneados, la perfección en sí mismos”, escribió Frank Buckland, un conocido científico inglés, con una sospechosa inclinación por los monstruos y las quimeras, que conoció a Pastrana en Londres.

Con el tiempo, Pastrana se casó con su captor, el empresario Lent, con quien además intentó procrear un par de hijos; y si bien ambos fallecieron al nacer, ello no obstó para que Lent vendiera sus cadáveres.

Ahora, en un acto que se ha calificado de dignificación, la Facultad de Medicina de la Universidad de Oslo devolvió a México los restos de Julia Pastrana para que sean enterrados en su tierra natal y, en cierta forma, cerrar honorablemente sus viajes por el mundo. Cabe destacar que aun después de su muerte, ocurrida cuando tenía 36 años, justo al parir su segundo hijo, Lent vendió su cadáver a la Universidad de Moscú, donde fue embalsamado para así continuar exhibiéndolo. En 1921 el empresario noruego Haakon Lund los adquirió para este fin hasta que las críticas recibidas se lo impidieron. De ahí el cadáver fue robado y reapareció en 1976, cuando la policía noruega lo decomisó y trasladó al Instituto de Medicina Forense de Oslo.

La devolución fue solicitada por autoridades de México, quienes ofrecieron colaboración de tipo científica a cambio de los restos de Pastrana, en particular, una investigación en torno a la hipertricosis, la enfermedad que la mujer padecía.

Con información de Milenio y Yahoo