«Acapulco después del Otis»: escribir como acto de resistencia colectiva (ENTREVISTA)
Libros
Por: Carolina De La Torre - 12/08/2025
Por: Carolina De La Torre - 12/08/2025
Hablar con la escriRoxana Cortés es entrar a un territorio que no se piensa desde afuera: se piensa con el cuerpo, desde la memoria que insiste y desde una realidad que todavía duele. Ella forma parte del colectivo de mujeres que dio origen a Acapulco después del Otis, una antología literaria nacida como respuesta a uno de los desastres más devastadores en la historia reciente del puerto. Y también como un acto de acompañamiento, de resistencia y de comunidad.
“No hay que perder de vista que somos un grupo de mujeres que escribimos, sí, pero también que acompañamos”, dijo al inicio de la conversación. “Nos interesa dialogar sobre lo que sucede, sobre estas realidades que nos atañen como personas”. Desde ahí comienza esta historia.
📖 #PresentaciónDeLibro | “Acapulco después del Otis”
— Colegio de San Ildefonso (@SanIldefonsoMx) October 31, 2025
Un libro nacido del diálogo, la memoria y la reconstrucción. 🌊
Esta antología de cuento y crónica reúne voces que escriben desde la devastación y la esperanza, entre ellas la de Eduardo Vázquez Martín, coordinador del… pic.twitter.com/SCqE6ljKiD
El proyecto nació después del huracán, pero no solo por el huracán. Antes de que existiera la intención de publicar, el colectivo impulsó una exposición en el Colegio de San Ildefonso, una respuesta inmediata al impacto del desastre. “Primero estuvimos tratando de apoyar con víveres. Y después vimos que había artistas que habían perdido todo: su material de trabajo, sus estudios, lo básico para sobrevivir”, cuenta.
Esa exposición, se convirtió en el detonante de algo más. “A partir de ahí vimos que esto necesitaba llegar a más”.Junto con su colectivo, el proyecto tomó forma. “Llegamos a apostar por acompañar a través de la literatura y hacer visibles realidades que después se pierden en la memoria histórica”.
La idea de “reconstrucción simbólica” atraviesa todo el libro. No como consuelo, sino como gesto colectivo. Para Roxana, sanar no es un acto solitario ni inmediato. “El papel de los escritores y de los artistas en la transformación social no se ve tan evidente. Siempre es un trabajo de muchas manos, de muchos agrupamientos”, explica.
La antología, dice, no pretende cerrar una herida, pero sí sumar un registro íntimo. “No hay forma en la que un aporte pueda incidir tanto como a través de la creación. Y aquí está una publicación de personas que se ocuparon y se preocuparon por poner su trabajo, incluso sin recibir una retribución económica”.
Cuando se quiebra un territorio, también se quiebra lo que lo sostiene. Sin embargo, en Roxana hay una claridad profunda sobre lo que permanece. Ella no viene del Acapulco turístico del imaginario colectivo. Creció en Tunzingo, un pueblo del municipio de Acapulco, más cercano a la Costa Chica que al puerto que todos imaginamos y conocemos.
“Para mí siempre ha estado muy presente la devastación. Una realidad más cruda, con acceso difícil a la educación y a servicios básicos”, comenta. Ese contraste se volvió evidente después del huracán: cómo se distribuye el apoyo, quién queda en los márgenes, qué zonas quedan fuera de la conversación pública. “Eso me hizo reconsiderar cuál es nuestro papel dentro de un territorio y replantear qué es Acapulco, no solo como destino turístico”.
Una de las decisiones más significativas del proyecto fue integrar a autores adolescentes. Para Roxana, no se trataba solo de diversidad generacional, sino de sensibilidad. “El más joven tiene 13 años. Vivió el huracán y escribió sobre su experiencia. Él marca un registro de la preocupación que tienen también los niños y adolescentes por enfrentar su realidad y compartir cómo la sienten”, afirma.
Estas voces abren otra dimensión del duelo: la que ve el desastre desde los primeros vínculos que se rompen, desde un futuro que todavía se está construyendo.
En Acapulco después del Otis conviven denuncia y resistencia. Cada texto carga con una herida, pero también con la voluntad de narrarse. “Creo que esto va a marcar una coyuntura, pero también va más hondo”, dice Roxana. “Invita a voltear a ver qué sucede en un territorio que damos por hecho. Hay una memoria histórica que necesita revisitarse desde otros enfoques”.
Los fondos recaudados por el libro se destinarán a la Biblioteca Municipal Alfonso Alarcón, en el Zócalo de Acapulco. Una decisión que para Roxana tiene un peso emocional profundo. “Mi mamá estudiaba ahí cuando era adolescente”, recuerda. La biblioteca es un espacio simbólico para varias generaciones acapulqueñas, hoy vulnerable y necesitado de apoyo. “Reforzar ese vínculo a través de la literatura es muy significativo”.
Al final, le pregunto qué fue lo que personalmente la llevó a involucrarse en este proyecto, más allá del trabajo colectivo. Su respuesta es luminosa en su honestidad.
“Para mí siempre ha sido importante pensarme desde y con el territorio. Soy originaria de Tunzingo. Siempre está esa huella del enunciarme y saber posicionarme. Aunque esté en Ciudad de México o en otros lados, llevo conmigo ese acuerpamiento que me vio crecer en una comunidad”.
Eso la sostiene. Eso la impulsa a contar lo que no puede permanecer en silencio.
Antes de despedirnos, Roxana deja una invitación clara: leer, acompañar, abrir el diálogo. “Pensar un territorio también es replantearte tu propia realidad como mexicano”, dice. Y en un país atravesado por múltiples memorias dolorosas, sus palabras resuenan.