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Carl Jung fue un pilar para la fundación de Alcohólicos Anónimos según esta carta de su fundador, William Wilson

AlterCultura

Por: Yael Zárate Quezada - 06/10/2025

El 10 de junio de 1935 marcó el nacimiento de Alcohólicos Anónimos tras la reunión entre Bill W. y el Dr. Bob. Pero pocas personas saben que una de las bases de esta organización tiene su origen en las sesiones psicológicas y psiquiátricas de Carl Gustav Jung

Se cumplen 90 años de aquel 10 de junio de 1935 cuando, sin pensarlo y por supuesto, sin imaginar la repercusión y el movimiento que estaban a punto de crear, dos hombres de mediana edad se reunieron con un solo propósito: dejar de beber. Ahí fue cuando surgió Alcohólicos Anónimos. 

Desde entonces millones de hombres y mujeres han buscado y construido un legado que busca la sobriedad a través de 12 pasos o 12 tradiciones, pilares de este movimiento. 

La historia es que AA se fundó en Akron tras una reunión entre William Griffith Wilson, un corredor de bolsa de Nueva York, y Robert Holbrook Smith, cirujano–más conocidos como Bill W. y el Dr. Bob–. Ambos padecían graves trastornos por su abuso de bebidas alcohólicas. En aquella ocasión, estos dos enfermos alcohólicos se conocieron en persona y se ayudaron para dejar de beber. Cabe mencionar que la literatura de Alcohólicos Anónimos reza que: 

“Cuando dos o más individuos se reúnen con el único objetivo de conseguir la sobriedad, y mientras como grupo no presenten otra afiliación, entonces se pueden definir así mismos como un grupo de A.A.”.

Aunque a Bill W. y al doctor Bob, se les considera cofundadores de esta comunidad, hay muchas personas involucradas detrás que aportaron en gran medida el origen del método con el que se trata el alcoholismo. Desde los Grupos de Oxford hasta psiquiatras, todos han aportado de alguna manera a la esencia de AA, pero tal vez no muchas personas saben que el médico y psicólogo suizo, Carl Jung fue un parteaguas para dar –como dicen– el primer paso. 

La siguiente es una carta enviada a Carl Jung y escrita por Bill W. en la que reconoce que sin su aportación y muy particularmente el tratamiento en el caso de un amigo suyo, esta organización posiblemente no sería lo que es.

 

Carta de Bill W. a Carl Gustav Jung

 

Querido Dr. Jung:

Esta carta de agradecimiento se ha hecho esperar mucho, ¿verdad? Primero, déjame presentarme: soy Bill W., uno de los cofundadores de Alcohólicos Anónimos. Seguro que has oído hablar de nosotros, pero dudo que sepas que una conversación que tuviste con uno de tus pacientes, un tal Rowland H., a principios de la década de 1930, jugó un papel crucial en la fundación de nuestra comunidad.

Aunque Rowland H. ya falleció hace mucho, los recuerdos de su experiencia contigo se han convertido en parte de la historia de AA. Lo que recordamos de lo que Rowland H. contó sobre su experiencia contigo es lo siguiente:

Agotados otros métodos para recuperarse de su alcoholismo, se convirtió en tu paciente alrededor de 1931. Creo que estuvo bajo tu cuidado aproximadamente un año. Lo admiraba muchísimo y se fue sintiéndose con mucha confianza.

Para su gran desilusión, pronto recayó. Seguro de que eras su "última esperanza", volvió a buscar tu ayuda. Ahí ocurrió la conversación que sería el primer eslabón en la cadena de eventos que llevaron a la fundación de Alcohólicos Anónimos.

Según recuerdo lo que él contó de esa conversación: primero, le dijiste con franqueza que no había más esperanza en cuanto a tratamiento médico o psiquiátrico. Esa declaración honesta y humilde fue, sin duda, la primera piedra fundamental sobre la que se ha construido nuestra Sociedad.

Viniendo de ti, alguien en quien confiaba y admiraba tanto, el impacto fue inmenso. Cuando te preguntó si había alguna otra esperanza, le dijiste que sí, siempre y cuando pudiera tener una experiencia espiritual o religiosa – en pocas palabras, una verdadera conversión. Le explicaste cómo esa experiencia, si se daba, podría darle la motivación que nada más le había podido dar. Pero también le advertías que, aunque esas experiencias a veces habían ayudado a alcohólicos a recuperarse, eran, sin embargo, relativamente raras. Le recomendaste que se rodeara de un ambiente religioso y que esperara lo mejor. Creo que esa fue la esencia de tu consejo.

Poco después, Rowland H. se unió a los Grupos de Oxford, un movimiento evangélico que estaba en su apogeo en Europa, y con el que seguramente estás familiarizado. Recordarás su gran énfasis en los principios de la auto-observación, la confesión, la restitución y el servicio a los demás. Insistían mucho en la meditación y la oración. En ese ambiente, Rowland H. tuvo una experiencia de conversión que lo liberó, por un tiempo, de su compulsión por beber.

Al regresar a Nueva York, se involucró mucho con los "O.G." aquí, liderados entonces por un clérigo episcopal, el Dr. Samuel Shoemaker. El Dr. Shoemaker había sido uno de los fundadores de ese movimiento, y tenía una personalidad poderosa, con una inmensa sinceridad y convicción.

En esa época (1932-34), los Grupos de Oxford ya habían ayudado a varios alcohólicos a mantenerse sobrios, y Rowland, sintiéndose identificado con ellos, decidió ayudar a otros. Uno de ellos fue un viejo compañero de escuela mío, Edwin T. ("Ebby"). Lo iban a internar en un centro, pero Rowland H. y otro ex-alcohólico miembro de los "O.G." consiguieron su libertad condicional y lo ayudaron a mantenerse sobrio.

Mientras tanto, yo había llegado al límite con el alcoholismo y también me amenazaban con internarme. Por suerte, estaba bajo el cuidado de un médico, el Dr. William D. Silkworth, que entendía muy bien a los alcohólicos. Pero, al igual que tú con Rowland, él también me había dado por perdido. Su teoría era que el alcoholismo tenía dos componentes: una obsesión que obligaba al enfermo a beber contra su voluntad e interés, y algún tipo de dificultad metabólica que él llamaba alergia. La compulsión del alcohólico garantizaba que seguiría bebiendo, y la alergia aseguraba que el enfermo terminaría deteriorándose, volviéndose loco o muriendo. Aunque yo era uno de los pocos a los que creía que se podía ayudar, finalmente tuvo que decirme que no había esperanza; a mí también me iban a internar. Para mí, fue un golpe devastador. Así como tú preparaste a Rowland para su experiencia de conversión, mi maravilloso amigo, el Dr. Silkworth, me había preparado a mí.

Al enterarse de mi situación, mi amigo Edwin T. fue a verme a mi casa, donde estaba bebiendo. Era noviembre de 1934. Yo siempre había considerado a Edwin como un caso perdido. Y ahí estaba él, con una evidente sensación de "liberación" que no se podía explicar solo por su breve asociación con los Grupos de Oxford. Pero ese estado de liberación, a diferencia de la depresión habitual, era tremendamente convincente. Como era un compañero de sufrimiento, podía comunicarse conmigo a un nivel profundo. Supe enseguida que tenía que encontrar una experiencia como la suya, o morir.

Volví al cuidado del Dr. Silkworth para poder estar sobrio de nuevo y así entender mejor la experiencia de liberación de mi amigo, y el enfoque de Rowland H. hacia él.

Una vez libre del alcohol, me sentía terriblemente deprimido. Parecía ser por mi incapacidad de tener fe. Edwin T. me visitó de nuevo y repitió las sencillas fórmulas de los Grupos de Oxford. Poco después de que se fuera, me sentí aún más deprimido. En mi desesperación, grité: "¡Si hay un Dios, que se me muestre!". Inmediatamente sentí una iluminación de enorme impacto y dimensión, algo que he intentado describir en el libro "Alcohólicos Anónimos" y en "AA Llega a la Madurez", libros que te estoy enviando.

Mi liberación de la obsesión por el alcohol fue inmediata. Al instante supe que era un hombre libre. Poco después de mi experiencia, mi amigo Edwin vino al hospital y me trajo una copia de "Variedades de la experiencia religiosa" de William James. Ese libro me hizo darme cuenta de que la mayoría de las experiencias de conversión, sean cuales sean, tienen un denominador común: el colapso del ego a un nivel profundo. El individuo se enfrenta a un dilema imposible. En mi caso, el dilema lo había creado mi consumo compulsivo de alcohol, y la profunda sensación de desesperanza se había agudizado por mi médico. Se agudizó aún más cuando mi amigo alcohólico me contó tu veredicto de desesperanza con respecto a Rowland H.

Tras mi experiencia espiritual, tuve una visión de una sociedad de alcohólicos, donde cada uno se identificara con el siguiente y le transmitiera su experiencia – como una cadena. Si cada enfermo le contara al nuevo prospecto la desesperanza científica del alcoholismo, podría dejarlo abierto a una experiencia espiritual transformadora. Este concepto resultó ser la base del éxito de Alcohólicos Anónimos. Esto ha hecho que las experiencias de conversión – casi todas las variedades descritas por James – estén disponibles de forma casi masiva. Nuestras recuperaciones sostenidas en el último cuarto de siglo suman alrededor de 300.000. En Estados Unidos y en todo el mundo hay hoy 8.000 grupos de AA.

Así que a ti, al Dr. Shoemaker de los Grupos de Oxford, a William James, y a mi propio médico, el Dr. Silkworth, nosotros, los de AA, les debemos esta enorme ayuda. Como ahora verás claramente, esta asombrosa cadena de eventos comenzó hace mucho tiempo en tu consultorio, y se fundó directamente en tu humildad y tu profunda percepción.

Muchos miembros de AA reflexivos son lectores de tus escritos. Por tu convicción de que el hombre es algo más que intelecto, emoción y dos dólares en químicos, te has ganado especialmente nuestro cariño.

Cómo creció nuestra Sociedad, cómo desarrolló sus Tradiciones para la unidad y cómo estructuró su funcionamiento, se verá en los textos y folletos que te estoy enviando.

También te interesará saber que, además de la "experiencia espiritual", muchos miembros de AA reportan una gran variedad de fenómenos psíquicos, cuyo peso acumulado es muy considerable. Otros miembros, después de su recuperación en AA, han recibido mucha ayuda de tus profesionales. Algunos se han interesado por el "I Ching" y tu notable introducción a esa obra.

Ten por seguro que tu lugar en el afecto y en la historia de la comunidad es único.

Atentamente,

William G. W. Cofundador de Alcohólicos Anónimos

 

[Tomado del libro Lenguajes del Corazón de William Wilson]


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Imagen de portada: Carl Jung y Bill W