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El tiempo y el espacio son sólo íconos en la pantalla virtual que genera la conciencia, según Donald Hoffman

Medios y Tecnología

Por: Emilio Novis - 07/21/2024

La filosofía informática de Donald Hoffman sugiere que la conciencia genera sus propias representaciones para navegar el mundo

La pregunta por la realidad, es la gran pregunta filosófica que une a Platón con el budismo o con el gnosticismo y sus avatares modernos como la física cuántica y la ciencia ficción. Cuestionar lo aparente es la labor esencial de una persona intelectualmente. ¿Has notado que tus sentidos solo te ofrecen representaciones del mundo, no el mundo en sí?. Estas son las preguntas que los filósofos han explorado durante siglos al observar su propia conciencia, y que ahora la ciencia empieza a considerar. Existe la posibilidad de que la realidad compartida sea, en realidad, una ilusión consensuada.

Donald Hoffman, profesor de ciencias cognitivas en la Universidad de California, Irvine, ha pasado tres décadas investigando la percepción, la inteligencia artificial, la teoría evolutiva del juego y el cerebro. Según Hoffman, la realidad tal como la percibimos es falsa; lo que oímos y sentimos no es lo que realmente está "allá afuera". Nuestras percepciones son comparables a los íconos en las pantallas de nuestras computadoras: una interfaz que oculta la complejidad del software y hardware subyacentes. De manera similar, nuestras percepciones son simplificaciones que nos ayudan a navegar por el mundo y tomar decisiones beneficiosas para nuestra supervivencia. En las propias palabras de Donald Hoffman: 

El mundo de nuestra experiencia diaria -el mundo de las mesas, sillas, estrellas y personas, con sus formas, olores, sensaciones y sonidos- es una interfaz específica de nuestra especie para un reino mucho más complejo, cuya característica esencial es consciente. Es improbable que los contenidos de nuestra interfaz se asemejen a ese reino. De hecho, la utilidad de una interfaz requiere, en general, que no lo hagan. Las presiones evolutivas dictan que nuestra interfaz específica de la especie, este mundo de nuestra experiencia diaria, debe ser una radical simplificación, seleccionada no por su representación exhaustiva de la realidad, sino por su pragmatismo mutable de supervivencia.

Hoffman sugiere que nuestras percepciones nos pueden engañar no solo sobre nuestro lugar en el universo, sino también sobre la propia naturaleza del universo. Este engaño es un producto de la evolución, que favorece a aquellos organismos que aumentan su capacidad de supervivencia, no a aquellos que perciben la realidad en su totalidad.

Hoffman denomina su teoría «realismo consciente» y sostiene que «la conciencia, y no el tiempo-espacio y sus objetos, es la realidad fundamental, que puede describirse mejor como una red de agentes conscientes».

Si Hoffman tiene razón, la realidad es mucho más compleja y misteriosa de lo que imaginamos. No somos simples observadores pasivos de un mundo objetivo, sino creadores activos de nuestra propia realidad. Aunque esta idea puede ser difícil de aceptar, también es profundamente liberadora, invitándonos a moldear nuestra realidad con cada acto de conciencia.

Esta perspectiva desafía todo lo que creemos saber sobre el mundo, pero Hoffman presenta argumentos sólidos respaldados por la teoría cuántica y la ciencia cognitiva. Aunque su teoría aún está en desarrollo y enfrenta escepticismo, plantea preguntas fascinantes sobre la naturaleza de la realidad y nuestra relación con ella.

Imagen: Quanta Magazine