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Un precioso ejercicio de devoción: joven transcribe todo el Corán a mano, en caligrafía y en un solo pergamino

Arte

Por: José Robles - 07/11/2022

En un esfuerzo precioso de disciplina, talento, devoción e incluso contemplación, este joven chachemir transcribió todo el Corán en un solo pergamino

Si algo desarrolla la práctica genuina de una religión es, sin duda, algunos rasgos que aunque identificados usualmente con la espiritualidad, también pueden considerarse desde un punto de vista psicológico y quizá incluso filosófico, entre ellos, la disciplina, la devoción y la contemplación. Al menos en el caso de las grandes religiones de la historia (orientales y occidentales), esos tres elementos son al mismo tiempo el camino y el fin, el método y el propósito. La oración, la meditación, los ritos, el estudio de los textos sagrados: prácticamente todos los componentes del fenómeno religioso y su suceder mismo como hecho y acto descansan y alimentan las habilidades de ser disciplinados en la realización frecuente de una práctica, en ejercer cierto tipo de meditación o reflexión al estar involucrados en un hecho religioso y, finalmente, creer fervientemente en eso que se realiza.

De ahí que también en prácticamente todas las grandes religiones se puedan encontrar actos en donde confluyen esos tres elementos. La meditación del budismo, la oración del cristianismo o, como en el caso del que hablaremos a continuación, la caligrafía del Islam.

Esta historia de devoción, disciplina y contemplación está protagonizada por Mustafa-Ibn-Jameel, un joven de 27 años oriundo de Chachemira, una región que desde mediados del siglo XX está dividida políticamente entre China, India y Pakistán. A diferencia de este último país, la región de Cachemira buscó mantener cierta independencia luego de que la India dejó de ser una colonia del Reino Unido en 1947. Sin embargo, la intención no se desarrolló de la mejor manera.

Como muchas otras personas en su región, Mustafa practica la religión musulmana, en su caso, con un talento muy especial: la caligrafía. Como es sabido, por su tipo de escritura y también por la restricción que impone el islam de no representar seres animados, la caligrafía árabe alcanzó desde sus orígenes notables propiedades estéticas, las cuales la elevan a calidad de arte y exigen un alto grado de dedicación a quien busca practicarla con estándares de belleza y perfección.

Tal es el caso de Mustafa, quien motivado por esa misma dedicación y sin duda por la devoción que señalábamos anteriormente, transcribió el Corán en su totalidad a mano, usando todas sus habilidades como calígrafo y todo en un solo pergamino que al final tuvo una extensión de 500 metros. La proeza le tomó al joven cerca de siete meses de trabajo continuo, en los cuales destinó un promedio de dieciocho horas cada día a la tarea.

De acuerdo con medios locales, Mustafa comenzó a copiar los 6 236 versos (o aletas) del Corán por dos motivos principales: el primero, porque no pasó una prueba de matemáticas que necesitaba para continuar sus estudios y, en segundo lugar, porque deseaba mejorar su caligrafía.

Sin embargo, conforme fue avanzando en la transcripción, se dio cuenta de que le gustaba e incluso le daba alegría realizarla. Así, cuando acabó con el primer capítulo (o azora), decidió proseguir hasta terminar todo el libro sagrado.

La hazaña le valió a Mustafa inscribir su nombre en el Libro de los Récords Lincoln, una organización similar a los Récord Guinness pero enfocada en reconocer personas con talentos excepcionales.

Y quizá al final de esta historia podríamos decir, como se lee en algunas historias de Las mil y una noches: "¡Pero Alá sabe más!".


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Imagen de portada: Lincoln Book of Records