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'Son civilizados y se parecen a nosotros': hipocresía y racismo en la cobertura de la guerra entre Rusia y Ucrania

Sociedad

Por: Luis Alberto Hara - 03/12/2022

Reporteros en shock al ver personas de "ojos azules, rubias" y "blancas y cristianas" refugiándose en otros países, perdiéndolo todo. Antes esto sólo ocurría en países distantes con los que tenían poco en común

Ucrania está sufriendo una terrible destrucción, la cual es inexcusable. Millones de personas están siendo obligadas a refugiarse en otros países y otras a combatir por sus vidas. Los ucranianos merecen absoluta simpatía, solidaridad y toda la ayuda que sea posible para mitigar esta tragedia. Es importante mencionar esto antes de analizar la cobertura mediática que estamos viendo en medios occidentales.

En reiteradas ocasiones en las últimas semanas hemos visto como los medios occidentales muestran claramente que se identifican más con los ucranianos, que esta guerra los indigna y escandaliza más que otras y, al mismo tiempo, una constante exaltación de las formas y los valores occidentales. Esto ciertamente puede esperarse, es de alguna manera natural que las personas se identifiquen y sientan mayor simpatía por aquellos de quienes se sienten similares. Es una mezcla de amistad y autoprotección. Sin embargo, existe un problema cuando hay una constante retórica que defiende la igualdad y valores como la justicia y los derechos universales. Más aún, cuando algunos países son bombardeados porque supuestamente no viven conforme a estas normas de libertad, igualdad y democracia.

Charlie D'Agata, corresponsal de la cadena estadounidense CBS, expuso sus prejuicios proeuropeos al decir en su reportaje:

esto no es un lugar, con todo el respeto, como Irak o Afganistán, donde se han visto terribles conflictos por décadas. Esta es una ciudad relativamente civilizada y europea -debo elegir estas palabras con cuidado- donde uno no esperaría que esto pasara.

Es significativo que estas son palabras de alguien supuestamente calificado para hablar en un medio masivo de comunicación sobre un tema complejo y delicado. No sólo muestra el racismo generalizado de una cultura; expresa también su ignorancia generalizada. Por una parte, lo evidente: Ucrania lleva varios años en conflicto, con cerca de 15 mil muertes antes de la reciente invasión. Por otra parte, el prejuicio fundamental de que lo civilizado -que es otra palabra para decir "lo que es bueno y merece respeto"- es solamente lo europeo.

La BBC entrevistó al fiscal adjunto de Ucrania, quien explicó que "es muy emocional para mí, porque estoy viendo a personas europeas, con ojos azules y cabello rubio... siendo asesinadas todos los días"; a lo que el conductor de la BBC respondió: "Entiendo y respeto esa emoción". En la cadena francesa BFM TV, el periodista Philipe Corbé dijo: "No estamos hablando de los sirios huyendo del bombardeo del régimen sirio apoyado por Putin. Estamos hablando de europeos que se ven como nosotros dejando su país en sus autos para salvar sus vidas". Otro periodista de la cadena británica ITV se mostró compungido: "Ahora lo impensable les ha sucedido. Y esto no es un país en desarrollo, del tercer mundo. ¡Esto es Europa!". Una reportera de MSNBC lo dijo francamente, refiriéndose a la aceptación masiva de los refugiados en Polonia: "Esto lo explica, estas personas son cristianas, son blancas". ¿Aceptarían los países europeos a 1 millón de sirios o de afganos?

Daniel Hannan, periodista del Daily Telegraph, fue quizá quien mejor expresó la esencia de nuestra cultura contemporánea:

Son como nosotros. Esto es lo que lo hace tan impactante. Ucrania es un país europeo. Sus habitantes ven Netflix y tienen cuentas de Instagram, votan en elecciones libres y leen periódicos sin censura. Esta guerra no es algo que uno ve en poblaciones remotas y empobrecidas. 

Hannan da en el clavo: lo que nos define, la esencia de nuestra cultura, es justamente que vemos Netflix y usamos Instagram, esto es lo que nos hace tener los mismos deseos y los mismos valores. Y, por supuesto, lo hacemos desde medios sin ningún tipo de censura. Somos auténticamente libres. Libres para seguir haciendo scrolling o doomscrolling. La guerra es algo que podemos ver en CNN o en Netflix a la distancia, como otra forma más de entretenimiento indolente. Y cuando la padecen remotos países asiáticos o africanos, pensamos que ellos ya están de alguna manera acostumbrados.

Aunque lo esencial en estos momentos es la solidaridad con aquellos que están sufriendo, este racismo y esta hipocresía no son triviales. Son ejemplos inocultables de la opinión pública y de la ideología dominante en Occidente, aunque no se exprese abiertamente en los canales oficiales. De hecho son, a fuego lento, causas de próximas guerras y de esta misma. Pues aunque las acciones de Vladimir Putin son atroces y en última instancia injustificables, dentro de la complejidad geopolítica en la que vivimos, es indudable que Putin siente la motivación de volver a hacer de Rusia un actor político que se opone a la hegemonía de Estados Unidos y sus aliados. Su discurso sostiene acertadamente que existe un doble estándar a la hora de juzgar los actos de guerra de Estados Unidos y otros países, así como la necesidad de crear un mundo multipolar. Sin embargo, obviamente se equivoca en el modo de alcanzar esto.

Mientras exista este doble estándar, mientras ciertos refugiados tengan más valor que otros y algunos personajes puedan mantener la impunidad por sus crímenes de guerra, no dejará de haber eventos como este. La realidad es que el racismo y las mentiras engendran más odio y engaños. No se puede disculpar a Putin por lo que hace, pero los poderes occidentales también son responsables de engendrar odio al elevarse a una altura moral desde la que juzgan -y bombardean- a los países que los amenazan o que difieren en su modelo de lo "civilizado".


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Imagen de portada: YouTube