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La revolución laboral del sueño: ¿dormir más tiempo podría transformar las condiciones de trabajo?

Sociedad

Por: José Robles - 07/10/2021

Gracias a la pandemia muchas personas duermen más tiempo y quizá mejor, un fenómeno que podría tener más implicaciones de las que creemos

De todos los efectos que la pandemia de covid-19 ha tenido sobre la vida, sin duda aquellos en los que todos podemos coincidir son los que han afectado la cotidianidad. 

Más allá de las consecuencias en la economía, la política, la salud pública, las opiniones sobre la enfermedad y la manera de enfrentarla, los efectos de la pandemia en nuestros hábitos cotidianos son palpables. Nuestras rutinas se modificaron sustancialmente y, con ellas, algunos de nuestros hábitos.

Entre dichos efectos, uno de los más extendidos está en en nuestras rutinas de sueño. Sin ciertos horarios que cumplir, sin actividades que ahora se han modificado, con los efectos psicológicos de la pandemia a cuestas (estrés, ansiedad, incertidumbre), nuestros hábitos de sueño han cambiado. Algunas personas desarrollaron insomnio, otras duermen más por la mañana y se han registrado sueños relacionados con la enfermedad y los elementos que la caracterizan.

En un estudio reciente de la Universidad de Colorado, Boulder, se encontró que los estudiantes que toman clases de manera remota duermen ahora 30 minutos más en promedio durante la semana laboral, mientas que en fin de semana el tiempo en la cama se ha extendido 24 minutos en promedio. Estos datos son consistentes con observaciones realizadas durante los primeros meses de la pandemia con estudiantes de Argentina y países europeos. 

Los investigadores involucrados en el estudio no plantean conclusiones, pero sí han establecido una relación entre el trabajo (u otra actividad obligatoria) y los hábitos de sueño. A decir de Céline Vetter, una de las autoras, es claro que el trabajo afecta nuestra manera de dormir y descansar, provocando que a veces durmamos menos horas de las que necesitamos o que la calidad del sueño se vea afectada

Vetter asegura que esta situación es muy distinta a si en nuestra vida cotidiana, y específicamente con respecto a nuestros hábitos de sueño y descanso, pudiéramos regirnos según los ritmos circadianos, esto es, el proceso metabólico por el cual el cuerpo duerme y se despierta naturalmente.

Las perspectivas de esta observación son interesantes porque plantean una disyuntiva entre horarios de trabajo y calidad de sueño, dos elementos de la vida cotidiana que suelen entrar en conflicto

Si a esto sumamos los cambios en el trabajo que la pandemia ha generado en algunos sectores (en particular la posibilidad de trabajar remotamente), una de las preguntas que podrían hacerse es hasta qué punto dichas condiciones podrían mantenerse en un escenario pospandémico, sobre todo en aras de la calidad de vida

Por ejemplo, si el trabajo podría conservar su condición remota para ahorrarse los tiempos de traslado o para delimitar mejor el inicio y fin de la jornada laboral. También, si dichas jornadas pueden ser más flexibles en cuanto a los días y horarios de asistencia. O si el espacio de trabajo puede contar con un lugar para dormir una siesta breve en algún momento del día.

La justificación de estas y otras opciones colinda con la noción de productividad. Para nadie es un secreto que el bienestar de una persona incide directamente en su desempeño en el trabajo.

Pero más allá de este argumento, la sola idea de “vivir mejor” podría ser más que suficiente para considerar la posibilidad de que el trabajo tenga su lugar en la vida de las personas sin alterarla nocivamente. 

Como vemos, este fenómeno y las preguntas que puede suscitar van más allá de los pocos minutos que la pandemia ha añadido a nuestro sueño cotidiano.


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Imagen de portada: Kinga Cichewicz / Unsplash