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Carlos Fuentes fue una de las grandes luminarias de las letras mexicanas. A 9 años de su muerte, este es un buen momento para recordarlo y releerlo

Hace nueve años, un 15 de mayo de 2012, murió Carlos Fuentes, uno de los más grandes novelistas mexicanos, quizá el más grande y una de las figuras del famoso "boom" latinoamericano. En esta fecha recordamos un poco de la vida de Fuentes y algunas de sus obras emblemáticas.

Fuentes nació en 1928 en Panamá. Su padre era diplomático, una vida que de cierta manera el también seguiría, pero no como vocación sino como una de las posibilidades que le dieron la literatura y su renombre. Alcanzó la fama literaria con su obra La región más transparente (1958), un retrato exhaustivo de la Ciudad de México, de la idiosincrasia y las raíces más profundas y atávicas de la cultura nacional, un relato de amplio alcance que lo hermana con la mejor tradición de las grandes novelas urbanas.

Además, entre sus obras se destacan Terra Nostra (1975), la más ambiciosa, una historia de la civilización hispánica novelada; Aura (1962), una de las breves y más preciosas, una rara joya mística; y la distópica Cristobal Nonato (1987). Las novelas de sus últimos años difícilmente alcanzaron el mismo nivel, pero Fuentes se mantuvo prolífico y siempre con algo interesante que decir. Merece mencionarse también que su novela Gringo Viejo (1985) fue llevada al cine en 1989 con las actuaciones de Gregory Peck y Jane Fonda, y que Fuentes trabajó como guionista y siempre tuvo interés en el cine. 

Fuentes fue uno de los escritores en lengua española que mayores reconocimientos recibieron, incluso fue mencionado como contendiente al Premio Nobel. Entre sus galardones destacan el Cervantes, el Asturias, la Legión de Honor e incontables doctorados honoris causa. Fuentes tuvo además una importante conciencia política en una era en la que los intelectuales no temían involucrarse en la realidad de su tiempo, en asuntos políticos y de urgencia social. Era capaz de ofrecer exámenes puntuales, corrosivos a veces pero siempre críticos de los asuntos públicos de los países que conocía sobradamente: México en primer lugar, pero también España, Francia, Estados Unidos y América Latina en su totalidad. Ello, gracias a la amplitud de horizontes y criterio que desarrolló por crecer como extranjero en muchos países.

La vida de Carlos Fuentes, en muchos aspectos maravillosa, llena de amigos famosos (y enemistades famosas, como ocurrió al final de la vida de Octavio Paz, quien había sido su amigo), de amores, de ciudades, viajes y éxito, se vio ensombrecida por la trágica muerte de dos de sus tres hijos. Carlos Fuentes Lemus murió a los 25 años de hemofilia y Natasha Fuentes Lemus de una posible sobredosis a los 30 años.

Pero más allá de la filigrana y la controversia de la vida pública y política, a Fuentes, como a todos los escritores, debe recordársele por su obra, una de las logradas en la historia de la literatura mexicana. Ciertamente, desde su muerte no ha surgido alguien que se acerque a su grandeza. Con la muerte de Fernando del Paso hace un par de años, ha quedado clausurada una época dorada de la literatura mexicana. 


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Imagen de portada: Wikimedia Commons