Hace unos días, arqueólogos, paleontólogos y antropólogos anunciaron el hallazgo de decenas de miles de pinturas rupestres de animales, plantas y humanos creadas hace alrededor de doce mil quinientos años. El descubrimiento fue realizado en una zona de la selva del Amazonas, específicamente en el área del afluente del río Guayabero en Colombia.
Con cierto espíritu lúdico y por la magnitud y calidad de las pinturas concentradas en este hallazgo, el lugar donde fueron localizadas se ha comenzado a denominar como "la Capilla Sixtina" de los tiempos prehistóricos (en alusión, claro, a la descomunal obra pictórica que Miguel Ángel realizó en el edificio homónimo ubicado en El Vaticano).
El mote puede parecer exagerado, pero lo cierto es que esta es una de las muestras más impresionantes de pinturas rupestres de las que se tiene registro a la fecha.
Las pinturas incluyen mamíferos grandes, aves, lagartijas, huellas de manos y figuras enmascaradas de humanos. Además hay representaciones de la interacción entre humanos y especies gigantes de animales propias de la Edad de Hielo, como los mastodontes.
La paleoantropóloga Ella Al-Shamahi explicó que las pinturas en este pedazo de roca dan pistas importantísimas para explicar los cambios climatológicos más grandes que ocurrieron en esta región durante milenios.
De acuerdo con Al-Shamahi, una de las cosas más fascinantes fue observar la megafauna y flora de la era glaciar. Cuando pensamos en el Amazonas, no somos plenamente conscientes de que esta selva no siempre ha sido como la conocemos actualmente. Muchas de las pinturas son representaciones de caballos gigantes y mastodontes, a ninguno de los cuales podemos imaginar viviendo en la selva amazónica.
Estas pinturas no sólo dan pistas sobre los humanos de hace miles de años, sino también sobre cómo esta zona pudo haberse visto hace milenios: como una zona más parecida a una sabana.
José Iriarte, quien también es parte de este equipo y es profesor de arqueología en la Universidad de Exeter, dijo que debido a la gran cantidad de pinturas tomará varias generaciones registrarlas en su totalidad. Entre los muchos animales ilustrados se encuentran tortugas, mamíferos con largas trompas, monos, murciélagos, serpientes, lagartijas, venados y peces.
Pero el hallazgo no es sólo pictórico. Muy cerca del sitio se encontraron restos que ofrecen pistas de la dieta de estos pobladores, la cual incluía pirañas, cocodrilos, serpientes, ranas, pacas, capibaras y armadillos
La mayoría de las pinturas están hechas a escala de las huellas de las manos que también están plasmadas en esta gran roca. Pero algunas son mucho más grandes y sólo pueden observarse con el uso de drones. El equipo de arqueólogos aún no tiene una explicación sobre cómo pudieron pintarlas. Hay algunas ilustraciones en las que se ven unas torres o andamios y unos pequeños humanos saltando, por lo que una de las posibles explicaciones es que los artistas usaron una especie de rapel.
Se espera que las pinturas sean estudiadas de manera más profunda y detallada durante las próximas décadas, para así comprender cómo se hicieron. El por qué, sin embargo, será más difícil de entender. Iriarte especula que sirvieron a un propósito sagrado.
Muchos animales aparecen rodeados de pequeños humanos con los brazos levantados, como adorando a los animales en lugar de cazarlos. Las plantas alucinógenas que aparecen entre las pinturas pueden ser comparables con las que se consumen en los pueblos amazónicos contemporáneos, para quienes los no humanos (como los animales y las plantas) tienen alma y se comunican y participan con la gente de manera cooperativa u hostil a través de los rituales y prácticas que vemos representados en el arte rupestre.
Cualquiera que haya sido su propósito, no cabe duda de que este hallazgo de más de cien mil pinturas nos da una gran cantidad de información sobre la cual aún no tenemos pleno entendimiento. Una de las teorías más relevantes en torno a este tipo de sociedades es que existieron mucho antes de que la guerra fuera una práctica dominante.
Puedes consultar el artículo sobre este hallazgo en este enlace.
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Imágenes: José Iriarte