Poemas para estar en Pijama: Disfrazarnos de nosotras mismas
Arte
Por: Tufillo de poeta - 11/08/2020
Por: Tufillo de poeta - 11/08/2020
Conozco el fondo, dice ella. Lo conozco con mi gran raíz
Es lo que tú temes.
Yo no le temo: he estado allí.
Sylvia Plath
Primera imagen: tengo 13 años. Como cada jueves, estoy castigada a las cuatro de la tarde en un salón con las otras “desviadas”. Estoy acostumbrada ya a las matrículas condicionales, recuperaciones, profesoras particulares y materias que paso raspando. Una monja, una de las tantas en ese colegio “bien”, nos vigila. No se escucha más sonido que el del lápiz resbalando matemáticas por el cuaderno. Las que no están acá, pienso, las niñas “bien”, pasarán el fin de semana bailando tropipop y yo, encerrada en mi cuarto, cantaré Simple Plan a grito herido y me tomaré fotos con el saco de calaveras y un mechón de pelo cubriendo mi ojo izquierdo.
Segunda imagen: estoy inscrita en una universidad “bien”. Mis compañerxs se burlan de mi estilo y me repiten una y otra vez el vídeo de la Elvira: “Soy ‘darks’, me gusta la música oscura, me pinto así de negro la boca y los ojos, hice este video porque no nos entienden, sólo se burlan... ser ‘darks’ es no ser como los demás”.
Tercera imagen: escribo esta columna. Ahora sé que en el mundo real vestirme de negro y usar mucho delineador no me quita haber salido de esa casa “bien”, ese colegio “bien” y esa universidad “bien”. A menudo mencionan mi acento. Dicen que es de niña criada en casa, chica de estrato, chica fresa, gomela, fifí, jailona, cheta, cuica o pupi.
¿Cómo hacer entonces para reconciliarnos con todas nuestras facetas y celebrar cada máscara que nos ponemos y quitamos? ¿Acaso si nos animáramos a mirarnos desde fuera, reconociéndonos vulnerables, cambiantes, llenxs de miedos e impulsos, de contradicciones, estaríamos más cerca de esta reconciliación? ¿Podríamos de esta manera enfrentarnos, como en el poema "Un tributo" de Sofía de la Vega, a nuestro propio reflejo?
Ya es de noche y papá de pronto acelera.
Los espejos de los autos
me muestran a una muchacha muy fuerte.
Tengo miedo, cierro los ojos como los perros,
ya no contemplo,
me estoy escapando.
Quizás una pista nos la da el colombiano Barba Jacob en su "Canción de la vida profunda", donde la voz poética abraza cada uno de los días, aceptando sus vaivenes de luz y sombra:
Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.
Lo cierto es que, sean nuestros días móviles, fértiles o sórdidos, lo que no varía es la necesidad del disfraz, de esas máscaras que construimos, acaso como una manera de conocer los papeles que debemos interpretar. El disfraz lo tenemos ya puesto.
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Imagen de portada: Zalmaury Saavedra / Unsplash