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¿Qué define realmente al ser humano? ¿Su capacidad de conocer? ¿Su capacidad de jugar? ¿El hecho de que construye ciudades y vive en ellas? ¿Qué?

En el todo de la vida en la Tierra, el ser humano se catalogó a sí mismo como Homo sapiens. Esta expresión está enmarcada en el esquema taxonómico de Linneo y puede traducirse como "hombre que sabe" u "hombre sapiente". Si bien el nombre ha sido generalmente bien aceptado, a lo largo de la historia han surgido muchas otras opciones que dan un panorama más amplio y que quizá sean más ilustrativas para definir al ser humano como especie. 

¿El ser humano es el único animal que sabe? Aunque la existencia de cara al conocimiento podría ser lo determinante en nosotros, esa experiencia no necesariamente está del todo lograda. Así por ejemplo, Bazán ha propuesto Homo ignorans para definir a nuestra especie: "hombre que ignora" u "hombre ignorante" (opuesto al Homo sciens, "hombre que conoce", pero de una manera deliberada y con un propósito específico, el cual es a su vez una etapa previa al Homo sapiens, todo esto según Bazán).

Analizar la etimología de la palabra "hombre" es un ejercicio interesante. El latín homo de "hombre" y de "humano" proviene de una raíz que significa "tierra". La palabra inglesa man tiene una raíz indoeuropea que se encuentra también en el sánscrito Manu, "el primer hombre", y en manus, "hombre". Algunos derivan esta palabra de la raíz verbal man, que significa "pensar". En otras culturas, el nombre dado está ligado a la mortalidad. El ser humano es el ser mortal o, mejor, el ser que vive con conciencia de su muerte.

Otras definiciones clásicas son las de Aristóteles, siguiendo a Platón, del ser humano como un "animal político", un animal que construye ciudades o que vive en ciudades. Son dos las grandes corrientes de la historia del nombre: el ser humano es definido por su inteligencia, su aspecto cognitivo o por su naturaleza social. En la época moderna, Hannah Arendt calificó al ser humano como un "animal laborans", un "animal que trabaja". Y otra definición interesante fue la de Ernst Cassirer: el ser humano como "animal symbolicum", un "animal de símbolos".

Una entrada sumamente interesante de Wikipedia reúne los nombres para el ser humano que han acuñado pensadores importantes de todas las épocas. Algunos de los más interesantes y conocidos son el Homo ludens, "hombre que juega", pensado y descrito primero por el poeta Friedrich Schiller, quien dijo que el ser humano es más auténticamente él mismo cuando juega, y elaborado después con mayor amplitud por el historiador y medievalista Johan Huizinga en el libro del mismo nombre.

Homo contaminatus es un término creado por Luigi Romeo a partir de descripciones hechas por Cicerón (incluyendo Homo inquinatus, "hombre que contagia"). El término sugiere que el hombre contemporáneo se define por contaminar el mundo. En tiempos recientes hemos visto una definición en este sentido: el ser humano como un virus.

Nicolas de Cusa acuñó el Homo creator para referirse al ser humano como creador en imagen de Dios. Yuval Noah Harari, el popular escritor de historia y tecnología, escribió recientemente un libro a partir del término Homo deus, con el cual alude a un "hombre como dios", el hombre del futuro, optimizado por la tecnología, el hombre del transhumanismo.

Desde el siglo XIX, varios filósofos han hablado del Homo economicus para señalar que lo que define el ser humano es ser un agente interesado en su propio beneficio. Otra noción conocida es la de Homo faber, atribuida a Marx y retomada por Arendt: el ser humano fundamentalmente como un ser que fabrica herramientas y crea tecnología. Más recientemente el teórico de medios Giovani Sartori escribió en torno al Homo videns, el hombre que se define por su cultura visual.

El filósofo y teólogo alemán del siglo XVIII J. G. Herder acuñó varios términos en este sentido. Uno de ellos es Homo loquens, el ser humano como el animal que habla. Y también, de manera más interesante, Homo inermis, el "hombre indefenso", sin instintos animales. Esta definición ha sido retomada por el filósofo Peter Sloterdjik para hablar del ser humano moderno que está definido por  su inmunidad o su carencia de inmunidad o su búsqueda de inmunidad, en un mundo en el que las atmósferas se vuelven tóxicas y se presenta un "atmoterrorismo". 

Cabe mencionar también un término propuesto por Arthur Schopenhauer: Homo metaphysicus, el ser humano definido por ser un animal metafísico, que hace metafísica y que va más allá de lo físico. Wittgenstein habló del ser humano como "el animal ceremonial", el ser humano que hace ritos y ceremonias. Homo religiosus es otro nombre que ha sido manejado por diversos autores, siendo lo religioso parte esencial del ser humano. En una obra también reciente, Roberto Calasso habla del Homo saecularis para referirse al ser humano moderno que quiere escapar de este animal religioso pero que, al hacerlo, sólo crea nuevas formas religiosas aunque desde la secularidad, sin poder abandonar su dependencia de diversas formas de teología.

Un pensador religioso y existencialista como Gabriel Marcel definió al ser humano como Homo viator, el hombre que se encuentra en viaje o peregrinación, siempre en tránsito. El filósofo italiano Giorgo Agamben escribió un libro en torno al Homo sacer, el "hombre sagrado" u "hombre condenado", una figura de la ley romana que definía a un hombre que ha sido separado de los demás y que puede ser matado impunemente, pero que no puede ser sacrificado a una divinidad. El psicólogo Viktor Frankl, creador de la logoterapia, definió al ser humano como el Homo patiens, el "hombre paciente", en el sentido de "hombre que sufre".

Para finalizar podemos recordar un par de clasificaciones interesantes y elocuentes que se encuentran en la novela Iluminatus! de Robert Anton Wilson: Homo neophilus y Homo neophobus, el "hombre que ama lo nuevo" y el "hombre que teme lo nuevo".

 

Además de la entrada de Wikipedia citada anteriormente, el libro Ecce Homo! A Lexicon of Man, de Luigi Romeo, reúne de manera exhaustiva buena parte de las definiciones que el ser humano se ha dado a sí mismo a lo largo de su historia. La obra puede consultarse parcialmente en Google Books en este enlace.

 

También en Pijama Surf: ¿Y si la conciencia se desarrolló en nuestra especie para este fin?

 

Imagen de portada: Homo heidelbergensis - reconstrucción facial forense/aproximación, Cicero Moraes (2013) / Wikimedia Commons