El milagro de la actuación: el momento en que Robin Williams revivió el espíritu de Walt Whitman
Arte
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 08/19/2020
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 08/19/2020
Entre los legados actorales y aun artísticos de Robin Williams, hay uno que hay que agradecer y destacar: haberle enseñado a tanta gente el poema de Walt Whitman “O Captain! My Captain”.
Williams, por supuesto, no escribió la película La sociedad de los poetas muertos (1989), ni la escena en la que, como personaje central, instruye a sus alumnos a llamarle “O Captain! My Captain”, pero sí logra transmitir algo de ese sentimiento lírico y trágico que evoca el poema de Whitman. Y gracias la popularización de la película y al épico momento que vemos abajo, el poema llegó a manos de muchos jóvenes que quizá de otra manera no lo hubieran conocido.
Whitman escribió este poema en 1865 como una elegía para el presidente Abraham Lincoln, luego de su asesinato. Y aunque no es uno de sus mejores poemas, cumple un propósito histórico y emocional necesario. El poema entero es una metáfora extendida sobre la orfandad que se vive tras perder a alguien que nos daba guía y seguridad en el camino, como lo haría un capitán en el mar. Whitman nos presenta una rueda entera de realidad en sólo unas cuantas líneas. Vamos de la emoción de ver al Capitán al fin llegando a puerto después de su “azaroso viaje”, donde lo esperan tropeles de campanas, ramos, coronas y cintas, a darnos cuenta de que el Capitán ha regresado, pero “extendido, helado y muerto”. Una buena metáfora de navegación, después de todo, es siempre bienvenida en el imaginario general.
Tras la muerte de Whitman, varios escritores de la generación beat, quienes guardaron especial cariño y admiración por el bardo, se referían a él como “My Captain”. Y más allá de que Robin Williams haya esparcido el amor por este poema gracias a la pasión y el drama con que representó a su personaje, permitió (quizá sin saberlo) que Whitman se asomara tras la pantalla por un momento, viajando en el tiempo con su barba enorme y gris, con su mirada de loco, y despertara cierta curiosidad poética en una audiencia desprevenida. Sin duda, uno de sus legados más prominentes.
O Captain! My Captain!
O Captain! my Captain! our fearful trip is done,
The ship has weather’d every rack, the prize we sought is won,
The port is near, the bells I hear, the people all exulting,
While follow eyes the steady keel, the vessel grim and daring;
But O heart! heart! heart!
O the bleeding drops of red,
Where on the deck my Captain lies,
Fallen cold and dead.
O Captain! my Captain! rise up and hear the bells;
Rise up—for you the flag is flung—for you the bugle trills,
For you bouquets and ribbon’d wreaths—for you the shores a-crowding,
For you they call, the swaying mass, their eager faces turning;
Here Captain! dear father!
This arm beneath your head!
It is some dream that on the deck,
You’ve fallen cold and dead.
My Captain does not answer, his lips are pale and still,
My father does not feel my arm, he has no pulse nor will,
The ship is anchor’d safe and sound, its voyage closed and done,
From fearful trip the victor ship comes in with object won;
Exult O shores, and ring O bells!
But I with mournful tread,
Walk the deck my Captain lies,
Fallen cold and dead.
¡OH CAPITAN! ¡MI CAPITAN!
¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje ha terminado,
La nave ha salvado todos los escollos, hemos ganado el anhelado premio,
Próximo está el puerto, ya oigo las campanas y el pueblo entero que te aclama,
Siguiendo con sus miradas la poderosa nave, la audaz y soberbia nave;
Más ¡ay! ¡oh corazón! ¡mi corazón! ¡mi corazón!
No ves las rojas gotas que caen lentamente,
Allí, en el puente, donde mi capitán
Yace extendido, helado y muerto.
¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Levántate para escuchar las campanas.
Levántate. Es por ti que izan las banderas. Es por ti que suenan los clarines.
Son para ti estos búcaros, y esas coronas adornadas.
Es por ti que en las playas hormiguean las multitudes,
Es hacia ti que se alzan sus clamores, que vuelven sus almas y sus rostros ardientes.
¡Ven capitán! ¡Querido padre!
¡Deja pasar mi brazo bajo tu cabeza!
Debe ser sin duda un sueño que yazgas sobre el puente.
Extendido, helado y muerto.
Mi capitán no contesta, sus labios siguen pálidos e inmóviles,
Mi padre no siente el calor de mi brazo, no tiene pulso ni voluntad,
La nave, sana y salva, ha arrojado el ancla, su travesía ha concluido.
¡La vencedora nave entra en el puerto, de vuelta de su espantoso viaje!
¡Oh playas, alegraos! ¡Sonad, campanas!
Mientras yo con dolorosos pasos
Recorro el puente donde mi capitán
Yace extendido, helado y muerto.
(Traducción de Armando Vasseur)