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El novelista francés cree que el coronavirus sólo acelerará el aislamiento y el atomismo que vive el ser humano moderno

Michel Houellebecq es uno de los novelistas más reconocidos del mundo. A diferencia de la mayoría de los bestsellers, Houellebecq todavía hace literatura que piensa lo que acontece en el mundo y reflexiona sobre las ideas que subyacen en nuestras conductas. Y en ocasiones incluso casi predice lo que viene –como llega a suceder con los artistas que en su capacidad de observar el presente anticipan el futuro–. La obra de Houellebecq es una "profecía depresiva", una narrativa del nihilismo y el atomismo del hombre moderno, "el individuo" que no encuentra sentido ni es capaz de crearlo por sí mismo y que se va diluyendo en un abismo de placeres efímeros.

Fiel a su pesimismo, Houellebecq dijo recientemente en una carta pública para la radio francesa que, en los acontecimientos relacionados con la pandemia de la covid-19, él no ve un cambio trascendental en el curso de la civilización. De hecho, Houellebecq considera al virus algo "banal" y cree que solamente hará que las cosas se pongan "un poco peor". Ciertamente, no comparte los sueños de transformación colectiva que algunas personas más positivas quieren encontrar en estos momentos.

Más allá de que Houellebecq es un pesimista recalcitrante, para quien Occidente se encuentra en un lento suicidio, el novelista francés tiene un argumento que inquieta. La epidemia "deberá tener como resultado principal acelerar ciertas mutaciones en curso". Esto es, la disminución de los "contactos humanos". Como notó también Chomsky, la era de la distancia social ya había empezado antes de la epidemia. "La epidemia del coronavirus ofrece una razón magnífica para esta onerosa tendencia en marcha: una cierta obsolescencia que impacta a las relaciones humanas".

Esto es algo que parece ser difícil de debatir, en tanto que en su sentido más obvio las relaciones humanas vivirán por algún tiempo bajo la sombra del virus, entre temores y ansiedades. Pero por otro lado, la epidemia parece estarle dando un empujón más a la tecnologización del mundo, lo cual es una de las principales causas de la atomización que vive el hombre moderno. En la desesperada búsqueda por la normalización veremos muchos intentos de reforzar el llamado "capitalismo de vigilancia", en el cual el ciudadano, si quiere poder moverse, probablemente deberá tener que ceder lo que queda de su privacidad. 

Las palabras de Houellebecq quizá habría que contrastarlas con las de otro intelectual francés, Bruno Latour, quien hace un par de meses recalcó el hecho evidente de que el mundo había sido parado y la gran máquina del consumo se había detenido, sugiriendo que esto demostraba que el mundo podía detenerse ante una urgencia. Pero esa urgencia ya existía: es el cambio climático. Y los científicos del clima exigían a los gobiernos un "paro" (ciertamente menos radical), a lo cual los líderes del mundo respondieron que tal cosa era imposible. Así que resulta que algo se podría hacer para cambiar las cosas, pero lamentablemente, quizá Houllebec tiene razón y el nihilismo impera.

 

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