Desde el brote de la influenza H1N1, el uso del gel antibacterial se volvió una práctica de higiene personal. Con el paso de los años hemos visto un incremento de la producción de este producto como respuesta a las medidas recomendadas de higiene personal, sobre todo frente a una situación como la que estamos viviendo hoy en día: la aparición del COVID-19.
Ahora damos por sentado que el gel antibacterial es un producto que encontraremos casi en cualquier comercio: supermercados, tiendas de abarrotes, farmacias, etc. El gel antibacterial se ha convertido en un producto bastante accesible; sin embargo, una de las razones por las cuales se inventó fue para cubrir una necesidad básica, como lo es la higiene, en contextos y situaciones en donde el agua y el jabón no son accesibles.
Pero, ¿de dónde viene, quién lo inventó y para qué?
La inventora del gel antibacterial fue Guadalupe Hernández, una estudiante de enfermería, de origen latino, quien en 1966 estudiaba en Bakersfield, California. Con una profunda iniciativa y espíritu innovador, Hernández se preguntó por alguna buena alternativa para lavarse las manos en lugares en donde no había agua y jabón, y fue así como pensó en convertir el alcohol líquido en gel .
Poco se sabe de Lupe después de su ingeniosa idea, pero 50 años después han surgido afirmaciones y cuestionamientos sobre el hábito de usar gel antibacterial.
Una de las recomendaciones esenciales para mantener la higiene y que se reduzca el número de contagios del coronavirus COVID-19 es lavarse las manos de manera frecuente: antes de comer, después de ir al baño, después de usar el transporte público, etcétera.
Como ya dijimos, el gel antibacterial se ha convertido en una alternativa bastante accesible y cómoda. Podemos llevar una pequeña botella en la bolsa o la mochila. También podemos tener una botella disponible en nuestros lugares de trabajo, además de que en museos, hospitales, restaurantes y escuelas es muy común encontrar una botella de gel antibacterial disponible para los usuarios. Es una manera rápida de lavarnos las manos.
Sin embargo, muchos estudios han demostrado que el gel antibacterial no es más efectivo que el agua y el jabón, ya que el alcohol elimina bacterias que son necesarias en nuestra piel.
El hecho de que sea una comodidad tener una botella de gel para usarla en cualquier ocasión evidencia, más bien, que hemos sustituido una práctica tan básica como lavarse las manos con agua y jabón. Y eso produce una serie de preguntas que vale la pena hacernos, aunque no tengamos respuestas definitivas.
El gel antibacterial lo encontramos en contenedores de plástico. ¿Qué pasa con todo ese plástico que termina en la basura? ¿No es una situación similar a la del agua embotellada? Durante el tiempo de la pandemia hemos sido testigos de todo tipo de compras de pánico, agotando las botellas de gel antibacterial, mostrando la desconsideración con otros consumidores que también tienen el mismo derecho a comprar un bien necesario para la higiene personal.
No obstante, en países en donde no todas las personas tienen acceso al agua, recurrir al gel antibacterial es la mejor alternativa, tanto en la vida cotidiana como en una situación extraordinaria como el brote de enfermedades.
Así, el consumo de este producto nos pone a reflexionar sobre nuestros hábitos como compradores y sobre los hábitos de higiene personal.
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