La concentración sin esfuerzo: el principio básico de la magia
Filosofía
Por: Luis Alberto Hara - 01/05/2020
Por: Luis Alberto Hara - 01/05/2020
El concepto de la acción sin esfuerzo es central en diversas filosofías asiáticas. Lo encontramos como germen en la filosofía de Confucio, quien habla del gobierno virtuoso que gobierna sin hacer nada. Lo importante aquí es que la virtud, el estado de quietud y poder libre de aferramiento, se obtiene sin intentar obtenerlo. No hay una virtud utilitaria; es simplemente la pureza transmitida del cielo. Esta idea será también central al taoísmo en la noción de wu wei, el hacer sin hacer o inacción, identificada con el Sendero, con el Tao mismo. Encontramos esta misma noción en algunos textos del yoga y del budismo, en los cuales se sugiere que el estado contemplativo más elevado es no-conceptual y es el resultado de dejar de intentar meditar.
Notablemente, encontramos un entendimiento sumamente profundo y poético de este virtuoso hacer sin esforzarse desde una perspectiva contemplativa en el trabajo del gran esoterista Valentin Tomberg, quien halló notables similitudes entre las tradiciones del yoga y el hermetismo y la magia occidental. Tomberg sugiere que la clave de todo trabajo y transformación espiritual yace en la concentración sin esfuerzo.
En sus meditaciones sobre los arcanos del tarot (uno de los grandes textos clásicos del esoterismo del siglo XX), Tomberg nos presenta un viaje hacia el núcleo del esoterismo, donde el tarot es el pretexto para establecer los fundamentos de un sendero de sabiduría eterno (una sophia perennis). En su primera meditación, justamente sobre el arcano del Mago, Tomberg, quien escribió este libro de manera anónima, revela una fórmula que servirá como simiente de toda práctica espiritual esotérica. Nos dice que la clave consiste en lograr un estado de concentración sin esfuerzo, lo cual a su vez transforma el trabajo en juego y finalmente permite que todo yugo que hayas aceptado sea sencillo y cada peso que llevas sea ligero. Esto es, una forma de caminar en el mundo que es un acercamiento a un modo de vivir y percibir espiritualmente.
El fundamento es aquí "la concentración sin esfuerzo", un principio que, como mencionamos, encontramos en el taoísmo como wu wei y en el hinduismo y en el budismo, si bien no exactamente, como samadhi (y el mismo Tomberg cita a Patanjali, quien define el estado de samadhi como la anulación de las "oscilaciones de la sustancia mental"). Este samadhi es también uno de los tres pilares del óctuple noble sendero del Buda, la vía que lleva a la iluminación. La concentración de la mente, realizada sin esfuerzo, produce un efecto también de purificación. Establece, por así decirlo, un silencioso templo en el centro del ser. Es parte de "sosegar la casa" para partir hacia el encuentro del "amado" en la mística de San Juan de la Cruz.
A continuación una traducción de un pasaje importante de este libro en el que, con una lucidez que conjuga la simpleza didáctica con el éxtasis místico, Tomberg nos inicia en el camino del esoterismo. Recomendamos que el lector saboree la lírica del silencio y que, si le es posible, haga una meditación en torno a las palabras. La tradición de hermetismo cristiano de Tomberg sugeriría la fórmula de la lectio divina (lectio, meditatio, oratio, contemplatio). Establecer "el santo sepulcro del silencio del alma" puede ser algo sumamente provechoso en nuestras vidas y constituye desde este momento una poderosa herramienta a la cual podemos regresar desde hoy y hasta el día de nuestra muerte:
La concentración sin esfuerzo es la transposición del centro de mando del cerebro hacia el sistema rítmico -del dominio de la mente y la imaginación al de la moralidad y la voluntad-. El gran sombrero en forma de lemniscata que lleva el Mago, como su actitud de perfecta soltura, indica esta transposición. Y es que la lemniscata (el ocho horizontal) no es sólo el símbolo del infinito, sino también del ritmo, de la respiración y la circulación -es el símbolo del ritmo eterno o de la eternidad del ritmo-. El Mago por ello representa el estado de concentración sin esfuerzo, i. e., el estado de conciencia en el que el centro que dirige la voluntad ha "descendido" (en realidad se ha elevado) del cerebro al sistema rítmico, donde las "oscilaciones de la sustancia mental" son reducidas al silencio y al sosiego, y ya no obstaculizan la concentración.
La concentración sin esfuerzo -es decir, ese lugar en el que no hay nada que suprimir y en donde la contemplación se vuelve tan natural como la respiración y el latido del corazón- es el estado de conciencia (i. e., pensamiento, imaginación, sensación y voluntad) de calma perfecta, acompañada de la completa relajación de los nervios y los músculos del cuerpo. Es el profundo silencio de los deseos, las preocupaciones, de la imaginación, de la memoria y el pensamiento discursivo. Uno podría decir que todo el ser se vuelve como la superficie quieta del agua, reflejando la inmensa presencia del cielo estrellado y su armonía inefable. ¡Y las aguas son profundas, tan profundas! Y el silencio crece, perpetuamente... ¡qué silencio! Su crecimiento se lleva a cabo a través de ondas regulares que pasan, una tras otra, a través de tu ser: una onda de silencio seguida por otra onda de silencio más profundo y luego otra vez una onda de silencio aún más profundo... ¿Alguna vez has bebido silencio? Si tu respuesta es afirmativa, entonces ya sabes lo que es la concentración sin esfuerzo.
Con el tiempo, el silencio o la concentración sin esfuerzo se vuelve un elemento fundamental siempre presente en la vida del alma. Es como el servicio perpetuo en la iglesia del Sagrado Corazón en Montmartre que se realiza en París mientras uno trabaja, uno interactúa, uno se divierte, uno sueña, uno muere... De la misma forma que "un servicio perpetuo" de silencio se establece en el alma, esto continúa siempre aunque uno esté trabajando o cuando uno está conversando. Esta "zona de silencio", una vez establecida, es un manantial del cual uno puede tomar tanto para el trabajo como para el descanso. Entonces tendrás no sólo concentración sin esfuerzo, también actividad sin esfuerzo. Es precisamente aquí que encontramos la expresión de la segunda parte de nuestra fórmula:
transformar el trabajo en juego
La transformación del trabajo, que es obligación, en juego, ocurre como consecuencia de la presencia de la "zona de silencio perpetuo", de la que uno extrae una especie de secreta e íntima respiración, cuya dulzura logra ungir el trabajo y convertirlo en juego. Y es que la "zona de silencio" no sólo significa que el alma está, fundamentalmente, en reposo, sino, sobre todo, que existe un contacto con el mundo celestial o espiritual, el cual colabora con el alma. Aquel que encuentra silencio en la soledad de la concentración sin esfuerzo, nunca está solo. Nunca carga solo el peso que debe llevar; las fuerzas celestes, las fuerzas superiores, están ahí participando de ahora en adelante. Así en verdad se cumple la tercera parte de la fórmula:
haz que todo yugo que hayas aceptado sea sencillo y cada peso que cargas sea ligero,
se vuelve experiencia en sí misma. Puesto que el silencio es el signo del contacto real con el mundo espiritual y este contacto, a su vez, siempre engendra el influjo de las fuerzas. Este es el cimiento de todo misticismo, toda gnosis, toda magia y todo esoterismo práctico en general.
Todo esoterismo práctico está fundado en la siguiente regla: es necesario ser uno en uno mismo (concentración sin esfuerzo) y uno con el mundo espiritual (tener una zona de silencio en el alma) para que pueda ocurrir una verdadera experiencia espiritual o revelatoria. En otras palabras, si uno quiere practicar algún tipo de esoterismo auténtico -ya sea misticismo, magia o gnosis- es necesario ser el Mago, i. e., concentrado sin esfuerzo, operando con soltura como si uno estuviera jugando, y actuando en perfecta calma. Esta es, entonces, la enseñanza práctica del primer arcano del tarot. Es el primer consejo, mandamiento o advertencia en lo que concierne a la práctica espiritual; es el aleph del "alfabeto" de las reglas prácticas del esoterismo. Y de la misma forma que los números son sólo aspectos (múltiplos) de la unidad, así también todas las otras reglas prácticas comunicadas por los otros arcanos del tarot son sólo aspectos y modalidades de esta regla básica.
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