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En esta entrega de DECÁLOGO recorremos algunas de las cintas donde más hemos disfrutado el talento de la editora favorita de Scorsese

Genio de la imagen y maestra de la edición, Thelma Schoonmaker ha forjado una carrera de más de 50 años en la cual ha desplegado su extraordinaria habilidad para compaginar la narrativa del guion, la fuerza interpretativa de los actores, los efectos visuales de la industria, la fotografía como arte y las indicaciones de quien ha dirigido la gran mayoría de sus proyectos, el legendario Martin Scorsese. Thelma Schoonmaker se ha caracterizado por brindar un estilo propio a sus ediciones mediante cortes, montajes e imágenes llenas de dinamismo, plasticidad y energía interpretativa, cuyas secuencias compaginan un armónico matiz de espacio y tiempo, fondo y forma, color y profundidad enarbolados por el uso de luces, flashes y visos musicales acompasados lo mismo de una palestra colorida que de un prismático blanco y negro, el movimiento de una cinta de época que el de una película vertida en la épica violenta, la gesta histórica o la vorágine de la posmodernidad agitada en el bullicio citadino de una fragmentada social.

Considerada la mejor editora de Hollywood en décadas y una de las más célebres de la cinematografía universal, Schoonmaker inició su camino estudiantil por los pasillos del profesionalismo de la mano de Scorsese justo a finales de los años 60 con la filmación de ¿Quién toca mi puerta? y su complicidad volvió a reunirlos hacia finales de la siguiente década para iniciar desde los años 80, con su brillante edición de la obra maestra Toro salvaje, su impresionante e inseparable mancuerna colaborativa. El estreno de El irlandés ha causado gran expectación tanto en el público como en la crítica, y no es para menos: un proyecto gestado hace más de 1 década y que incluye leyendas como Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci y Harvey Keitel, todos cercanos a los 80 años, que por sí mismo resultaría suficiente para capturar la atención de la industria, pero si a eso le sumamos la dirección del maestro Martin Scorsese, en el mismo rango de edad, que convierte al acontecimiento en un hito y al hito en un asunto imprescindible para los amantes del cine.

Y es que resaltar la edad de los protagonistas y del director nos lleva a destacar la longevidad de su extraordinario talento, misma edad e igual muestra de plenitud en Thelma Schoonmaker, quien a sus 79 años, ha recibido tres Premios Óscar, más que ningún otro u otra editora en la historia, de las múltiples veces que ha sido nominada, y con El irlandés, se apresta a recibir una nueva nominación por su arte. Schoonmaker sentó su legado no solo por la ópera prima de Scorsese, sino también por haber editado el histórico Woodstock que, dirigido por Michael Wadleigh, se convirtió en un vestigio del épico festival musical que fungió como encuentro generacional de la música, y de una variopinta ideología expresada en las notas de sus participantes. Joan Baez, The Who, Joe Cocker, Carlos Santana, Janis Joplin o Jimmy Hendrix, son algunas de las leyendas que formaron parte de ese manifiesto cultural que unió 2 décadas y plasmó un sello contracultural con la diversa oferta de energía musical tan indescriptible como fundacional, tan mágica como realista, tan cruda como fantástica, tan natural como etérea.

En los años 80 Schoonmaker desplegó su talento en cintas como Después de la hora con los humos de la penumbra y la precisión del tiempo que devora, El color del dinero con el dinamismo, fugacidad y exactitud del billar, La última tentación de Cristo con su excelsa fotografía, el rimo exacto que unió las escenas de humor con la frustración de su protagonista en El rey de la comedia. Pero es sin duda con Buenos muchachos, película sustentada en épocas y momentos, de situaciones concatenadas entre las acciones criminales, asociaciones grupales y una banda sonora de fondo, que Thelma alcanza su pico creativo, aunque Toro salvaje es, para mi gusto, su obra más poética, una edición de secuencias de boxeo coreografiadas, fotografiadas y dirigidas con tal maestría que de no ser por Schoonmaker hubiesen podido perderse de incongruencia, Thelma las une de forma sublime, y en ello recibe una más de sus estatuillas. En los años 80 también destacó su maestría en el montaje del video Bad, sencillo promocional del disco homónimo de Michael Jackson, que contó con una amplia difusión mundial; el video vierte la canción con un fondo bélico de ritmo y pausa, de esperas y aceleraciones repletas de matices que lo llevaron a ser considerado un clásico. En el presente siglo, Schoonmaker destacó por editar la tumultuosa Pandillas de Nueva York, la lírica El aviador, donde ahonda en la edición fluida de luces, flashes y perspectivas, técnica igualmente admirada en El lobo de Wall Street y en Hugo, con excelsos efectos visuales. 

El irlandés representa la oportunidad de admirar de nueva cuenta y en un mismo plató a estos consumados titanes de la actuación, con la invaluable dirección del maestro Scorsese, enhebrados en la magnífica edición de Thelma Schoonmaker. Editora nacida en Argelia, esposa del mítico Michael Powell, director de una de las películas favoritas de Scorsese, Los zapatos rojos, Thelma Schoonmaker ha logrado con El irlandés una nueva proeza en su canon fílmico, que se suma a los esfuerzos de inversión que conllevaron espectaculares efectos visuales de rejuvenecimiento, con los ires y venires por sucesos acaecidos en 5 décadas diferentes, cuyos cortes y unión de imágenes resultan en un mágico compás que une todas las aristas del arte cinematográfico.

En esta entrega de DECÁLOGO recorremos algunas de las cintas donde más hemos disfrutado su talento, así como destacamos el valor histórico, artístico y cultural de su innovador, clásico y magisterial canon cinematográfico, y realizamos este viaje editor a modo de reconocimiento a la gran editora estadounidense, alumna de las universidades  Columbia y Cornell, y quien durante la próxima edición de los Premios Óscar (ganó tres, Toro salvaje, El aviador, Los infiltrados) recibirá una nueva nominación, su séptima, la cual ostentará a sus, para entonces, 80 años. Innovadora, creadora y visionaria, Thelma Schoomaker ha dejado su huella indeleble como una editora que transformó la forma de editar cine con estilo propio, lo hizo en su primera cinta, y lo sigue haciendo después de 5 décadas de magia vertida en la edición. El DECÁLOGO se constituye desde el gusto personal, pero la clasificación aparece por mero ajuste cronológico.

 

10. WOODSTOCK (Woodstock) Dir. Michael Wadleigh 1970

Documental épico, vestigio histórico, un legado visual del encuentro musical y a la vez contracultural que fungió como el encuentro fundacional de 2 décadas y de suyo en un himno generacional para diversos movimientos, expresiones y manifestaciones artísticas representadas por diversas bandas y solistas de alta influencia, que convergieron con la plenitud emocional de su arte. Woodstock se convirtió en un símbolo mítico, y su película en una pléyade de imágenes concatenadas por la estilizada cohesión de Schoonmaker. A través de telares visuales como lienzos de realidad acompasada, la editora compagina la visión observadora del director con la contemplativa atención de la audiencia, permitiendo que la música sea un marco, las notas un mensaje y los artistas un motivo.

 

9. TORO SALVAJE (Raging Bull) Dir. Martin Scorsese 1980

En Toro salvaje la edición de Thelma Schoonmaker sobresale por la extraordinaria secuencia boxística, cruda, real, dinámica y expresiva que sopesa el dramatismo emocional y lírico de su director, con la orquestación cinematográfica; el montaje de Schoonmaker es magnífico, uno de los mejores en la historia del cine, soberbio, lúgubre, pletórico de claroscuros que desde la fotografía y la dirección no hubiesen alcanzado la perfección, de haber carecido de una edición brillante. La innovación en la técnica desplegada por Schoonmaker resultó fundacional para futuras cintas no solo deportivas sino de otros géneros, el dinamismo plasmado en cada escena coadyuva a la asimilación del mensaje y permite que el espectador no se pierda la intensidad de cada round, y que lleva por consiguiente una ilación de la trama personal con el drama deportivo. Robert De Niro interpreta una de las mejores actuaciones de su repertorio, y en su proeza, una de las más célebres actuaciones de la historia de la cinematografía universal, no solamente por el despliegue y esfuerzo físico, no solo por el sacrificio en el aumento y baja de peso, no solo por el entrenamiento para ejercitar el deporte que encarnaría y representar a un personaje de la vida real, Jake LaMotta, la actuación descomunal encumbra al actor, al personaje y al director en una epifanía de extraordinaria manufactura fílmica, posibles gracias a la ya destacada fotografía, y a la edición de Schoonmaker.

La violencia inherente a los laberintos de la mente, y la mirada al oponente como un rival al que debes derrotar y terminas por derrotarte a ti mismo, son algunas de las aristas que sitúan a Toro salvaje como una obra maestra. Toro salvaje es una película en donde la fotografía en blanco y negro y la edición en los matices de las luces y los reflejos, integran una expresión artística que en algunos otros filmes del director plasmaron la innovación y los experimentos fílmicos. En Toro salvaje no hay héroe ni villano, la circunstancia no está determinada, y las acciones recaen por añadidura en la aspiración de quien busca más cuando menos tiene, pero tampoco hay prisa ni pausa, y aunque los años se suceden, las secuencias guardan su propio ritmo; ese es un logro de la editora y de su magia, que permite atender la sinergia entre quien entabla un diálogo interior y lo expresa, entre quien habla ante una audiencia más ávida de ver al ídolo caído que al héroe que alguna vez fue, la búsqueda por el reconocimiento desde la identidad que nos confunde.

 

8. BAD (Bad) Dir. Martin Scorsese 1987

El talento de Thelma Schoonmaker en su diversa gama creativa tiene un punto álgido con la edición del video musical Bad de Michael Jackson, quien para entonces ya había ofrecido videos fundacionales, Thriller de John Landis, por citar el más célebre, ícono del álbum más vendido a nivel mundial hasta la fecha. Con Bad la apuesta estaba en lo más alto, y con Scorsese como director la expectativa fue amplia. El resultado es un coreográfico despliegue musical, que potencializa los bailes propios del artista con la trama gansteril del video; Schoonmaker une las imágenes con la misma fuerza que el artista avanza y retrocede hacia la pantalla, y con la gama de rostros y secuencias que caracterizan a la edición de intencionalidad y acción de su editora. Si Schoonmaker había ya dejado su huella al editar Woodstock y Toro salvaje con maestría, en Bad confirma su inigualable repertorio técnico, y una vez más, demuestra que es capaz de captar el espacio-tiempo del director, del intérprete, del fotógrafo, y en este caso, de la banda sonora que lo acompaña. El hecho de que Scorsese prefiera utilizar música de fondo como la banda sonora de sus cintas aboga en favor de Schoonmaker, quien hace de la música un recurso para encapsular momentos, mensajes y emociones.

 

7. BUENOS MUCHACHOS (Goodfellas) Dir. Martin Scorsese 1990

Epítome del cine de Martin Scorsese, del cine de mafia y de las películas corales, Buenos muchachos está narrada por su protagonista, y hace eco de las grandes cintas del cine noir de los años 40, que recuerdan a las clásicas Doble Indemnity y Sunset Boulevard de Billy Wilder. Buenos muchachos narra el ascenso y declive de un mafioso encarnado por Ray Liotta, y su relación con sus padrinos, cómplices y casi hermanos, quienes lo bautizarán y adentrarán en el mundo del que no hay salida. Ambientada en 4 décadas diferentes, el reto de editar la cinta desde la voz narradora de sus protagonistas presenta un reto de enorme simetría entre la intencionalidad de la voz, la música de fondo y el tema desplegado que en ningún caso debe desmerecer el humor, la violencia y la inexplicable afinidad por los sucesos que se describen en secuencias matemáticamente dispuestas por el director. Buenos muchachos retomó el uso y el gusto del testimonio como un activo del personaje para ser lo mismo testigo que juez, agente que cómplice.

 

6. PANDILLAS DE NUEVA YORK (Gangs of New York) Dir. Martin Scorsese 2002

Una soberbia edición de Thelma Schoonmaker hace de Pandillas de Nueva York una de las más coreografiadas, afanosas y violentas cintas corales de Martin Scorsese. Esta laureada edición recurre a la yuxtaposición de imágenes unidas de forma magistral por movimientos físicos, levantamientos de brazos, enuncia de señales, gesticulaciones y  giros faciales de expresión ocular, que si bien podrían resultar caricaturescos o de suyo demasiado planeados, lo cierto es que logran situar la edición del drama cual si fuese una pieza musical propia del cine de los años 50 y 60. Situada en la construcción de la urbe hacia mediados del siglo XIX, la película enfrasca gestas, calles, venturas y desventuras de las bandas y recovecos de supervivencia a través de personajes que dubitan entre el arraigo y la afirmación. Scorsese muestra las relaciones entre sectores sociales y los anhelos por configurar un estado, una clase o la autoafirmación a pertenencia de un sector; la edición como lenguaje encuentra en la construcción como momento y en la división como circunstancia el ambiente propicio para admirar la habilidad editora de Schoonmaker.

 

5. EL AVIADOR (The Aviator) Dir. Martin Scorsese 2004

Ganadora a Mejor Edición en los Premios Óscar, segunda estatuilla de su carrera, El aviador conjuga una edición dispuesta a la épica, al drama, a la fascinación por una época llena de glamour, flashes, luces, sombras y parafernalia donde cada lente, cada clic, cada imagen y escenario, conforman una palestra articulada para narrar la historia de un soñador y su sueño. Lo mismo que edita escenas en el aire, Schoonmaker es capaz de unir secuencias de profunda soledad con la misma tensión de quien vuela y se arriesga en el vuelo, las manos son un eje narrativo, y los movimientos de cámara bellamente plasmados en la cinta le sirven para realizar un montaje casi imperceptible, varias de las escenas parecieran ser tomas largas, y otras más funcionan como nodo de su trabajo desde la luz o la oscuridad como mensaje. Los destellos como recurso recuerdan la magnificencia de Toro salvaje, y los compases de su movimiento temporal convergen con su apuesta editora en La edad de la inocencia; si bien El aviador no es la más poderosa cinta de Scorsese a nivel dramático o narrativo es, junto con Hugo, uno de sus mejores trabajos a nivel técnico, donde fotografía y edición elevan la cinta.

 

4. LOS INFILTRADOS (The Departed) Dir. Martin Scorsese 2006

Ganadora del Premio Óscar a Mejor Película, Los infiltrados representó un reto extra para su editora, por una parte plasmar las emociones de sus protagonistas como sendas personalidades contrapuestas, y por la otra lograr la edición genuina de un remake, lo que sin duda representa un desafío para el director, el fotógrafo y el editor de la nueva apuesta. Con varias nominaciones a Mejor Película y Director en los premios de la Academia, de manera sorpresiva Martin Scorsese no había obtenido la estatuilla dorada, como si el Premio Óscar escapara una y otra vez, y a diferencia de muchos directores y directoras que no lo ansían, Scorsese parecía cuestionarse el por qué.

En Los infiltrados, el contexto policial del sur de Boston gravita entre la corrupción, el tráfico de influencias y la violencia entre los grupos delictivos, un renegado debe hacerse pasar por delincuente y hallar al delincuente que se ha hecho pasar por policía. En un juego de cruce de identidades, percepciones y resoluciones, Scorsese balancea el humor con la violencia, el deseo con la confesión, la fatalidad con el compromiso, y lo hace mediante una edición cuidada y sorprendente, que atiende a un par de finales, el final inesperado y el que hace justicia ante la audiencia. El encubrimiento o la moral quedan relegados por la ética del servicio inexistente, y el verdadero héroe queda como el anónimo mártir de un sistema que te devora o impele. Thelma Schoonmaker logra un balance casi poético en las secuencias determinantes de la película, en especial, la escena del ascensor, donde toda la trama adquiere sentido y al mismo tiempo cimbra a la audiencia, lo inesperado es esperado y lo esperado una sorpresa, y es la magia de Schoonmaker en franca conexión de su director lo que brinda credibilidad al momento. 

 

3. HUGO (Hugo) Dir. Martin Scorsese 2011

Si Taxi Driver, Toro Salvaje y Buenos Muchachos consagraron a Martin Scorsese desde relatos plenos de violencia y la estridencia física y oral de sus protagonistas, Hugo lo inserta en un género poco explorado por el director, el infantil, y lo hace desde una narrativa visual que se anida en lo fantástico y recurre a lo lírico para mostrarse como una apología de la creatividad, el ingenio y los sueños. Thelma Schoonmaker logra su tercer Premio Óscar con esta innovadora e hilarante cinta de fantasía y amor por el cine, una atrevida adaptación de la obra La invención de Hugo Cabret, de Brian Selznick.

Podríamos asentir que la edición que logra Schoonmaker en Hugo consolidó su legado y le permitió a sí misma exponer su arte mediante un género completamente distinto a lo que había ya realizado con Scorsese. Lo más cercano a la fantasía había sido Después de las horas, y ninguna cinta previa había sido dirigida para un público infantil y juvenil,  jamás habían experimentado con la animación, los efectos especiales y la construcción de mundos imaginarios; en Hugo, Schoonmaker brindó un colofón a su canon. Si bien en otras de sus películas recurre a la coreografía visual, física y musical, en Hugo se guía por el engranaje mecánico, el sistema y la tecnología, el funcionamiento y el instrumento que lo hace funcionar para hacer de la fotografía una vívida experiencia y del desarrollo de los personajes un creíble proceso continuo, la edición se convierte en un elemento vital de la película, y es por ello que es uno de los trabajos más celebrados de la editora.

Un homenaje a la cinematografía universal, una oda visual al legado de Georges Méliès y un reconocimiento a la innovación de la industria mediante la invención, la ciencia y la tecnología, ponderan la realización de la cinta. Nominada a Mejor Película en los Premios Óscar, Hugo permanece como una de las más arriesgadas apuestas del director neoyorquino, quien al mismo tiempo exploró un campo distinto y desafió a su público cautivo.

 

2. EL LOBO DE WALL STREET (The Wolf of Wall Street) Dir. Martin Scorsese 2013

Si la edición de Thelma Schoonmaker en El aviador es uno de los aspectos más sobresalientes de la película, en El lobo de Wall Street resulta indispensable, un festín de imágenes que se suceden a través de las emociones y en una franca avalancha de sucesos que sin pausa describen el auge y caída de un apostador, que si bien no apuesta como una consigna literal, arriesga, controla, maneja y manipula los recursos y sus inversiones, el talento y la audacia al servicio de la riqueza, y la riqueza como una realidad alterna. Memes, referencias, citas e imágenes producidas en la película se convirtieron en tema de conversación, y la actuación de DiCaprio fue reconocida con diferentes nominaciones en la temporada de premios.

El lobo de Wall Street muestra los placeres y gozos que posibilita el éxito de quien se aventura en el mundo financiero de la bolsa, lleno de competitividad y en muchas ocasiones carente de ética, donde existen diferentes formas de obtener la riqueza por vías no formales pero existentes, el cómo la irrupción de súbito en esa vorágine de sucesos puede concluir con el colapso y la bancarrota, para después, como una rueda de la fortuna, alcanzar la parte más alta y situarse en la más baja como si estas emociones acontecieran al mismo tiempo; más allá del dinero, es un asunto de realización.

 

1. El IRLANDÉS (The Irishman) Dir. Martin Scorsese 2019

Thelma Schoonmaker recibirá una nominación más a su legado en la próxima entrega del Premio Óscar, y no es una suerte de aproximación o augurio sino la confirmación de un inevitable, el reconocimiento a un logro cinematográfico. Editar El irlandés representó un trabajo meticuloso, detallado, artístico desde el ápice y cuidado desde su fondo y forma. El director, Martin Scorsese, el fotógrafo Rodrigo Prieto y la editora, Schoonmaker, establecieron un trinomio que marcará la historia de las producciones realizadas para el cine en pantalla grande, y al mismo tiempo el destinado a las plataformas digitales. Un reencuentro esperado entre colaboradores frecuentes y un elenco magistral comandado por uno de los más grandes directores de la historia, la épica El irlandés no solo cumple con las expectativas sino que de alguna manera las rebasa para generar otras, las del interés tecnológico que desaparece al adentrarse a la cinta y disfrutar intensamente la creación que en conjunto han ofrecido sus realizadores.

En El irlandés, Scorsese expone mediante la memoria, los recuerdos y la evocación, pecados sin castigo y castigo del pecado, se suscitan al corolario de sus personajes históricos, anecdóticos y ficticios, extraordinaria cinta que brinda un sello de heredad a sus realizadores, no por edad ni tiempo sino por la calidad fílmica de la obra. En El irlandés los efectos se admiran desde sus actores, y el experimento a prueba es un rotundo éxito que une ambición, poder y realización. Scorsese, gracias al arte de Schoonmaker, enhebra mediante el montaje pautas históricas, referencias anecdóticas y consignas deductivas, la revisión y evaluación de los hechos desde la memoria, los recuerdos o las recreaciones de su protagonista, logrando al sumar sus componentes usuales, una cinta extraordinaria.

En esa sensación de vulnerabilidad, quien jalara el gatillo sin una pizca de duda, pudiera ahora abrazarla y cuestionarse el deber ser, y en esa cuestión, afrontar otras que se derivan del arrepentimiento o de la confirmación, finalmente los hechos han acontecido y aunque no puedan ser cambiados, hay misterios que se prefiere resolver o dejar para siempre en el resguardo de la ignorancia o la suposición. Si de suyo la valía del filme por sí mismo adquiere las dimensiones de un clásico instantáneo, bien vale considerar la etapa de preparación e incertidumbre que atravesó el proyecto, especialmente por su elevado costo y por la agenda de sus protagonistas. En el ir y venir del flashback en los pasajes de la historia y su recuerdo, Scorsese acudió a la tecnología de la empresa Industrial Light & Magic que fundara George Lucas, para desarrollar efectos visuales que permitieran dar mayor realismo a los personajes desde el rejuvenecimiento, labor que resulta posible gracias a la impecable maestría de Thelma Schoonmaker. La orquestación del equipo creativo por parte de Scorsese resultó sobresaliente, y las proezas técnicas fungieron como un recurso que enriqueció las imponentes actuaciones que dieron vida al guion escrito por Steven Zaillian, basado en la novela I Heard You Paint Houses de Charles Brandt. En El irlandés, su protagonista recibe una propuesta y en la decisión de aceptarla o no, transforma o define lo que será su devenir y el recuento de los días, y a pesar de las 3 horas y media de duración, que bien remembra las épicas del cine majestuoso o épico del Hollywood clásico, el tiempo pasa tan relativo como la valoración de sus personajes.

Sally Menke, Dody Dorn, Lisa Lassek, Kelly Matsumoto, Maryann Brandon, Caroline Ross, Mary Jo Markey, Carol Littleton, son algunas de las más reconocidas e innovadoras editoras de la industria. Desde su lente se han impreso secuencias icónicas, y en la suma de su arte sobresale la constancia y longevidad de Thelma Schoonmaker; su portafolio al montaje brinda a su trabajo la cualidad distintiva que sólo tienen los artistas al imprimir un estilo propio. Con El irlandés sorprende y reafirma, cuida la trama, crea en la innovación, procura la fotografía y permite que se desenvuelva la visión del director.

 

Iván Uriel Atanacio Medellín es escritor y documentalista. Considerado uno de los principales exponentes de la literatura testimonial hispanoamericana. Es autor de las novelas El Surco El Ítamo, y de los poemarios Navegar sin Remos y Puntos cardinales, los cuales abordan la migración universal y han sido estudiados en diversas universidades a nivel internacional. Dirigió los documentales La voz humana y Día de descanso. Es director editorial de Filmakersmovie.com.