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Empresario de cripto se come plátano de arte conceptual que le costó 6.2 millones de dólares

Arte

Por: Luis Alberto Hara - 11/29/2024

Los altos niveles de absurdo que genera la confluencia del mundo del cripto y del arte conceptual moderno

En un espectáculo que captura la intersección surrealista entre el arte, la riqueza y el marketing moderno, el empresario de criptomonedas Justin Sun comió recientemente un plátano pegado a la pared con cinta adhesiva, una obra de arte que compró por $6,2 millones de dólares. La pieza, Comedian, del artista conceptual italiano Maurizio Cattelan, ha generado controversia desde su debut, avivando debates sobre los límites del arte y el exceso. La decisión de Sun de devorar la obra en un evento en Hong Kong no hizo más que intensificar lo absurdo, enfatizando que todo era solo un fenómeno mediático.

Sun calificó el plátano como "icónico", estableciendo paralelismos entre el arte conceptual y las criptomonedas. Ambos, argumentó, trascienden la materialidad para existir principalmente como propiedad intelectual o abstracción digital. Sin embargo, mientras Sun celebraba la naturaleza efímera de la obra, también revelaba su núcleo transaccional: comprar una fruta de $1 solo para mercantilizarla y consumirla frente a periodistas e influencers.

El gesto puede parecer juguetón, pero resalta un patrón preocupante en la cultura contemporánea. El arte, que alguna vez reflejó la emoción y la experiencia humanas, se convierte cada vez más en una herramienta para exhibir estatus o generar momentos virales. Obras conceptuales como Comedian oscilan entre la sátira y la decadencia, desafiándonos a cuestionar si sus precios exorbitantes critican el consumismo o lo perpetúan.

La comparación de Sun entre el plátano de Cattelan y los NFT o el blockchain añade otra capa de ironía. Tanto el arte en NFT como las criptomonedas dependen más del valor percibido que del valor intrínseco, prosperando en una economía digital que a menudo premia el espectáculo sobre la sustancia. La inversión de Sun en proyectos de criptomonedas, incluyendo una asociación de $30 millones con el World Liberty Financial respaldado por el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, conecta aún más este evento con una cultura de riqueza especulativa.

Para algunos, la compra de Sun y sus acciones posteriores ejemplifican cómo se consume el arte moderno, literalmente en este caso, no por su valor intrínseco, sino por su capacidad de generar notoriedad. Los asistentes al evento recibieron plátanos y rollos de cinta adhesiva como recuerdos, un guiño kitsch a la provocación original de Cattelan. Mientras tanto, el vendedor que originalmente vendió el plátano por menos de un dólar lloró al enterarse de su valor de reventa, un recordatorio conmovedor de las desigualdades económicas que subyacen a tales extravagancias.

La promesa de Sun de comprar 100.000 plátanos al vendedor para su distribución mundial intenta inyectar una narrativa positiva en el espectáculo, pero también resalta la naturaleza transaccional del mundo del arte moderno, donde la autenticidad viene con certificados y la decadencia está predeterminada. En una era de NFT, fortunas criptográficas y espectáculos en redes sociales, el plátano de Cattelan, junto con la performance de Sun, podría, en última instancia, servir como un mordaz comentario sobre el vacío de todo esto.