*

Es indispensable tomar conciencia sobre nuestra presencia con el otro para convertir al vínculo en una interacción significativa y plena

En su libro The Boy Raised as a Dog (2007), el doctor Bruce Perry explica la importancia de tan sólo estar, en plena conciencia y esencia, con la otra persona para regular los efectos tanto fisiológicos como cognitivos y emocionales del trastorno de estrés postraumático. Por ello no ha de sorprendernos que especialistas en la salud de personas con discapacidades adquiridas (como parálisis cerebral, apraxia del lenguaje, desordenes genéticos y discapacidades del desarrollo, entre otros) hagan uso de la misma técnica que el especialista en trauma para mejorar las habilidades alternativas de comunicación de sus pacientes.

Para las intervenciones AAC (comunicación argumentativa y alternativa, por sus siglas en inglés) se trata de desarrollar vías de comunicación cognitivas y emocionales cuando las tradicionales no son efectivas. Por ello la interacción con la otra persona es indispensable, de modo que se pueda establecer un vínculo íntimo, de confianza y entendimiento mutuo para garantizar la codificación, decodificación, asimilación y expresión adecuada de un mensaje.

Erna Alant, especialista en la construcción de vínculos afectivos cuando la comunicación posee limitaciones debido a alguna discapacidad, explica que al tomar conciencia sobre cómo uno influye en el otro de manera retroalimentativa, cambia la esencia total del vínculo, de manera que “mi estado mental y habilidad de estar presente con [el paciente] impacta en la calidad de nuestras interacciones”. Esto quiere decir que si uno está con otro pensando en las preocupaciones del trabajo o el dinero, el proceso terapéutico es generalmente más corto y menos satisfactorio.

 

La clave de los vínculos (y la salud mental) es estar presente con la otra persona

Alant explica que:

cuando me dejo ser yo misma con [la otra persona] y comento lo que me parece relevante en el momento, la conexión entre los dos parece ser más satisfactoria -por ejemplo, al comentar cómo el color de las flores de la habitación hacen resplandecer el espacio, o lo bien que se ven las fotografías familiares en la pared-.

Por esta razón, ella aconseja ser uno mismo con la otra persona para convivir juntos durante un momento, y así ofrecer una manera más efectiva y simple de conectar con el otro.

Es indispensable tomar conciencia sobre nuestra presencia con el otro para convertir al vínculo en una interacción significativa y plena. De este modo, la interacción comienza a identificar las necesidades de uno y del otro para establecer un punto de conciencia y una conexión, que hacen del tratamiento terapéutico un éxito. O, en el caso de un vínculo de pareja, amigos o familiares, algo más saludable. Esta situación la podemos ejemplificar con el caso de la reciente película Joker (2019), de Todd Phillips y protagonizada por Joaquin Phoenix, en donde el personaje principal, Arthur Fleck, experimenta una completa carencia de vínculos afectivos (y al contrario, una vida de abusos físicos y sexuales por parte de sus cuidadores y de la sociedad), lo cual provoca una imposible mejoría en su proceso terapéutico previo al brote psicótico y psicopatológico que le brinda un escudo ante el maltrato: una nueva personalidad que se autonombra Joker.

Si se acepta la habilidad de tener una conexión con el otro, la intervención (o el vínculo afectivo) será efectiva y exitosa. En consecuencia, prepararse tanto emocional como cognitivamente para estar en el aquí y ahora, desde una posición positiva y con la otra persona, puede ser el inicio para ejercer un cambio contundente en las interacciones sociales y eventualmente en el mundo.

 

Fotografía principal: Joker (2019), de Todd Phillips