*

Este videopoema capta la danza alquímica de los opuestos: el Sol y la Luna en su máximo esplendor urbano

Ecosistemas

Por: Jimena O. - 04/08/2018

La superluna contrastada con el skyline londinense y hermanada místicamente con el Sol en una sutil sinfonía

El Sol y la Luna en los cielos que vemos todos los días parecen llevar a cabo una danza sutil que es la conjunción de la cual nace la vida material y espiritual. Para los alquimistas, la piedra filosofal era el resultado de la unión entre Sol y Luna, quienes eran visualizados com el rey y la reina o como hermano y hermana (soror mystica), los cuales aportaban los principios complementarios (masculino-femenino, luz-oscuridad, Logos-Eros, etc.) de los cuales nacía el hijo, el alma perfecta, la piedra filosofal. 

Este video de Luke Miller parece jugar, acaso inconscientemente, con estos arquetipos alquímicos, desde el contexto moderno urbano. Sun Moon London traza los movimientos astronómicos de dos jornadas: la superluna del 1 de enero del 2018 y la luna llena del 5 de octubre del 2017 (llamada harvest moon). Son lunas enormes, radiantes y hermosas, que contrastan en su plateado plenilunio con el áureo rotundum del Sol que se erige como una deidad entre los rascacielos (modernas pirámides). Las dos luces van moviéndose como en una sinfonía, en un coqueteo geométrico, mostrando sus rostros y luego ocultándolos, eclipsándose. La luna llena es el momento en el que el Sol y la Luna están en completa oposición (los eclipses de luna ocurren siempre en estas fechas: en lo que se conoce también como sizigia: el alineamiento entre el Sol, la Luna y la Tierra; los eclipse de sol ocurren siempre en luna nueva, cuando el Sol y la Luna están en conjunción).  

Miller logra captar una especie de belleza apocalíptica, un misterio cósmico cotidiano que damos por sentado pero que cuando nos detenemos a observarlo y a sentirlo, da significado a nuestras vidas, las encanta, revela el misterioso propósito que proviene de lo cósmico: de la belleza y el orden..

Carl Jung escribió sobre esto en su libro Mysterium Coniunctionis:

La conciencia requiere necesariamente de una contraparte oscura, latente, inmanifiesta: el inconsciente, cuya presencia puede ser reconocida sólo a través de la luz de la conciencia. De la misma manera que la estrella diurna surge del mar nocturno, así también, ontológica y filogenéticamente, la conciencia nace de la inconsciencia y se sumerge cada noche en su condición primaria. La dualidad de nuestra vida psíquica es el prototipo y el arquetipo del simbolismo Sol-Luna.