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¿Por qué los incompetentes se creen "sabelotodos" (o sobre el efecto Dunning-Kruger)?

Sociedad

Por: Jimena O. - 03/03/2018

De acuerdo con Dunning y Kruger, este fallo en la percepción puede deberse a que las herramientas necesarias para ser competente en una actividad son las mismas que permiten evaluar correctamente el propio desempeño

¿Por qué hay gente incompetente que se cree experta en todo y superior a los demás? Esas personas que pueden llegar a ser incómodas a la hora de opinar acerca de cómo realizar cualquier actividad, llevar un estilo de vida en específico o cualquier toma de decisión. Esas personas suelen padecer del efecto Dunning-Kruger.

La observación de este fenómeno empezó cuando en 1995, McArthur Wheeler, un asaltabancos robusto de 1,70m de altura y 130kg, decidió ejercer su oficio a plena luz del día y sin ninguna máscara que pudiese ocultar su identidad. Como era de esperarse, fue arrestado 1 hora después, y en el interrogatorio Wheeler confesó que confiaba en que aplicar jugo de limón sobre su rostro lo volvería invisible ante las cámaras de seguridad. La idea vino después de que dos de sus amigos le sugirieran esta alternativa, él lo probó y se tomó una fotografía en donde no apareció dentro del recuadro. En su lógica, el efecto en su rostro era similar al de “la tinta invisible” hecha con jugo de limón.

David Dunning y Justin Kruger, psicólogos sociales, leyeron esta noticia e intrigados por la incompetencia o incredulidad de Wheeler, decidieron investigar al respecto. Guiaron su estudio preguntándose si sería posible que la incompetencia de uno pudiese cegar al grado de ser capaz de ignorar a la incompetencia misma. El experimento se llevó a cabo a lo largo de cuatro estudios distintos con estudiantes de psicología de la Universidad Cornell, enfocándose en las áreas de humor –habilidad para reconocer lo gracioso–, gramática y razonamiento lógico. Se le preguntó a cada participante cómo estimaba su competencia en cada uno de esos campos, y se les sometió a un test para comprobar su competencia real. Los resultados se compararon, y se encontró una correlación interesante: en cuanto más incompetente era la persona, menos notaba su incompetencia; y mientras más competente era, menos valoraba su competencia.

Bajo el nombre de Unskilled and Unaware of it: How Difficulties in Recognizing One’s Own Incompetence Lead to Inflated Self-Assessments (1991), los autores publicaron sus conclusiones básicas. Los individuos incompetentes son:

  1. Incapaces de reconocer su propia incompetencia.
  2. Incapaces de reconocer las genuinas habilidades del resto.
  3. Incapaces de reconocer hasta qué extremo son incompetentes en el tema.
  4. Si se les entrena para mejorar sus habilidades, pueden reconocer y aceptar su falta de habilidades previa.

De acuerdo con Dunning y Kruger, este fallo en la percepción puede deberse a que las herramientas necesarias para ser competente en una actividad son las mismas que permiten evaluar correctamente el propio desempeño. Otro factor que puede estar influyendo en la presencia del efecto Dunning-Kruger, provocando que un individuo se califique como mejor que los demás, son las áreas; es decir, las personas suelen considerarse más hábiles en temas de la salud, conocimiento y prácticas sobre liderazgo, ética, razonamiento lógico, matemáticas, gramática, conocimiento financiero, inteligencia emocional y ajedrez.

Debido a que todos tenemos áreas de incompetencia, los expertos explican que todo ser humano corre el riesgo de sufrir los efectos de este síndrome. Sin embargo, no se trata de una cuestión del ego cegándonos ante nuestras debilidades, pues los individuos realmente pueden admitir sus déficits una vez que los han identificado y mejorar después de tener el entrenamiento adecuado. Se trata del fenómeno de que el ser humano tiene una autopercepción imprecisa: cuando las personas son incompetentes, no pueden ver sus propios errores; cuando son  excepcionalmente competentes, no perciben cuán inusuales son sus habilidades.

Para evitar ser víctima de este efecto perceptual Dunning y Kruger recomendaron, primero, pedir retroalimentación de otros –que sean realmente competentes en esa actividad en particular–, y segundo, seguir aprendiendo, para así tener identificados los propios déficits y mejorarlos, si es eso lo que se desea.