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Extrañamente, los monjes budistas tibetanos son los que más miedo le tienen a la aniquilación de su yo, y los más egoístas

Si es que existe una religión que en primera instancia parece ser amiga de la muerte es el budismo (quizás con la excepción de cultos que específicamente adoran a la muerte como "la santa muerte"). Los budistas suelen meditar constantemente sobre su muerte y la impermanencia de todos los fenómenos, y en el caso de los budistas tibetanos algunos incluso visitan cementerios para realizar prácticas meditativas. Además, el budismo enarbola la creencia de que el sí mismo o yo no tiene existencia intrínseca, surge cada instante como consecuencia de causas y condiciones. Aquel que muere no es el mismo que es hoy. Así entonces el budismo enseña el desapego, tanto a la vida material como a ese sí mismo que es la causa de nuestro sufrimiento. Uno pensaría, entonces, que los budistas tibetanos deberían de ser de las personas que menos temor le tienen a la muerte.

Un estudio reciente realizado por académicos de diferentes universidades, incluyendo Harvard, examinó cómo distintas culturas se relacionan con la muerte. Se tomó en cuenta a cristianos (quienes creen que el alma existe en un estado incorpóreo después de la vida); hindúes (quienes creen que el alma persiste después de la muerte y suele reencarnar en otro cuerpo, si es que no alcanza la liberación); personas  no religiosas, y tres distintas poblaciones budistas, entre ellos monjes tibetanos, tibetanos laicos y laicos de Bután.

Los autores tenían la premisa de que "si el sí mismo del futuro es literalmente diferente del sí mismo actual, uno debería tener menos preocupación con la muerte del sí mismo futuro". Extrañamente, los monjes tibetanos mostraron tener más miedo a la muerte, pese a que su creencia en la no continuidad del sí mismo fue la mayor. De manera sorprendente, los monjes tibetanos fueron también los menos generosos cuando se les planteó el prospecto de acortar su vida en favor de extender la de otra persona.

 

Los autores creen que tal vez el miedo a la muerte es demasiado instintivo para domarlo con filosofía. O quizás los monjes tibetano piensan demasiado en la llamada "preciosa vida humana", la cual el Buda enseñó que es una oportunidad sumamente rara y valiosa, y les estresa desperdiciarla y no lograr la liberación del samsara. Por otra parte, cabe notar que los laicos tibetanos, quienes en algunos casos son practicantes tántricos, fueron los que menos miedo expresaron a la muerte. Esto podría indicar que el temor hacia la muerte tal vez no sea un fenómeno budista en general sino algo que tenga que ver con las condiciones monásticas, las cuales podrían exhibir cierta corrupción o incluso una obsesión compulsiva por la muerte. El budismo enseñan fundamentalmente la impermanencia y la compasión, así que el hecho de que los monjes tibetanos sean los más egoístas y los más temerosos a la muerte y específicamente a la aniquilación del sí mismo, parece sugerir que algo no está funcionando en estos monasterios. Claro que hay que tomar todos estos estudios con un grano de sal, aunque mencionando que esta investigación fue realizada por instituciones de gran prestigio. 

Junto con los tibetanos laicos, los hindúes fueron los que menos miedo le tuvieron a la muerte en general. Los cristianos y los no religiosos mostraron un temor muy similar.

Puedes leer más sobre este estudio en el sitio Lion's Roar.