*

Conviértete en un maestro del dibujo con estos sabios y útiles consejos traídos directamente desde el Renacimiento

El genio bastardo

Leonardo da Vinci no necesita presentación, pues casi todo lo que se puede decir sobre él ya se ha dicho. De cualquier manera, y en caso de que no hayan escuchado nunca de él, se trata de la figura central del Renacimiento europeo: pintor, botánico, inventor, anatomista, dibujante, pensador y un largo etcétera. Una mente privilegiada con un IQ calculado en 210, adelantado al menos 500 años a su época.

Algunos piensan que en realidad se trataba de un ladrón de ideas, que no era tan inteligente como se dice y sólo mejoraba los inventos de otros; algunos más creen en códigos secretos dejados a lo largo de su obra, que revelarían alguna clase de conspiración.

Sea cual sea la postura que se tiene sobre él, hay consenso general sobre una cosa: es uno de los artistas más talentosos que hayan pisado la Tierra.

Desde pequeño estaba condenado: nació como el hijo ilegítimo de un notario, situación que le impedía asistir a la universidad o continuar la profesión de su padre pero, lejos de desanimarse y rendirse ante la adversidad, Leonardo se volvió un autodidacta; la naturaleza y la experiencia se convirtieron en sus maestros.

El papel era un lujo en su época; pese a esto, Leonardo robaba un poco de la oficina de su padre y se escapaba al bosque para hacer bosquejos de plantas y animales. Estos mismos dibujos serían la llave de entrada para que luego Leonardo se convirtiera en asistente, con tan sólo 14 años, del artista Andrea del Verrocchio, amigo de su padre. Ahí perfeccionaría su técnica, hasta llegar a ser uno de los grandes.

 

¿Qué es el talento?

De acuerdo con el investigador Daniel Coyle, debemos abandonar la noción de que las grandes figuras renacentistas (Miguel Ángel, Rafael, Botticelli o el mismo Leonardo) son una especie de seres semidivinos. Todos ellos fueron niños aprendiendo todas las habilidades y conocimientos que podían extraer de su entorno.

La práctica constante, un buen asesoramiento y la ignición son hábitos que podemos fomentar tanto en niños desde una edad temprana como en nosotros mismos para conseguir ese nivel de maestría. Cuando practicamos una habilidad, una sustancia en nuestro cerebro llamada mielina rodea nuestros circuitos neuronales, aquellos que se forman al aprender algo, lo que nos hace más hábiles. Es decir, a más mielina, mayor talento.

Una práctica adecuada en cualquier campo implica empujar al límite nuestras habilidades, hasta traspasar la frustración. El talento que no se motiva por el incesante mejoramiento de las habilidades nunca conducirá a la maestría.

 

Los consejos de Leonardo

Leonardo tenía nueve técnicas que le permitieron alcanzar los mas altos estándares al dibujar, y que están ahí para retarte y hacer que tus habilidades alcancen su límite. Son práctica, ejercicio y trabajo. Así deben ser abordadas.

 

Dibuja objetos en movimiento

La lluvia, los caballos galopando, un grupo de hombres riendo, estas son las cosas que Leonardo utilizó como modelos para practicar el arte de captar la vida tal como aparece ante nuestra vista: animada, con movimiento. Era como una cámara viviente, con el cerebro, la mano y la vista perfectamente coordinados. Soñaba con convertirse en algo así como “un espejo humano”.

Da Vinci recomienda:

Mantén una mirada afilada para las figuras en movimiento. En las calles, en las esquinas, en el campo. Traza rápidamente las líneas principales, una o para la cabeza, algunas líneas bien curveadas para las extremidades y el pecho; cuando llegues a casa termínalas por completo.

 

 

Copia a tu(s) maestro(s)

Leonardo fue asistente durante 10 años. Igual que todos los asistentes de la época, Da Vinci se encargó de hacer muchas copias de los originales de su maestro hasta dominar su estilo, como se requería. El estilo de Verrocchio está presente en los primeros trabajos de Leonardo.

Da Vinci recomienda:

El artista debe ejercitar su mano primero copiando algunos dibujos de la mano de un buen maestro. Luego de haber dominado esa práctica, bajo la asesoría de su maestro, debe dibujar objetos con otro estilo, siguiendo las reglas que se le han enseñado.

Recientemente se descubrió que un alumno de Da Vinci iba copiando los trazos de su maestro, uno por uno, mientras éste trabajaba en su obra más famosa, La Mona Lisa.

El joven primero debe aprender perspectiva, luego la proporción de los objetos. Luego puede copiar algo de un buen maestro para acostumbrarse a las formas finas. Luego de la naturaleza para confirmar y practicar las reglas que haya aprendido.

 

 

Juega con las perspectivas

Cualquier oportunidad para practicar o ejercitar habilidades útiles para el dibujo debe ser bien recibida. Puedes practicar adivinando la longitud de objetos a la distancia, por ejemplo. Puedes jugar con otras personas a adivinar la longitud de líneas trazadas en una pizarra y observadas a 10m de distancia. Este tipo de juegos ayuda al cerebro a mejorar la calidad con que percibe las dimensiones espaciales.

 

Dibuja cosas divinas y grotescas

Cuando alguien le llamaba la atención por su apariencia, Leonardo solía seguir a esa persona todo el día hasta aprender de memoria su apariencia.

El pintor (o dibujante) debe aspirar a la universalidad porque hay una gran necesidad de respeto propio cuando se aprende bien sólo algunas cosas y otras se hacen mal; así lo hacen aquellos que aprenden correctamente las proporciones de un cuerpo desnudo y no buscan la variedad: un hombre puede ser alto o corto, gordo o flaco, delgado o robusto. Un pintor que no tiene en cuenta estas variaciones siempre hará las figuras con un solo patrón, así todos sus dibujos podrían ser confundidos con hermanos y este es un defecto que requiere una sólida reprensión.

 

 

Arregla las cosas en tu mente a través del dibujo

Antes de que todos los estudiantes de arte tuvieran a su disposición la fotografía como medio para mantener a un modelo en su postura por el tiempo que quisieran, debían practicar hasta dominar la anatomía, la perspectiva y la iluminación. Así se volvían capaces de reproducir desde su mente cualquier figura. Ni Leonardo ni Miguel Ángel utilizaron atajos o guías simples. Trascendieron la copia para volverse creadores.

Leonardo recomienda:

Cuando quieras reconocer algo que has estudiado de memoria, procede de esta manera: cuando hayas dibujado el mismo objeto tantas veces que te sientes seguro de conocerlo íntimamente, demuéstralo dibujándolo sin utilizar el modelo. Mantén el modelo cerca de ti, bajo vidrio delgado; cuando termines sobreponlo y compara tus trazos de memoria con el modelo. Observa las partes que no coinciden y los errores que hayas cometido, mantén en mente no repetir los mismos errores. Luego dibuja con el modelo aquellas partes que salieron mal y dibújalas una y otra vez hasta que las memorices.

También aconseja observar y retener detalles anatómicos para ampliar el catálogo mental y aplicarlo a cualquier dibujo.

 

 

Dibuja en compañía de otros

No a todos los artistas les agrada mostrar su obra terminada, pero son aun menos los que desean mostrar el proceso de creación. Da Vinci nos empuja a lidiar con la sensación que produce someter una obra aún no acabada al juicio del mundo:

Hay muchas razones por las que dibujar en compañía es mejor que hacerlo a solas. La primera es que te sentirás avergonzado de ser visto por tus estudiantes, esa vergüenza te empujará a estudiar con cuidado. Segundo, esta saludable recomendación te permitirá rodearte de aquellos que han sido más bendecidos que tú y esa bendición te incentivará. Otra razón es que puedes aprender de los dibujos de otros que lo hacen mejor y si tú eres mejor que ellos, te puedes beneficiar contemplando los defectos en sus dibujos e intentar mejorar aún más los tuyos con lo aprendido.

Los buenos artistas se preocupan más por la calidad de su trabajo que por la fragilidad de su ego:

Mientras un hombre pinta no tiene por qué encogerse ante cada opinión que escuche. Sabemos bien que todo hombre, aunque no sea pintor, está familiarizado con las formas de otros humanos y es capaz de juzgar si su cadera está demasiado baja o tiene un hombro más grande o más abajo que el otro, o si tiene la nariz o la boca muy grande y otros defectos. Y así como sabemos que son competentes para juzgar los trabajos de la naturaleza, así podemos admitir que lo son para juzgar nuestros errores.

Pide opiniones sobre tu trabajo con humildad y atención; la mayor parte del tiempo puede que te señalen defectos que ya habías detectado, pero hay grandes lecciones cuando te hablan de defectos que tú solo no habrías percibido.

 

Dibuja sábanas y textiles

Nada enseña mejor la importancia de la paciencia, así como los valores de la luz y la estructura. Leonardo pasó años dibujando telas dispuestas de diferentes maneras. Basta colocar una sábana sobre una silla, fijar una fuente de luz y comenzar a practicar.

Da Vinci comenta:

Muchos son los que tienen gusto y amor por el dibujo pero sin talento, esto es discernible en personas que no son diligentes y nunca terminan sus dibujos con sombreados.

 

 

Dibuja la misma cosa desde distintos ángulos

Un buen artista no se limita a generar copias de imágenes bidimensionales; los grandes pintores prueban varios ángulos de una misma persona u objeto antes de animarse a realizar una versión final de sus trabajos.

Nuestro cerebro percibe el volumen, forma y textura de los objetos gracias a la luz. Utilizar esta técnica te hará un mejor interprete de la luz. Dicho de otra manera: los niños dibujan las cosas como creen que lucen, los principiantes copian lo que ven y los maestros dibujan lo que entienden.

 

 

Dibuja con el ojo de la mente

Leonardo no sólo domino el aspecto técnico y práctico del dibujo sino que también tuvo gran cuidado en desarrollar habilidades adecuadas para la concepción y composición de cada figura:

No puedo dejar de mencionar entre estos preceptos un nuevo dispositivo para el estudio que, a pesar de parecer trivial y hasta ridículo, es, sin embargo, extremadamente útil para estimular la creación mental. Cuando mires paredes con puntos o texturas o piedras varias, puedes concentrarte en divisar pequeños paisajes con montañas, ríos, valles, plantas, árboles en distintos órdenes, o quizá batallas y figuras en acción, o quizá extrañas caras y disfraces, una variedad interminable de objetos que puedes reducir o completar y dibujar como figuras bien definidas. Éstas aparecen en las paredes de forma confusa, como el sonido de campanas en cuyo tintineo puedes encontrar la palabra que decidas imaginar.

Nuestra mente es capaz de proyectar su poder imaginativo en cualquier cosa. Cuando dejamos de percibir estímulos externos, nuestro cerebro fabrica los suyos. Este fenómeno es similar al observado en las cámaras de aislamiento. Basta con acostarse en la cama a imaginar en la oscuridad. Busca nuevas formas de estimular tu imaginación y utiliza los resultados en tu trabajo; te sorprenderá lo que ocurre.

 

 

Sólo si tu técnica es capaz de expresar con acierto tus ideas podrás llegar a transformarlas hasta convertirlas en obras maestras.

 

¡Dibuja, dibuja y dibuja!