*

¿Por qué si el budismo niega la existencia de un dios creador hay tantas deidades en su práctica?

Magia y Metafísica

Por: Pijamasurf - 01/06/2017

Coloridas y diversas deidades abundan en el budismo tántrico, y sin embargo, su concepción de la deidad es muy distinta del los monoteísmos occidentales

Al observar las prácticas del budismo mahayana y especialmente del vajrayana (el budismo tántrico tibetano) puede resultar desconcertante para los neófitos ver que existen una gran cantidad de deidades, muchas de importancia primordial en el sendero, a la vez que generalmente se asume que el budismo niega la existencia de una deidad creadora. La confusión proviene en cierta medida de que el Buda, al alcanzar el nirvana bajo el árbol bodhi alcanzó a ver un universo sin principio ni final, sin una deidad creadora. El budismo mantiene que el Buda fue más allá que los dioses del panteón hinduista. Una famosa historia budista cuenta que después de alcanzar el nirvana, el Buda pensó en permanecer en un estado de absorción, pero fue convencido por Brahma e Indra para que enseñara su dharma, tal vez la medicina más refinada que había alcanzado hasta ese entonces la tecnología de la mente de la India (de donde el Buda obtuvo el samadhi que le dio la estabilidad para conocer la naturaleza de la mente). En términos absolutos, es la mente lo que existe desde siempre, sin causa (aquello que precede a todo y aquello que, al comprenderse, comprende todo); en términos relativos es el karma el que crea el mundo.

Por otro lado, dentro de la cosmología budista existen diferentes planos donde habitan las viejas deidades, pero no tan estimadas, ya que existen dentro de los niveles superiores del samsara, es decir, no han alcanzado la liberación y siguen atadas a la existencia cíclica, lo cual en cierta forma los convierte en seres inferiores al Buda (y a los budas) y a los diferentes bodhisattvas; desde la perspectiva no-dual, en realidad todas las deidades, todo el mismo samsara no es más que la conciencia pura en su miríada de manifestaciones, libre de toda mácula, idénticos al Buda.

Para entender el papel de las deidades  en el budismo vajrayana, cuya fabulosa iconografía  ha poblado el imaginario de sublimes bodhisattvas en bellísimas tankhas en las que se muestran con sus tronos de loto en sus Tierras Puras, deidades iracundas y deidades en unión sexual (símbolo de la unión del método y la sabiduría), es mejor remitirnos a un maestro de esta tradición. En su comentario al tantra de Kunjed Gyalp, del semde del dzogchén, Chögyal Namkhai Norbu escribe: 

¿A qué entonces se refiere con "deidad"? Una deidad es un ser que ha logrado la realización [mantengo el anglicismo para sugerir un acto de darse cuenta de la realidad] a través de este mismo camino [uno de los diferentes vehículos tántricos]. Así todos los seres pueden manifestarse en la forma de una deidad y la deidad en sí misma es considerada un método de realización para los practicantes, cuya tarea es prepararse para recibir la sabiduría de la deidad.

La sabiduría de la deidad se puede explicar de la siguiente forma "Antes de lograr la realización, mientras se sigue el camino, un practicante ineluctablemente comete muchos actos, buenos y malos, y en todos los casos al momento de la realización se transforman en sabiduría. Así la realización no significa la aniquilación total de las acciones, sino su transformación en sabiduría". Al obtener esta realización o liberación de la ignorancia, el practicante sigue existiendo y sosteniendo fenómenos pero lo que ve o experimenta ya no es el karma, es la pura sabiduría que es igualada a la alegría pura de la energía creativa. Este es un estado no dual, en el cual se podría decir que se existe en la dimensión de la conciencia pura y por lo tanto todas las cosas no son más que esa misma conciencia, los fenómenos dejan de aparecer como objetos materiales y son sólo sabiduría.

Las deidades tienen una función más práctica que filosófica o metafísica. De hecho se reconoce en el tantra que, a fin de cuentas, la deidad es inseparable de la propia mente, pero se usa ésa deidad para llegar a la realización de la propia divinidad, para reconocer la naturaleza de nuestra mente. Así se llevan a cabo diversas prácticas de mudras, mantras y visualizaciones que tienen el fin de unirse a la deidad y o incluso de verse como la deidad para disolver la propia personalidad y suponer la de la deidad (lo cual dota de una "visión pura" nirvánica). Así se elige a ciertos yidams (manifestaciones de aspectos de la mente búdica) como Avalokiteshvara, Tara o Manjushri entre otros, y en un acto que podríamos llamar de gnosis psicomágica, al final el practicante emerge como el símbolo viviente de la deidad, unificando el samsara con el nirvana en el cuerpo absoluto de la realidad. Esto puede hacerse así sin mayor recato solamente porque el budismo mahayana  mantienen que todos los fenómenos están vacíos, carecen de existencia inherente. De alguna manera esto es como usar la ilusoriedad del mundo a beneficio o hacer el sueño lúcido y dirigirlo hacia lo divino, y hacia la autodeificación (lo cual no es más que el juego de reconocer el juego de la mente).