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Las fascinantes similitudes entre la filosofía de Marco Aurelio y las enseñanzas del Buda

Filosofía

Por: Joaquín Betel - 11/01/2016

El dharma budista y la ética estoica se encuentran

Las Meditaciones de Marco Aurelio, el emperador romano que fue también un filósofo estoico, son uno de los grandes tesoros de filosofía práctica que tiene la tradición occidental. Algunas de sus intuiciones recuerdan a las de otro gran filósofo pragmático, el Buda. Discutiremos aquí algunas semejanzas, frases cortas que encierran profundos conocimientos que pueden aplicarse diariamente.

Existen nobles comuniones entre el dharma budista y la ética estoica. Para los estoicos el sentido de la vida era vivir en acuerdo con la naturaleza como un todo. La naturaleza era definida como una inteligencia en movimiento, expresión de la voluntad divina, un flujo perpetuamente cambiando. La vida virtuosa para los estoicos era una vida libre de pasiones, esto incluye reacciones o respuestas a los sucesos que se presentan en la vida. El estoicismo es de hecho una eudaimonía, una filosofía de la felicidad a través de alinearse con el universo y con el alma. Eudaimonía es curiosamente un término que el maestro budista Alan Wallace equipara con el dharma: a ambos los define como felicidad sostenible, que no depende del hedonismo o de los placeres, ni de las contingencias.

Si bien el budismo no ve el universo como la expresión de una deidad --sino del karma-- existe un claro paralelo entre el concepto de anicca, la impermanencia, y la forma en la que los estoicos conciben la naturaleza. Vivir de acuerdo con la naturaleza es por supuesto también equivalente a vivir en acuerdo con el dharma, una palabra que significa ley, realidad y también naturaleza (o fenómeno). Los estoicos buscaban liberarse de las pasiones que llevaban hacia lo irracional, el budismo claramente mantiene que las pasiones o los deseos (tanha) son la causa del sufrimiento (dukkha). Ambas filosofías promueven un estado de observación sin identificación, una especie de mindfulness de la naturaleza impermanente de las cosas y defienden la importancia de la autoobservación o conocimiento de la propia mente.

Marco Aurelio en sus Meditaciones escribe: "Las cosas en las que piensas determinan la cualidad de tu mente. Tu alma toma el color de tus pensamientos". Y la eminente: "El universo es flujo; nuestra vida es el resultado de nuestro pensamiento [ὁ κόσμος ἀλλοίωσις, ὁ βίος ὑπόληψις]". Esta frase también se puede traducir como "...nuestra vida es el resultado de nuestra opinión", pero muchos autores traducen "pensamiento". De cualquier manera tiene el significado esencial de que la realidad que vivimos depende de cómo o qué pensamos y creemos. Recuerda enormemente la famosa frase del Dhammapada:

Somos lo que pensamos.

Todo lo que somos surge con nuestros

pensamientos.

Donde también se dice: "una mente dominada conduce a la felicidad". Algunos comentadores budistas han dicho que la filosofía del Buda puede resumirse en la observación y en el conocimiento de la mente. Otro enorme eco, escribe Marco Aurelio: "Aquellos que no observan los movimientos de su propia mente necesariamente serán infelices" y también "Nada tiene tanto poder de expandir la mente como la habilidad de investigar sistemática y verdaderamente todo lo que se nos presenta en la vida". Esto nos recuerda los discursos sobre el sati (la atención plena) que hace el Buda en el Mahasatipatthana Sutta:

Cuando un monje experimenta una sensación placentera, comprende: “Estoy experimentando una sensación placentera”; cuando experimenta una sensación dolorosa, comprende: “Estoy experimentando una sensación dolorosa”; cuando experimenta una sensación ni placentera ni dolorosa, comprende: “Estoy experimentando una sensación ni placentera ni dolorosa”. 

[...] Siempre atento, él inhala, siempre atento, exhala. Inhalando largo, comprende “inhalo largo”; exhalando largo comprende, “exhalo largo”. Inhalando corto, comprende “inhalo corto”; exhalando corto, comprende “exhalo corto”. “Experimentando todo el cuerpo [del aire], inhalaré”, así se entrena; “experimentando todo el cuerpo [del aire], exhalaré”, así se entrena. “Calmando lo condicionado por el cuerpo, inhalaré”, así se entrena; “calmando lo condicionado por el cuerpo, exhalaré”, así se entrena.

En suma, el Buda enseña que uno debe poner atención a lo que ocurre en el presente, y no proyectar sobre las cosas conceptos y elaboraciones mentales. Este es el paso esencial en el camino a la liberación de las improntas kármicas. 

Marco Aurelio escribe: "Recuerda que el hombre vive sólo en el presente, en este instante fugaz; todo el resto de la vida ya se ha ido o aún no se ha revelado". Esto evidentemente nos muestra una clara comprensión de la impermanencia de la existencia, de anicca, de la cual se deriva en el budismo la idea de la ecuanimidad: no hay por qué perseguir los placeres de esta existencia o aferrarse a las frustraciones si son efímeras y engañosas. Marco Aurelio señala: "Todo es efímero --y la fama y los famosos también".