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En entrevista con The Guardian el veterano compositor Ennio Morricone expresa su crítica a la música pop, su aversión a los gatos, su gusto por la pizza napolitana y la rutina y obsesiones que a pesar de su edad lo mantienen activo creativamente

Hace un par de días el diario inglés The Guardian publicó una breve entrevista, casi a manera de cuestionario, a Ennio Morricone, uno de los compositores fundamentales en la historia del cine y autor de algunas de las tonadas que resuenan en nuestra memoria colectiva. Con una trayectoria que se cuenta ya en décadas, Morricone ha trabajado con muchos de los grandes directores, actores y productores del medio, desde algunos consagrados como Pier Paolo Pasolini hasta otros en algún punto emergentes como Dario Argento o Terrence Malick y otros más cercanos al star system como John Huston o, más recientemente, Quentin Tarantino, para quien compuso la música de The Hateful Eight, trabajo que a su vez le valió el reconocimiento del Óscar que se le había escapado toda la vida.

En dicha entrevista el compositor hace un breve repaso por varios temas que, reunidos, resultan en una especie de perfil pequeño pero sustancioso de su vida creativa. La ansiedad que le provoca su ánimo perfeccionista, la compañía amorosa que encuentra en su pareja de casi toda la vida, la disciplina con que realiza su trabajo, elementos todos ellos que, sumados, en cierta forma explican por qué a los casi 90 años, además de tener el reconocimiento unánime del mundo cinematográfico, Morricone mantiene viva su labor creativa.

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Me estoy volviendo más y más ansioso. Aunque ahora tengo más confianza en mí mismo, mi necesidad de hacer siempre lo mejor y perfeccionarme a mí mismo es más fuerte. Seguramente me veo muy preocupado e intranquilo casi todo el tiempo, y es porque lo estoy. Mi trabajo implica gran responsabilidad.

Mi infancia fue difícil. Crecí en la Roma de la Segunda Guerra Mundial. Primero la ciudad estuvo ocupada por los alemanes, después llegaron los aliados. A veces no teníamos suficiente para comer. Cuando la guerra terminó, descubrí todas las cosas terribles que habían pasado en otros lugares y me sentí afortunado.

Estoy contento de haber ganado un Óscar. Por fin. Tarantino no me mostró la película cuando me preguntó si quería escribir la música para The Hateful Eight. Sólo me envió la transcripción en italiano del guión. Me gustó, a mi esposa también, así que acepté.

Conocer a mi esposa María y casarme con ella han sido los momentos más románticos de mi vida. Era amiga de una de mis hermanas. Hemos estado casados por 60 años. Cuando yo tenía 40, le dije que dejaría de componer música para películas y dedicaría mi tiempo a lo que llamo “música absoluta”. Lo dije de nuevo a los 50, los 60, 70 y a los 80. Tal vez cuando cumpla 90 me detenga.

No me gustan los gatos. Me gustan los caballos, algunos monos y los perros dulces que no son demasiado agresivos. Solía tener un gran, maravilloso gato, pero un día entré a la cocina y estaba sobre la mesa, arruinando toda la comida que estábamos a punto de comer. Me enojé tanto que lo llevé a casa de un amigo en el campo.

Al principio, Sergio Leone no me reconoció. Muy jóvenes, fuimos juntos a la escuela durante 1 año, pero cuando se me acercó para pedirme que escribiera la música para A Fistful of Dollars, no sabía que era aquel niño Morricone de la escuela primera. Pronto ambos nos dimos cuenta, y dije que sí.

Mi pizza favorita es la napolitana: tomates, mozzarella y algunas pocas anchoas. Con masa delgada.

No sé el nombre de ningún músico pop. La música pop está estandarizada, hecha para complacer a la mayor audiencia posible. Yo también compongo para complacer a una audiencia amplia, pero cuando escuchas mi música entiendes que he estudiado y aplicado ahí toda la historia de la composición.

A veces digo: “No. No haré eso”. Trabajar con Pier Paolo Pasolini fue magnífico, pero al principio me pidió que adaptara algunas piezas clásicas en vez de componer piezas originales. Me negué a eso, y él dijo: “Está bien. Puedes escribir la música que quieras siempre y cuando uses estas notas mayores en algún lugar”. Era una especie de superstición, así que le di gusto.

Me despierto muy temprano y también me duermo temprano. En un día común, comienzo con algunos ejercicios y después leo el periódico. Cerca de las 9am comienzo a componer, y sigo hasta la hora de almuerzo. Como con mi esposa y platico con ella y después reanudo mi trabajo hasta bien entrada la tarde.

Todos tienen que morir. No estoy particularmente asustado por eso. Lo que de verdad me atemoriza es que si me voy antes que mi esposa, la dejaré sola, y viceversa. Lo ideal sería morir juntos.

 

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