De manera extrañamente ominosa, la cuenta oficial de Twitter de David Bowie siguió a Dios antes de morir. De las 172 cuentas que esta cuenta ha seguido la última dentro de la vida de Bowie fue la de God, @TheTweetOfGod. Quizás se trató de una puntada o de un homenaje del publicista de Bowie; de cualquier forma es un buen detalle --Dios está en los detalles, dice la frase. En este caso Dios respondió a Bowie siguiéndolo también, algo que puede interpretarse positivamente en el viaje escatológico del artista.
Al morir, Bowie ciertamente ha pasado a la inmortalidad que se concede en este mundo, que es la fama y el recuerdo, probando ser una figura de influencia gigantesca. En muchas ocasiones el músico tomó la personalidad de un ser extraterrestre, un ser venido de las estrellas, con toda su radical otredad. Ahora, algunos han dicho, Bowie, la gran estrella, ha regresado a su mundo en el seno de los astros.
Queda la broma de un escritor estadounidense poco creyente en esta afirmación que señaló que al morir nos convertimos en nuestros perfiles de Internet; lo único que sobrevive es la muerte, algo que en el caso de Bowie debe ser amplificado a todo un bosque digital de perfiles y archivos en los cuales perdura.