Estamos cerca de completar un nuevo ciclo del calendario. Y como suele suceder en estos momentos, los portales de posibilidades se abren de par en par y la incertidumbre, las especulaciones y la renovación de esperanzas toman por asalto el paisaje tanto individual como colectivo.
Si bien el optimismo tiene indudablemente sus beneficios, sin dejar de mencionar su doble filo, lo cierto es que aunque culturalmente no se nos inculque como tal, el pesimismo también puede desempeñar una función paradójicamente positiva. Es importante entender los riesgos y contemplar la posibilidad de que determinados escenarios empeoren. Esto nos permitirá estar preparados para que, en caso de que ello se materialice, poder reaccionar. En caso de que no ocurra así, entonces tal vez haber adoptado esta actitud, y sobre todo hacer conciencia de que los desenlaces parciales de naturaleza indeseable son también latentes, quizá refuerce nuestro sentido de agradecimiento hacia el rumbo que finalmente tomaron las cosas.
En todo caso, y a pesar de que cada quien tiene su propia cartografía personal con sus riesgos y respectivas oportunidades, Bloomberg publicó su "Guía del pesimista para 2016", un ejercicio interesante en el cual se analizan algunas de las posibilidades menos deseables alrededor de eventos de relevancia mundial. A continuación te presentamos un breve repaso de esta guía. Reiteramos: no se trata de infundir miedo o alarmar a nadie, sino de hacer conciencia sobre dónde estamos parados y estar atentos a ciertos eventos que pueden impactar de forma significativa el escenario global.
Finalmente, vale la pena mencionarlo, resulta curioso cómo lo que es una amenaza en términos de mercado representa una rica brisa de aliento en términos ideológicos, en especial para aquellos que no comulgamos en absoluto con el espíritu que reina a través del actual sistema financiero (en este sentido, el pesimismo de unos podría ser completamente esperanzador para otros).
Precio del petróleo
Si el precio del barril de petróleo fuera 100 dólares, esto afectaría significativamente la economía mundial; por ejemplo, obligaría a China a entrar en recesión, elevaría los precios de incontables productos y provocaría un aumento de tensión en Medio Oriente. Sin embargo, también fortalecería el mercado de las energías alternativas y haría aún más obvia la necesidad de apostar por otras formas de energía.
Reno Unido abandona la Unión Europea
Según Bloomberg, si esto ocurriese (digamos a través de un referéndum) desestabilizarla la economía europea y obligaría a los británicos a entrar en recesión. Además incendiaría un nuevo referéndum independentista por parte de Escocia, lo cual debilitaría aún más la economía del Reino Unido.
Un gran ciberataque al sistema financiero
Aunque muchos desearíamos algo como esto, por el simple hecho de que canaliza nuestro coraje contra este sistema, aparentemente un suceso así traería consecuencias nefastas en la economía global. Existe la posibilidad de que bloques de hackers provenientes de países como Irán, Rusia o China atenten contra la bolsa de valores de Estados Unidos. Esto provocaría que el valor del oro alcanzara nuevos récords y todos querríamos poseer una compañía de seguridad cibernética ya que sus servicios se revaluarían enormemente.
La xenofobia impera en la geopolítica
Si esto pasara, incentivado por nuevos ataques, entonces podría arrastrar efectos que van desde una virtual renuncia de la primer ministro alemana, Angela Merkel (por su política abierta a recibir refugiados), con la consecuente caída del euro, hasta la posibilidad de que Marine Le Pen alcanzara la presidencia de Francia.
Una década perdida para Latinoamérica
La latente posibilidad de que la violencia y el descontrol florezcan en países como Brasil y Venezuela, además del riesgo de que la economía argentina se desplome una vez más, aunado a que el peso mexicano se encuentra en su postura más débil en la historia frente al dólar, harían que América Latina estuviera cerca de firmar oficialmente una década perdida en cuanto a desarrollo.