Sólo las mujeres son permitidas en Umoja, una aldea en Kenia que comenzó como un refugio para sobrevivientes de abuso sexual y ahora es un pequeño paraíso femenino en medio de una sociedad absolutamente patriarcal. La periodista Julie Bindel relata su viaje a este oasis y cuenta la historia de por qué se fundó y cómo ha ido creciendo con el tiempo.
La mayoría de las mujeres en Umoja fueron violadas por soldados británicos, varios a la vez, o por hombres de aldeas contiguas. Otras fueron vendidas muy jóvenes, por un puñado de vacas, a hombres viejos o violentos, y huyeron en cuanto se enteraron de que existía esta comunidad de refugio.
“Llegué en el momento más caluroso del día”, dice Bindel, “cuando los niños estaban dormidos. Las cabras y las gallinas pululaban alrededor, evitando los tapetes de bambú donde las mujeres se sentaban a hacer joyas para vender a turistas, sus dedos trabajaban rápidamente mientras platicaban y reían entre ellas”.
La aldea fue fundada en 1990 por un grupo de 15 mujeres sobrevivientes de violación por parte de soldados británicos. La población de Umoja hoy se ha expandido para incluir a mujeres que escapan del matrimonio muy jóvenes (desde los 11 años), de la mutilación genital y de violencia doméstica, todo lo cual es norma cultural entre los Samburu.
Las mujeres Samburu se visten con los colores más vivos y se adornan con decenas de collares de cuentas que contrastan con el territorio árido y gris donde habitan. En esta aldea, cuando una nueva mujer llega, la comunidad le regala una cabra y una cabaña, y las más viejas le enseñan a hacer cosas que sólo los hombres tienen permitido hacer fuera de allí. A ganar su propio dinero, por ejemplo. Venden sus hermosos collares a los turistas que visitan el pueblo, incrédulos y fascinados.
La fundadora y matriarca de Umoja es Rebecca Lolosoli, quien desde luego enfrenta numerosas amenazas y ataques de hombres locales desde que inauguró la aldea. “Pero es inamovible”, dice la reportera. Judia, una mujer de 19 años que llegó a Umoja a los 13 después de escapar de un matrimonio forzado, señala: “Todos los días me despierto y me sonrío a mí misma porque estoy rodeada de ayuda y apoyo. Las mujeres en Umoja tienen libertad”.
Hoy hay 47 mujeres y 200 niños. Sí, 200 niños porque aunque estén viviendo allí, les siguen gustando los hombres, “y una mujer sin hijos no cumple su propósito”, apunta una de las Samburu.
“Muchas de las mujeres me dicen que no se imaginan vivir con un hombre después de haber vivido en Umoja”, dice Bindel. “Hacia el final de mi visita conozco a Mary, de 34, quien me cuenta que fue vendida a un hombre de 80 años por un rebaño de vacas cuando tenía 16 años. ‘Nunca quiero dejar esta comunidad de apoyo entre mujeres’”, dice.