Uno de los efectos que tiene el porno es que, en su exceso y al volver todo explícito, hace que el sexo pierda su valor. En cierta forma el porno es una forma de prostitución y de profanación de la intimidad y de la experiencia única del intercambio sexual. Serializar el sexo, hacerlo moneda corriente y producir tantas imágenes excedentes, hace que el sexo esté en todas partes menos en el sexo, como sugería Baudrillard. La hiperrealidad despoja al mundo de su inmediatez y de su actualidad.
Por otro lado, en algunos momentos de la historia el porno ha cumplido una función contra-represora, de irreverencia ante el establishment y para algunas personas ha sido liberador --aunque ciertamente había otros caminos. En su perenne búsqueda de transmitir simulaciones sexuales en un mundo de imágenes agotadas --donde ya lo hemos visto todo-- y apoderarse de manera literal de la fantasía, el porno busca conquistar lo más remoto y hermético del mundo, sin darle importancia a lo que algunas personas puedan considerar sagrado. Siguiendo la máxima de que "nada es verdad", entonces "todo está permitido", en el nihilismo de la imagen pornográfica que reduce el éxtasis sexual a la lascivia eyaculatoria.
Esto luego de que un video de porno grabado en las pirámides de Giza circula en la web, ahora sí, literalmente sacrílego. Las autoridades egipcias han condenado este video en el que se muestran escenas sexuales filmadas ilegalmente en la Necrópolis de Giza, en medio de turistas y con cortes que muestran el área de Senn al-Agouz y los alrededores de la Esfinge.
El video, grabado en ruso, muestra a una mujer que utiliza el nombre de Aurita, al parecer la actriz Sasha Oranskaya que, según Russian Times, antes ya había sido acusada de grabar un video porno en una zona protegida en la ciudad de Chersonesus, en Crimea.
Las autoridades egipcias señalaron que instalarán cámaras de vigilancia para evitar que algo así vuelva a suceder.