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El grado de estudios puede determinar el nivel de fuerza bruta que aplican los oficiales de policía en su trabajo diario

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Los policías utilizan alguna medida de fuerza física y armada en su trabajo diario, por lo que su función requiere de personas con cierta responsabilidad para ejercerla; casos como el asesinato a sangre fría de Michael Brown, un adolescente negro en Ferguson, Missouri, o el arresto y posterior entrega de 43 estudiantes en Iguala, Guerrero, en México, son sólo dos recientes casos de pésima actuación policiaca que ninguna corte ha castigado todavía.

Un estudio de William Terrill, criminólogo de la Michigan State University, intenta descifrar si el nivel de estudios de los policías puede evitar el uso innecesario de la fuerza bruta e incrementar la legitimidad de las fuerzas del orden.

Una revisión documental ha mostrado que, al menos en Estados Unidos, los policías con grado universitario utilizan menos fuerza física sobre los ciudadanos; pero enviar a los policías a la escuela no es suficiente: “Nuestra investigación”, afirma Terrill, “presenta evidencias mixtas, pues se debe tomar en cuenta el efecto conductual también. Si usas menos fuerza en los individuos, tu departamento de policía será visto con mayor legitimidad y confianza, y no tendrás todas esas protestas a lo largo y ancho del país”.

En el estudio (publicado en el Journal of Criminal Justice Education), Terrill y su equipo de investigadores evaluaron a 2 mil 109 oficiales de policía en departamentos policíacos de muchos niveles. 45% de los oficiales cuentan con un título universitario, a pesar de que no es un requisito. La mitad de ellos están titulados en alguna rama criminalística, mientras los demás van de psicólogos a administradores. Es interesante que, mientras mayor es el grado de estudio, mayor es el grado de insatisfacción de los policías con su trabajo.

Los oficiales graduados están acostumbrados a debatir y resolver problemas, por lo que se topan con una barrera difícil de franquear cuando se enfrentan a la rígida cadena de mando de la policía. Para Terrill, el trabajo policíaco hoy en día “se trata más de trabajo social que de aplicación de la ley. Se trata de resolver disputas de bajo nivel, lidiar con ladrones y esas cosas”. Las carreras que según la investigación se adaptan mejor a esta exigencia son psicología y sociología, y naturalmente, criminalística.

Cabe decir que jurisdicciones latinoamericanas podrían beneficiarse de tener cuerpos de policía mejor educados, que pudieran articular dos ideas juntas dar confianza a la gente y ser un contrapeso a la corrupción corporativa. Pero mientras la educación pública no sea prioridad de los gobiernos neoliberales, seguiremos teniendo técnicos en administración de la fuerza bruta patrullando las calles.