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"Narcose" es un breve documental que ilustra la travesía psiconáutica de Gillaume Néry, buzo francés que recorre sin tanque de oxígeno insólitos trayectos subacuáticos

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Desde tiempos inmemorables el ser humano ha experimentado, voluntaria e involuntariamente, con la alteración de su percepción ordinaria. Ya sea a través del consumo de ciertos alimentos o sustancias, de la repetición ritual de cantos o invocaciones, de la observación estática de un punto luminoso o de ejercicios respiratorios, entre muchos otros, milenariamente hemos experimentado ese llamado a explorar neutros propios márgenes perceptivos. ¿Te acuerdas cuando eras niño y girabas sobre tu propio eje para inducirte un estado de "realidad" alterada?

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Gillaume Néry es un buzo francés que entre 2002 y 2006 mantuvo el récord del más profundo descenso marino sin tanque de oxígeno. Su máximo recorrido fue de 109 metros, un trayecto que requiere de aproximadamente cinco minutos durante los cuales sólo dispones del oxígeno absorbido en la última inhalación previa a sumergirte. Evidentemente, esta práctica empuja nuestros límites fisiológicos a un sitio poco común. Pero el cuerpo no es el único protagonista de esta aventura, ya que nuestra mente también se ve significativamente afectada por la particularidad de las condiciones, lo cual implica alucinaciones detonadas por la intoxicación de dióxido de carbono. 

Narcose (2013) es el nombre de un brillante documental alrededor de la vivencia de Néry durante una de sus épicas inmersiones, y que precisamente se concentra en el aspecto alucinatorio de la experiencia. Una producción impecable, en combinación con una notable calidad de imagen y una precisa representación del delirio subacuático, hacen de esta pieza, con una duración de 12 minutos, una destacada obra dentro de la psiconáutica audiovisual.

Llama la atención cómo la inmersión de Néry es una analogía hi-fi alrededor de un rito iniciático. Fácilmente podríamos estar presenciando el acto en el que un hombre se sumerge en su propia conciencia y emprende, así, una indeleble travesía hacia su centro. Durante el recorrido, comprensiblemente, florecerán demonios y miedos. También se registrara una necesaria ruptura, relativamente violenta, confusa, de los ritmos de la razón. Emergerán arquetipos y sensaciones cuyo origen pertenece más la memoria colectiva que al acervo individual y, eventualmente, llegan atisbos del origen de todo, de la unidad proyectada en el útero, en la burbuja de oxígeno, en el amor y la otredad. 

Twitter del autor: @ParadoxeParadis