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Lo que un carterista profesional puede enseñarnos sobre atención y percepción

Por: Luis Alberto Hara - 07/22/2014

Siguiendo el principio alquímico de que un veneno puede convertirse en antídoto, algunos carteristas profesionales nos explican cómo evitar ser presa de un asalto a la atención y la cartera, mientras una neuróloga hackea sus instintos para extraer conclusiones sobre el funcionamiento de nuestra atención

Controlar la atención de otras personas a voluntad es la base de muchas formas de medicina tradicional y también del hipnotismo moderno: no se trata siempre de "controlar" en un sentido negativo, de volver zombie a alguien o hacerle hacer cosas hilarantes y tontas en contra de su voluntad (a menos que estés en Las Vegas), sino de reprogramar su conciencia mientras la persona está despierta. La manera en la que los carteristas juegan (y en cierto sentido, controlan) nuestra atención ha sido estudiada a fondo por la neuróloga Susana Martínez-Conde. Esta mujer ha convertido las intuiciones de gente como el ilusionista Apollo Robbins en pistas para investigar cómo funciona nuestra atención.

"Cuando Apollo llama a alguien al escenario", afirma la doctora, "los hace mirar cosas con atención, les habla, toca su cuerpo, se acerca mucho a ellos produciendo una respuesta emocional a medida que irrumpe en su espacio personal... Es una auténtica sobrecarga atencional". En sus investigaciones, Martínez ha observado que Apollo utiliza movimientos en arco para que sus voluntarios sigan un objeto que él tiene entre los dedos; según la doctora, si el "movimiento distractor" se efectuara en línea recta, de un punto A a uno B, el ojo regresaría inconscientemente al punto de origen para establecer una trayectoria; la ventaja de un movimiento de hipérbole es que el ojo no sabe dónde estará, literalmente, la bolita en el siguiente segundo, dejando un hueco libre en la atención para que el carterista examine el contenido de sus bolsillos.

apollo Es lo mismo que pasa con las tácticas de los carteristas profesionales en el metro o en la vía pública en diferentes ciudades del mundo: lo primero es elegir a la víctima, a la que se habrá observado durante cierto tiempo para saber dónde guarda el celular, la cartera, si trae reloj o no, etc. Un truco clásico es una pequeña emboscada donde alguien te cierra el paso, mientras un tercero te choca por detrás; cuando el "bloqueador" y el "empujador" te ayuden a ponerte de pie tal vez comiencen una rutina teatral de ofensas y disculpas, sólo para irse cada uno por su lado... con todas tus cosas.

La coordinación, la sangre fría, pero sobre todo la atención, hace que los carteristas sean una amenaza considerable en medio de grandes aglomeraciones de población, como las que se dan en las ciudades todos los días. Pero, a pesar de la habilidad de hacer que un reloj cambie de manos en un segundo, un carterista vuelto entertainer, James Brown, afirma que la mayoría de los robos de este tipo son oportunistas.

"Pasé un tiempo con las bandas de carteristas gitanos en el puente de Londres", afirma Brown, "y era fascinante ver cómo el nivel de habilidad es mucho menor del que podríamos imaginar. Existe el peligro de idealizar las habilidades de estas personas y ver su habilidad casi como adorable y elegante. La mayoría de estas personas no son nada de eso, son básicamente ladrones oportunistas".

Pero el oportunismo puede echar mano de la tecnología: en un futuro no muy distante, el carterismo podría llevarse a cabo de manera intangible, extrayendo pequeñas sumas de muchas tarjetas de crédito, incluso sin sacarlas de la cartera de las víctimas. "En vez de tomar tu cartera y sacar £50-60 y correr el riesgo de ser atrapados, ¿por qué no caminar por un lugar congestionado y entrar en los bolsillos de todos? Si tomas £19.99 de cada uno, lo cual es el límite para las tarjetas sin contacto, ese sería un día lucrativo en tus narices. Es un poco aterrador".

Las recomendaciones para no ser víctima de los carteristas son en general no ser demasiado ostentoso con objetos de valor en público o a la salida de cajeros automáticos, especialmente en áreas muy concurridas. Los carteristas parecen evitar a aquellos blancos que se muestren cómodos y seguros en su medio ambiente, prefiriendo a los despistados y poco atentos...