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El escultor-agricultor Sam Van Aken creó un árbol de 40 frutas que es también una reliquia de información genética, vía un proceso de injerto

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Este espléndido árbol experimental cuidado por un artista crece más de 40 variedades de frutas, como duraznos, ciruelas, nectarinas, cerezas y almendras, entre otras.  El árbol era parte de una huerto de unos 150 años que iba desaparecer en el estado de Nueva York, pero fue salvado por el escultor Sam Van Aken, que aprovechó la información genética de este huerto en el que había frutas raras y viejas en peligro de extinción.

Van Aken fusionó la escultura con la agricultura a través de un proceso de injerto para crecer diferentes variedades de frutas en el mismo árbol. Este proceso de propagación artificial involucra injertar porciones del tejido de otra planta a una ya asentada para que crezcan como un solo organismo. El secreto está en el cuidado con el que se hace este proceso de ramificación, que debe sanar en el invierno para que la nueva planta pueda incorporarse y crecer. Van Aken parece haber logrado un increíble balance con los tiempos en este árbol que, por el momento, se encuentra sano.

El árbol rota de floración; en primavera muestra un refulgente colorido con flores rosas, moradas, blancas y rojas que se convierten en frutas en el verano.

¿Se trata de algo sublime como el Árbol de la Vida, o más estilo Frankenstein?