Misteriosos fuegos fatuos en Noruega podrían ser producto de una batería geológica perfecta
Por: Jimena O. - 05/14/2014
Por: Jimena O. - 05/14/2014
En varias ocasiones hemos hablado aquí de los fuegos fatuos, esas luces atmosféricas que parecieran surgir de la nada como apariciones fenoménicas. Ello se debe a que, históricamente, su presencia ha estado activa en reportes populares, bitácoras, obras literarias, películas y música; y siempre colmada del embrujo del enigma. Una de sus manifestaciones más recurrentes y estudiadas es la llamada “Hessdalen Lights” (observada por muchos años en el Valle Hessdalen, en Noruega), y gracias a algunos investigadores acaba de surgir una teoría –no menos encantadora que las luces- al respecto.
Un pequeño grupo de investigadores italianos, franceses y noruegos, después de décadas de hacerla de detectives, han notado algunas cosas curiosas: las bolas no hacen ningún ruido y no parecen ser demasiado calientes, pero sí esterilizan la tierra que tocan, ya que observaron que en las áreas de contacto hay una ausencia de microbios de tierra. Además, encontraron que algunas veces se escuchan fuertes ecos de “entidades no vistas” en el radar del lugar, incluso cuando no se ven ningunas luces.
La combinación de estas claves los ha llevado a pensar que las Luces Hessdalen son una suerte de plasma, formado de gas ionizado. Cuando el gas de ioniza forma una “nube de iones y electrones” que, cuando se recombinan, liberan energía en forma de luz. Más impresionante aún, los plasmas se conocen por sus propiedades antibacteriales; es decir, matan todas las bacterias que tocan (he allí la explicación de la infertilidad de la tierra).
Esta explicación fue por algún tiempo interesante pero incompleta, ya que para ionizar un gas se requieren temperaturas de más de 10,000 ºC, algo así como el impacto de un relámpago. Las Luces Hessdalen no están vinculadas a tormentas eléctricas, y a veces aparecen en plena luz del día y en noches claras. Esto, de acuerdo al reporte de Daily Grail, “tuvo mistificados a los investigadores”, quienes dijeron que “debía haber una fuente de poder en algún lado que tuviera el poder de un trueno para electrificar y mover por horas una bola de luz del tamaño de un auto”. Lo siguiente que encontraron es increíblemente extraño y deleitoso.
La teoría es que el valle de Hessdalen actúa como una batería gigante, debido a su geología única: es, literalmente, un valle de “dos mitades”; las rocas de uno de los lados del río son ricas en hierro y zinc, mientras las del otro lado son ricas en cobre. Con la posibilidad de que el río entre ellos tuviera sulfuro, los investigadores pensaron -y luego prácticamente comprobaron- que la geología del valle lo convierte en una “batería perfecta”:
Para probar la idea, Jader Monari (del Institute of Radio Astronomy en Italia) y Romano Serra (de la Universidad de Bolonia) tomaron un par de rocas de lados opuestos del valle como electrodos, y los sumergieron en el sedimento del río para imitar una batería. Encontraron que una corriente fluía entre ellos. “Era posible prender una lámpara”, apuntó Monari.
Mojari sugiere que esta geología única contribuye a las luces en dos formas. Primero, proporciona las burbujas de gas ionizado, formado cuando los gases del sulfuro reaccionan con el aire húmedo del valle. Segundo, en el valle se forman líneas de campo electromagnético que podrían mover a la burbuja alrededor. Este campo eléctrico crea un sendero que podría ser la “vía principal” de las luces dentro del valle.
Otra cosa que han observado es que, durante la época de auroras boreales, las luces son particularmente impresionantes y bellas. Lo químicamente insólito es, después de leer este reporte, uno de los placeres más grandes de la imaginación. Para aquellos que quieran saber más sobre las Luces Hessdalen, pueden ver el documental de abajo (con subtítulos en inglés).