La violencia es un efecto de problemas arraigados y complejos. La pobreza, falta de oportunidades, educación precaria, desigualdad, consumismo, etc, han detonado, en muchas partes de México, que la cultura de la violencia sea tan ávida, que los niños desean ser delincuentes cuando lleguen a adultos. Cuando los hábitos se repiten en una sociedad, entonces, se vuelven normales. Si la violencia se ha enraizado en la cultura, sus miembros la conciben como una realidad irrefutable, y quizá necesaria.
Dudley Althaus, correponsal de The Wall Street Journal en México por más de 26 años, y el experto en criminalidad Steven Dudley, director de Insight Crime, desarrollaron un estudio sobre el enredado surgimiento de autodefensas en todo el país, tras más de 7 años de explosión de la violencia: “El dilema de la seguridad en México:El Ejército Ciudadano de Michoacán”.
Algunas personas exhaustas de los abusos de los grupos criminales, se han erigido en grupos de autodefensas, en muchos estados, como tajante respuesta a una situación intolerable. Los analistas en este reporte apuntan su atención en los autodefensas más emblemáticos, los de Michoacán, y evalúan la embrumosidad del fenómeno. Hacen una eficaz división entre los grupos armados, que evidentemente, son distintos en cada caso.
La gran pregunta a resolver para Althaus y Dudley es qué hacer con las autodefensas. Mientras estás se deslizaban en la ilegalidad y el gobierno quedaba como un testigo pasivo, se generaron estrategias justo para paliar esa imagen. Las autodefensas en Michoacán han revelado, desesperadamente, una situación ignorada en su justa dimensión por el estado, y según los expertos improvisaron una paulatina disminución de las condiciones de violencia, sin embargo, entendiendo que el problema no es en sí la violencia: los programas de mejoramiento de las condiciones de vida en México no auguran un cambio sustancial en las causas más profundas de esta situación.
Para ellos, el gobierno federal ha elegido la alternativa de codear con las autodefensas de forma diferenciada, pero aún urge una tipificación legal a nivel país para estos casos. Los estudiosos recalcan la impostergable urgencia de tratar a las autodefensas de forma distinta por caso, es decir, por individuo. La situación es tan enredada, que únicamente cada persona podrá comprobar su origen y aspiraciones en el movimiento, que según como se trate, influirá en la dinámica de las autodefensas en el resto del país: un efecto de vital importancia para evitar aún mayor caos y la proliferación de grupos armados disfrazados de guardias.
