En años recientes universidades e instituciones han investigado cómo repercute el arte urbano en la percepción que se tiene de las ciudades. Entre sus diversos objetivos, está la tarea de descubrir si estas muestras impactan de manera positiva o negativa a los visitantes y locales.
Los datos resultantes son curiosos y un tanto alentadores, ya que si bien gran parte de la población de los Estados Unidos tiene la idea de que las pintas callejeras se relacionan con vandalismo y violencia, otro considerable sector, principalmente de jóvenes, los considera atractivos y disfrutables.
En cuanto a la percepción negativa, la mayoría de los encuestados se mostraron molestos ante los tradicionales “tags”, mensajes codificados, esenciales en la cultura tradicional del grafitti, que se imprimen por miles en ciudades alrededor del mundo. Muchas de estas firmas están relacionadas a grupos o pandillas que delimitan así sus territorios.
Por otro lado, el MIT descubrió que los sectores de las ciudades donde existe más arte urbano se transforman en zonas distinguibles y populares entre los habitantes –el caso de Wynwood en Miami es un perfecto ejemplo. Se trata de espacios públicos re-apropiados por jóvenes que buscan encausar un discurso creativo. En Nueva York, Londres y Australia la cacería arte urbano es ahora una actividad practicada por muchos.
El Street Art se vincula al grado de inquietud artística que posee un sector joven de la población, en muchos casos la mayoría de los que lo practican no tiene acceso a estudios artísticos, pero encuentran un lienzo en la ciudad, compañeros en su crew y la inspiración que necesitan en el paisaje urbano. Los estudios realizados abonan mucho para percibir el Street Art como un síntoma de salud cultural en las ciudades, a la vez que son excelentes spots para motivar la aplicación de proyectos culturales en esas zonas.