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El Crimen Tras su Escote, sobre Amy Adams en "Escándalo Americano" (David O. Russell, 2013)

Por: Psicanzuelo - 04/02/2014

De cómo un trabajo de vestuario, que apoya una brillante actuación, puede destacar los valores del cambio de actitud en la mujer que viene ocurriendo desde hace cuarenta años.

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Una película como Escándalo Americano (David O. Russell, 2013) pertenece a esas cintas en que el inconsciente de su género, en este caso el de “las películas de robo, combinadas con la policiacas”, obedece al cuestionamiento de lo que en realidad sucede. Inconscientemente el filme no deja de preguntarse a sí mismo: ¿qué es verdaderamente falso y qué es realmente verdadero? Un inconsciente que por puro afán podríamos denominar ontológico.

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Así, con sus mujeres seguras, que terminan ganando la partida, con triunfos que van mucho más allá de lo que brilla a simple vista, en una arena masculina.  Así la conjunción de la llama doble, constituida de la sofisticada amante y la rudimentaria y escandalosa esposa, que no deja de hacerla de tos. Así se presenta el engaño, las tetas de Amy Adams llaman mucho más la atención que las de Jennifer Lawrence; siendo en la realidad las de la  segunda mucho más voluminosas. En esta operación de altísimo nivel tiene que ver en gran parte el maravilloso trabajo del diseñador de vestuario Michael Wilkinson (Twilight, Babel), que en una entrevista en The Hollywood Reporter comenta: "Los años 70 fueron una época liberadora para las mujeres [...]. Hemos querido no sólo proyectar su confianza, sino también la vulnerabilidad desnuda de Sidney [el personaje de Adams]". Curiosamente, Wilkinson se ha dedicado más al género fantástico y de superhéroes, que a cintas realistas como la analizada en este artículo, colaborando con  súper-producciones como 300 o Watchmen, ambas dirigidas por Zack Snyder; siendo su más reciente trabajo el relato bíblico Noah (Darren Aronofsky, 2014).

Sidney Prosser (Amy Adams), que en realidad se llama Evelyn Knight, cambio (perdió-ganó) su identidad al tenerse que generar otra para sí misma, al entrar en sociedad con el bribón Irving Rosenfeld (Christian Bale), que se dedica con toda la elegancia del mundo a estafar a compradores a diestra y siniestra. Juntos forman una entidad romántica, una pareja de criminales, que exitosamente dominan las copias fraudulentas del mercado negro del país.

La elegancia con la que Amy Adams se maneja físicamente en escenas intensas para que su escote no muestre más de la cuenta en ningún momento, le brinda al personaje la fuerza necesaria para finalmente dominar al agente Richie DiMaso (Bradley Cooper). Mismo que al enterarse de la perfecta actuación de Knight porque Prosser no existe, todas mentiras tan bien aterrizadas, pierde la razón por una persona a la que él no tiene acceso, porque no existe; constituyendo así una total sumisión ante un ente que es y ha sido siempre extraño, ajeno, irreal, para DiMaso en una anagnórisis clásica. Al diario Telegraph, Adams le declaró: "Nunca usé cinta adhesiva, es un crédito a mi postura. Una Buena edición, y aspirar a la clasificación adecuada en taquilla."

La esposa de Rosenfeld, Rosalyn (Jennifer Lawrence), forma un tercio junto con su esposo y la amante-socia, Prosser-Knight (Amy Adams), que en realidad es un cuarteto, gracias a la doble personalidad de la pelirroja. Rosenfeld (Christian Bale) no obedece a Knight para terminar su relación con su esposa, quien termina poniéndole sabor a todo este asunto criminal, que va en acenso constante. Rosalyn los delata, pero también es ella quien brinda el sentido de realidad a Irving Rosenfeld, permitiendo que DiMaso y Prosser (nunca Knight-DiMaso) puedan relacionarse en primera instancia. Quien es uno en realidad, ¿depende de cómo lo perciban los demás? ¿Quién está junto a ti, alguien que no puedo estar con otra persona? ¿Qué tanto depende su personalidad de la mirada de la otra persona que puede seguir o no seguir observando?   

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La cinta está basada en un caso policiaco real, que se tituló a finales de los años setenta "la operación Abscam". Pero más que intentar indagar históricamente sobre un caso de estafa real a gran escala, que involucró a corruptos miembros del congreso. Su director O. Russell se concentra en los mecanismos de la verdad, la mentira, sobre todo la percepción de los seres humanos para racionalizar ambas; diferenciarlas, premiarlas y castigarlas. Entrar en estados de comunión con operaciones simbólicas que están vedadas en los estados cotidianos de la población en general, al igual que el maravilloso documental que hiciera Orson Welles hace varios años, en la última parte de su carrera, Fraude - F for Fake (1973) que involucrara a Elmyr de Hory, el gran falsificador de obras maestras de arte. Cine de no ficción, que deja en entre dicho el mercado de arte, la acción de tratar de poner un valor sobre una pieza artística, y termina poniéndose en duda el mismo Orson Welles en cuadro; la naturaleza de toda su creación cinematográfica, o artística por ir más lejos. Fraude utiliza partes de un documental, de François Reichenbach, que pretendió timar a Elmyr, resultando él mismo estafado.  

El poder que ejerce Rosenfeld en la dualidad Prosser-Knight proviene de su misma naturaleza, que puede distinguir entre ambas mujeres que comparten un cuerpo. Ella tiene la confianza de que en su doble personalidad hay un camino centrado para avanzar con dirección, donde únicamente Rosenfeld, alguien que puede retar la realidad sabiendo que es inexistente, puede acceder. Piloto-sacerdote que la monta, conduce, utiliza, cabalgando senderos inaccesibles, inventos en conceptos de habilidad, en los que ella despierta como ser mágico.

Amy Adams todo el tiempo que dura la proyección de la película nos está estafando con el tamaño de sus tetas, que no podemos dejar de mirar. Estafa hipnótica, que provoca que la actriz pueda construir un personaje tan logrado como nunca antes en toda su carrera. Ese personaje es una mentira real, como la misma naturaleza del cine.