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Después de un siniestro proceso electoral que ha dejado un pueblo indignado, Andres Manuel López Obrador ha elegido un camino de resistencia pacífica, ¿qué sigue para la política mexicana y para el movimiento ciudadano que se opone a "la dictadura perfecta"?

La crónica de un fraude anunciado llegó a su fin. Las irregularidades años antes de la elección, durante la campaña y el día de la votación son evidentes para la ciudadanía pero ignoradas por el tribunal electoral. El desfase entre la clase política y el pueblo vive hoy momentos críticos. Salvo la rapiña que llegará al poder con Peña Nieto, no hay mexicanos honestos que vean en este siniestro personaje un futuro digno para México. Todo lo contrario. La regresión y la oscuridad que vienen con él dan escalofríos. El siguiente sexenio traerá consigo ignorancia, corrupción y muerte. Es probable que supere al que termina, y eso ya es mucho decir.

El escenario nacional se ha convertido en un coro de voces disidentes que si bien no tienen aún la fuerza para detener el regreso del PRI a Los Pinos, tienen la facultad de entorpecer su camino y crear consciencia para que pronto, sea en seis años o antes, el pueblo de México decida cambiar la forma de su gobierno, luego de cien años de atropellos. Sobre todo el último medio siglo ha dejado un saldo desastroso. El mal gobierno que padecemos tiene sus días contados, pero no termina aún. Es preciso respetar el tiempo de un proceso histórico de esta magnitud. Después de la tormenta vendrá la calma. No habrá tregua, pero el país sobrevivirá y se regenerará.

"Quienes estamos en esta causa debemos saber que llegar al gobierno para mantener el régimen dominante es relativamente fácil, pero el triunfo de la justicia sobre el poder implica fatigas y confrontación política. Los procesos de cambios estructurales suelen ser lentos y complicados, pero son indispensables." Así habló López Obrador el pasado nueve de septiembre en el Zócalo capitalino. La experiencia de hace seis años nos hizo ver que la oligarquía no soltará el poder con actos de resistencia civil. Eso coloca al movimiento de la izquierda contra la pared, pues las armas están descartadas, no por la gente sino por el político tabasqueño. En el minuto 11:30 del video de la Asamblea Informativa los asistentes comienzan un grito que se hace eco hasta ensordecer el templete: "¡Revolución! ¡Revolución! ¡Revolución!", y aunque es claro que no hay nada más que furia detrás de estas palabras, últimamente se han hecho muy presentes. Después de casi un minuto la moderadora toma la palabra para acallar los gritos, y dice: "¡Viva la revolución pacífica. Viva la desobediencia civil!" Es lo único que logra aplacar la ira de los congregados. Es por eso que López Obrador aclara: "Siempre debe intentarse la transformación por la vía pacífica y electoral. Respeto otros puntos de vista, pero no considero a la violencia como alternativa". Lo mismo sucedió en el mitin de la Plaza de las Tres Culturas con los estudiantes, que antes de que él hablara también gritaban "¡Revolución!". Si otro fuera el líder de la izquierda la historia sería diferente, probablemente violenta.

En 1973, minutos antes de morir asesinado por la fuerza militar de su país que tenía detrás a la CIA, Salvador Allende dio un último mensaje a la nación: "Tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. (...) El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse". El eco de estas palabras resuenan hoy aquí, del otro lado del continente cuarenta años después. La consciencia que se ha creado en estos años ha ido creciendo, y no hará más que expandirse aún más en el tiempo que viene. El proceso social que vive México no se puede detener.

La resistencia pacífica tiene el inconveniente de que toma tiempo. Para evitar que haya un solo muerto es necesario esperar. Gandhi, Martin Luther King Jr. y Nelson Mandela lograron sus objetivos de esta forma. Puede tardar décadas, pero es una lucha que no cesa. Cual bola de nieve, adquiere fuerza y tamaño mientras cae. “Primero te ignoran, luego se ríen de ti y cuando te atacan, ganas”, decía Gandhi. Parece que aún estamos en la burla.

Lo que también es claro es que ya no todo depende de un solo hombre. La sociedad civil es cada vez más fuerte, y se manifiesta de maneras muy diversas.

Hace casi dos décadas Sergio Pitol escribió un ensayo titulado "Viaje a Chiapas", del cual extraigo este pasaje:

 A los pocos meses de su aparición como sub-comandante del Ejército Zapatista, Marcos anunciaba que su destino y el de los suyos era ponerse en manos de la sociedad civil, cederle todos sus triunfos y atributos. Era la sociedad civil quien debería crecer y dar los grandes pasos que condujeran al país hacia la democracia. La acción de la sociedad civil le haría perder su razón de ser ejército insurgente. En la Convención de Aguascalientes, en la jungla chiapaneca, en el discurso central de Marcos, éste exhortó a los convencionistas a moverse en aquella dirección: "¡Luchen para hacernos innecesarios, para cancelarnos como alternativa!", e insistió al final: "¡Luchen sin descanso. Luchen y derroten al gobierno. Luchen y derrótennos."

El futuro del país está cada vez más en manos del pueblo. Será necesario esperar seis años para la siguiente contienda electoral, con la incertidumbre de las muchas estrategias que la oligarquía pueda poner en práctica para continuar la dictadura perfecta. Hay que recordar que tanto Gandhi como Luther King o Mandela lucharon contra gobiernos compuestos por caballeros (el imperio británico o los holandeses), mientras quienes aquí gobiernan son pillos de tercera clase. Para ellos, la desobediencia y la resistencia civil son un regalo ante los tantos abusos que llevan a cabo, pues no tienen escrúpulos y tampoco llenadera. Es deseable que sea nuestra generación la que vea realizado el cambio, sin embargo no sé qué tan probable sea. Los métodos de los potentados mexicanos son increíblemente sagaces y eficientes. Para que el cambio se lleve a cabo sin violencia va a ser necesaria la imaginación, la unión y la más grande obstinación por parte del pueblo y de quienes se asuman como sus líderes. Aunque el futuro es incierto, hay esperanza.

El instante más oscuro de la noche es antes de que salga el sol. Quizá estemos entrando a ese momento.

Twitter del autor: jpriveroll