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Estudio estadístico realizado en Francia revela una relación proporcional directa entre los tatuajes y las perforaciones de una persona y la cantidad de alcohol que consume en una noche, sugiriendo un temperamento que gusta de las actividades riesgosas.

Si bien existen hasta la fecha muchos prejuicios injustificados en torno a las personas tatuadas —y quizá este mismo podría tomarse como uno de ellos— un estudio científico reciente asegura que entre los tatuajes y el alcohol ingerido en determinado momento existe una relación proporcional directa, esto es, las personas tatuadas beben más alcohol que sus amigos que no comparten este rasgo.

La investigación la llevaron a cabo 99 estudiantes franceses de negocios que se trasladaron a distintas ciudades del país para realizar un estudio estadístico entre jóvenes universitarios que salieron a beber las noches de cuatro sábados, inquiriendo especialmente por la cantidad de tatuajes y perforaciones (piercings) que cada sujeto tenía en su cuerpo, para después llevar registro de cuánto alcohol consumían en esas horas.

Según los resultados, existe una relación clara entre quienes decidieron ornamentar su cuerpo con este arte pictórico epidérmico y la cantidad de alcohol bebido, siendo esta mayor en comparación con las personas sin tatuajes ni piercings.

En cuanto a las conclusions, es difícil aventurar alguna sin incurrir en el riesgo del determinismo. No se trata, en modo alguno, de decir que una persona tatuada es también alcohólica, sino, mejor, que parece existir un vínculo mucho más profundo en todas estas actividades cuyas manifestaciones perfilan un temperamento que gusta de las experiencias de alto riesgo.

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