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Uno de los fenómenos geológicos más impresionantes, el hidrovolcanismo, ocurre cuando dos de las fuerzas más potentes de la naturaleza colisionan y culminan su encuentro en una gran erupción volcánica.

Hidrovolcanismo es el término técnico utilizado por los especialistas para referirse al fenómeno geológico en que el magma de un volcán se encuentra con algún cuerpo de agua, generándose una erupción volcánica, en una colisión de dos de las fuerzas más potentes de la naturaleza que quizá no podría tener una culminación menos violenta.

En términos generales, el magma interactúa con el agua en dos situaciones: la freática, en que el vapor impulsa una erupción pero no de magma, sino solo de calor y, en segundo lugar, la freatomagmática, en la que la erupción viene con magma. En el caso de las freáticas, el agua requerida puede ser poca; por ejemplo: si hay hielo o nieve subterráneos a los que de pronto llega una descarga de contenido magmático, el calor provocado por este hará que el agua se convierta en vapor y busque frenéticamente el modo de salir, por lo regular por medio de una explosión. Este tipo de fenómenos son importantes porque anuncian que un volcán reanudará pronto su actividad.

En cuanto a las erupciones freatomagmáticas, el agua involucrada es mucho mayor en cantidad, ya que usualmente el magma irrumpe en un gran cuerpo de agua (como los lagos que a veces se forman en los cráteres, el mar, el agua de un deshielo) llevándolo a altísimas temperaturas, a veces más allá de los 1,100°C entre el agua y el basalto, provocando una erupción combinada de magma y agua que se denomina “fragmentación”. En años recientes, una de las erupciones freatomagmáticas más conocidas fue la del volcán islandés Eyjafjallajökull, en donde, en una primera fase, el magma en erupción entró en contacto con la capa de hielo del volcán que se derretía.

En estos días, con la actividad volcánica que se ha observado en El Hierro, una de las Islas Canarias (que, claro, son de origen volcánico), se observa una variación del hidrovolcanismo en que la erupción tiene que ocurrir demasiado cerca de la superficie para ser visiblemente explosiva, esto debido tanto a la presión atmosférica como a la hidrológica: entre mayor sea alguna de estas, mayor potencia necesita el magma para fragmentarse y generar una explosión, mostrando su fuerza únicamente bajo la forma de manchas, burbujas y escombros.

Por cierto, más allá de los riesgos que representa un fenómeno como este y aunque no se sabe todavía cuál será su desenlace, lo que está sucediendo con dicho volcán canario supone una buena oportunidad para estudiar no solo su actividad geológica, sino también las consecuencias que esta tiene en el entorno inmediato, especialmente en las aguas marinas que lo circundan.

 

[Wired]