Una de las premisas fundamentales del arte de la alquimia es que la belleza esta ahí, en todos lados, y sin embargo no todos accedemos a ella básicamente por que no la queremos ver: hay que ir más allá de la percepción tradicional del mundo material y utilizar "sentidos" extra físicos. La notable hermosura de los granos de arena, observados microscópicamente, ilustran a la perfección la anterior afirmación. Pocos de nosotros podríamos imaginar que al interior de un ya de por sí paradisiaco escenario playero, donde se conjugan el mar y el cielo (como un espejo), catalizados por una vasta extensión de arena, existe un mundo de atractivas y caprichosas formas, cada una de ellas manifestando una estética única.
Fragmentos espirales, diminutos cristales minuciosamente moldeados y hermosos restos de copos de roca volcánica conforman la alfombra arenosa. "Es increíble pensar que cuando caminas en la playa estás parado sobre estos diminutos tesoros", afirma el profesor Gary Greenberg, doctor en investigación biomédica por la University College London. Greenberg se ha encargado de analizar los granos de arena bajo un microscopio que le permite observarlos a 250 veces su tamaño normal, revelando así un desfile de estética natural que de otra manera solo podría alcanzarse a través de la intuición.
"Cada vez que veo a través de mi microscopio estoy fascinado por la complejidad y la individualidad creada por una combinación de la naturaleza y el repetido arribo de la marea en la playa", dice Greenberg, quien lleva ya más de cinco años dedicado a este acupuntúrico trabajo que, como un tributo a la observación zen del instante, implica recorrer las playas alrededor del mundo en busca de minúsculos granos de arena que amplíen su singular archivo. "La playa más cercana a mi laboratorio es Haiku, en Hawái, pero mis imágenes muestran granos de arena de todo el mundo, desde Japón hasta Irlanda".